Convencer, no vencer

Un mont¨®n de amigos me llaman Yordi, Iordi, Xordi, Chordi, a pesar de llamarme Jordi. Unos son madrile?os, otros granadinos, otros leoneses, sevillanos, vascos, murcianos y un buen pu?ado de aragoneses. Pero nunca se me ha ocurrido enfadarme: por algo Francisco Candel le dio a mi padre un libro para m¨ª llam¨¢ndome Chordi, a la charnega (aunque ni mi padre ni yo somos charnegos, al menos que yo sepa).

Pero como las agitaciones pol¨ªticas agitan tambi¨¦n las redes, recibo y mando correos a muchos de esos amigos y tiendo a creer, a veces, que no los escriben como espa?oles sino como espa?oles traumatizados por la espiral independentista de los ¨²ltimos a?os. Un buen amigo dec¨ªa que ¡°en vista de que no se les puede convencer, habr¨¢ que vencerlos¡±. ?Vencerlos? En democracia las victorias y las derrotas se miden con los votos y el independentismo que vot¨® en unas elecciones auton¨®micas convocadas por Mariano Rajoy obtuvo un porcentaje que bordeaba el 50%.

Sospecho, por tanto, que en lugar de querer vencerlos, con ley o sin ley, habr¨¢ m¨¢s bien que convencerlos, al menos a unos cuantos, a un 5%, un 10%, un 15%.

Me he acordado, sin querer, de la Transici¨®n, otra vez. Es un aut¨¦ntico laboratorio democr¨¢tico. Por entonces casi toda la izquierda intelectual y movilizada en pos de la revoluci¨®n, tan contracultural entonces que hoy es pasto de las m¨¢s elitistas universidades norteamericanas, cay¨® desesperadamente enferma de desencanto. La democracia era un gran fraude, adem¨¢s de una trituradora de ideales ilusionantes: nada estaba a la altura de los sue?os y hasta ?un facha como Su¨¢rez ganaba dos elecciones seguidas!

Hoy a los independentistas catalanes convendr¨ªa no trasladarles la obsesi¨®n de victoria alguna espa?ola sino la devoci¨®n democr¨¢tica de respetar sus convicciones y tratar de convencerles de lo contrario, de momento, al menos, y aunque les caiga un desencanto de hormig¨®n armado. Porque en democracia las cosas van as¨ª.

Los discursos del PP y de Ciudadanos vuelven a ser ahora ostentosamente guerrilleros, convencidos de que la v¨ªa para incrementar su votante es demostrar que a Pedro S¨¢nchez lo han achantado y no quiere vencer al independentismo sino convencerlo. Da igual la desescalada pol¨ªtica, seg¨²n ellos: solo importa la victoria para poder ense?ar un buen paquete de catalanes derrotados y bien escarmentados. Mientras Pablo Casado y Albert Rivera encarnen el mandato pol¨ªtico de vencerlos, no de convencerlos, la soluci¨®n colectiva, catalana y espa?ola, est¨¢ m¨¢s lejos. Un problema jur¨ªdico se resuelve por la v¨ªa jur¨ªdica, que es donde est¨¢n los cargos hoy encarcelados o fuera de Espa?a. Pero un problema pol¨ªtico solo tiene alguna v¨ªa de remedio a trav¨¦s de la pol¨ªtica.