Acordar para votar

Lo que nosotros queremos votar es un acuerdo pero ustedes pretenden votar una ruptura¡±, dijo el presidente del Gobierno, Pedro S¨¢nchez, en respuesta al portavoz de ERC, Joan Tard¨¤, que le hab¨ªa emplazado a plantear una alternativa pol¨ªtica a la crisis catalana. Era una respuesta novedosa, pero ni ERC ni el PDeCAT supieron valorar las posibilidades que abr¨ªa, y tampoco Ciudadanos y el PP parecieron haberla entendido del todo.

No era la primera vez que S¨¢nchez apostaba por explorar esa v¨ªa, la de asumir que la salida pasa por un acuerdo pol¨ªtico entre ambos Gobiernos que ser¨ªa lo que se someter¨ªa a consulta. Seg¨²n un editorial reciente de EL PA?S (20-7-18), solo si los nacionalistas catalanes se comprometen en la v¨ªa democr¨¢tica y legal podr¨¢n entrar a discutir y negociar una soluci¨®n pactada que partir¨ªa de una doble reforma combinada de la Constituci¨®n y el Estatut. ¡°Sea esta u otra la f¨®rmula, la esencia de una soluci¨®n viable es enhebrar un acuerdo y someterlo a las urnas¡±.

Puigdemont hab¨ªa preguntado al jefe del Ejecutivo espa?ol cu¨¢les eran sus recetas para encauzar la negociaci¨®n que propone, advirti¨¦ndole que aunque ¨¦l y los suyos siguen pensando que la mejor v¨ªa es alcanzar acuerdos, eso no significa renunciar a la soberan¨ªa.

¡°Pero saben bien Puigdemont y los suyos¡±, recordaba el editorial, ¡°que la ¨²nica f¨®rmula de negociaci¨®n que puede admitir el Estado es la de una nueva reforma del Estatut en el marco constitucional¡±. Esto ¨²ltimo, la posible reforma del Estatut, es lo que suscit¨® mayores expectativas por m¨¢s que lo verdaderamente novedoso fuera el planteamiento de que el refer¨¦ndum que da la ¨²ltima palabra al censo de la comunidad aut¨®noma no tendr¨ªa que ser una consulta dirimente, sobre la independencia (s¨ª o no), sino una de ratificaci¨®n del acuerdo alcanzado entre las partes.

Un consenso transversal puede evitar una divisi¨®n dr¨¢stica de la poblaci¨®n y la par¨¢lisis pol¨ªtica asociada a esa ruptura

El modelo alternativo de S¨¢nchez pasa por la negociaci¨®n de las reformas encadenadas de la Constituci¨®n y del Estatut que culminar¨ªan en sendas consultas en el conjunto de Espa?a primero y en la Comunidad catalana despu¨¦s. El censo de esta comunidad tendr¨ªa la ¨²ltima palabra sobre lo que le afecta directamente sin que la participaci¨®n en la negociaci¨®n garantice un desenlace prefijado. Es decir, que su reclamaci¨®n de di¨¢logo, negociaci¨®n y acuerdo no tiene por qu¨¦ dar por supuesto que la ¨²nica salida honorable y posible sea la independencia.

Pero, puesto que al final tendr¨¢ que haber una negociaci¨®n, habr¨ªa que explorar las posibilidades de desplegar esa v¨ªa como la salida dentro de la legalidad que Rajoy no encontr¨®. Habr¨ªa pues que afinar la naturaleza de esa consulta de modo que pueda amparar la ulterior del Estatut en el marco de la legalidad constitucional reformada.

El expresidente de la Asamblea Nacional Catalana Jordi S¨¤nchez, entrevistado en EL PA?S (22-7-18), considera por su parte que la reforma del Estatut es ¡°un sinsentido porque la Espa?a auton¨®mica no da m¨¢s de si. ?Qu¨¦ puede tener de diferente un [nuevo] Estatut respecto al de 2006? y, adem¨¢s, ?qu¨¦ pasa si sale no? El conflicto seguir¨ªa bloqueado¡±.

Cierto, pero eso no es un argumento a favor del refer¨¦ndum de independencia, sino en contra de f¨®rmulas simplistas y excluyentes. Esa hip¨®tesis, que salga no, es tan problem¨¢tica como que salga s¨ª. En ambos casos, el resultado ser¨ªa la divisi¨®n de la poblaci¨®n en dos mitades de similar peso. Mientras que la f¨®rmula de Pedro S¨¢nchez (primero, pactar un acuerdo pol¨ªtico entre los dos Gobiernos y luego votar el texto del acuerdo y no las posiciones contrapuestas planteadas en el debate) ofrece la posibilidad de un consenso transversal que evite una divisi¨®n dr¨¢stica de la poblaci¨®n y la par¨¢lisis pol¨ªtica asociada a esa ruptura.

Para prosperar, la v¨ªa S¨¢nchez tendr¨ªa que atraer a sectores (nacionalistas o no) favorables a la f¨®rmula auton¨®mica aunque sean muy cr¨ªticos con la pol¨ªtica espa?ola. Pero, por lo mismo, la aceptaci¨®n de un refer¨¦ndum de autodeterminaci¨®n en los t¨¦rminos planteados por el independentismo supondr¨ªa una recarga de moral (y de votos) que ser¨ªa interiorizada como una victoria pol¨ªtica.

El reproche que merec¨ªa Rajoy respecto al tema catal¨¢n no era tanto por su adhesi¨®n a la legalidad, que era su obligaci¨®n defender, como por no ser capaz de ofrecer alternativas dentro de la ley y de la Constituci¨®n.

Por ello, hay una cierta incoherencia cuando se reconoce que la soluci¨®n deber¨¢ ser tambi¨¦n pol¨ªtica y se desprecian planteamientos como el insinuado por Pedro S¨¢nchez.