La reina vikinga de Florida
Esta estadounidense descendiente del primer rey de Noruega ha firmado una celebrada novela hist¨®rica que reivindica el papel de la mujer escandinava
POR LO QUE SABEMOS, los vikingos llegaron a Norteam¨¦rica, que habr¨ªan denominado Vinlandia, pero no bajaron de Terranova, donde se asentaron de manera ef¨ªmera en l¡¯Anse aux meadows. As¨ª que resulta de lo m¨¢s extra?o dirigirse conduciendo por Florida, desde Orlando hacia la coqueta ciudad de San Agust¨ªn, pasando por las salidas de Disney World, Cabo Ca?averal y Daytona, en busca de los guerreros y piratas escandinavos, esos vikingos hoy tan de moda gracias a las series televisivas (Vikingos, El ¨²ltimo reino o la parodia Norsemen). Pero es en la antigua localidad costera fundada por los espa?oles en 1565 donde ha dado cita la escritora Linnea Hartsuyker, autora de una extraordinaria novela de vikingos, El rey medio ahogado (Salamandra), llamada a figurar entre las mejores obras de ficci¨®n hist¨®rica del tema como la serie de Bernard Cornwell Sajones, vikingos y normandos (en la que se basa El ¨²ltimo reino), la de James L. Nelson sobre los vikingos en Irlanda o la novela El vikingo, de Edson Marshall, que dio origen a la can¨®nica pel¨ªcula Los vikingos (1958), de Richard Fleischer con Kirk Douglas y Tony Curtis, que es lo que a muchos nos contagi¨® la definitiva pasi¨®n por los lobos de Od¨ªn y los drakkars, las naves de proa de drag¨®n.
Hartsuyker naci¨® en 1978 en Los ?ngeles (que tambi¨¦n queda, claro, fuera del radio de acci¨®n de los vikingos) pero es de or¨ªgenes noruegos y entre sus antepasados se encuentra nada menos que ?el rey Harald Cabellera Hermosa! (Harald H¨¢rfagri), notable vikingo, primer monarca de Noruega (hacia 880), y personaje esencial en su novela. El apodo a Harald le viene seg¨²n la leyenda de que decidi¨® no cortarse el pelo hasta ser rey de toda Noruega (y casarse con la princesa Gyda). La escritora vive en New Hampshire, pero la familia de su marido tiene casa en san Agust¨ªn y pasa largas temporadas ah¨ª, lo que es l¨®gico porque es un sitio lleno de atractivos, incluyendo la fuente de la juventud, la granja de caimanes, otros piratas (los del Caribe) y hasta 11 especies de serpientes venenosas, entre ellas la famosa ¡°boca de algod¨®n¡± y la colorida coral (¡°red on yellow can kill a fellow¡±). ¡°Serpientes de la guerra¡±, llamaban, ahora que lo pienso, los escaldos a los guerreros vikingos (y ¡°alimentadoras de cuervos¡± a sus espadas). El rey medio ahogado, primer volumen de una saga (ser¨¢ una trilog¨ªa), es una verdadera delicia: una novela emocionant¨ªsima con todos los ingredientes de las historias cl¨¢sicas de vikingos, una documentaci¨®n impecable y una gran calidad literaria, pero con la particularidad adem¨¢s de que presta especial atenci¨®n a la vida de las mujeres escandinavas y una de ellas, la joven Svanhild (¡°Cisne de batalla¡±), ansiosa de viajes y aventuras, es protagonista principal de la trama.
La novela, con el marco hist¨®rico de la lucha de Harald Cabellera Hermosa por unificar Noruega bajo su mando frente a los reyes del mar y los jarls -un juego de tronos verdadero que se narra en la saga correspondiente de la Heimskringla, de Snorri Sturluson-, se abre por todo lo alto con el otro gran protagonista junto a Svanhild, su hermano el joven guerrero Ragnvald el Adusto, saltando sobre los remos de un drakkar, una imagen que parece un homenaje a la pel¨ªcula de Fleischer y su vikingo Einar, aunque Hartsuyker explica que ese peligroso y fard¨®n ejercicio se menciona ya en las sagas. Traiciones, venganzas, asesinatos, ambiciones, sacrificios, pactos, combates individuales y grandes batallas (incluso una naval), pero tambi¨¦n amor, sexo y vida cotidiana (?hasta una noche de bodas vikinga!) se suceden en las p¨¢ginas de la novela que se inspira en hechos hist¨®ricos y en las sagas y cuenta, aparte de los dos hermanos, con otros personajes inolvidables (algunos hist¨®ricos y otros inventados), como el propio Harald, el taciturno traidor Olaf o el arrebatador Solvi el Paticorto, paradigma del vikingo-vikingo, con caracter¨ªsticas de Ivar el Deshuesado y Tyrion Lannister.
He quedado con Linnea Hartsuyker en el lugar m¨¢s caracter¨ªstico de san Agust¨ªn, el castillo de San Marcos, una fortaleza de muros de coquina que evidentemente no es la de Fyrkat de Harald Diente Azul ni el Danewall ni el codiciado Bebbanburg de Uhtred, pero que tiene su historia: aqu¨ª (rebautizado Fort Marion) estuvieron encerrados otros guerreros no menos fieros que los vikingos, sem¨ªnolas del jefe Osceola y apaches de la banda de Jer¨®nimo. La espero junto al ravel¨ªn sentado en un ca?¨®n, que da prestancia, pero cuando llega decide que es mejor ir a otro sitio y subimos a su cuatro por cuatro que luce un adhesivo de un alig¨¢tor, lo que recuerda al drakkar Lengua de drag¨®n de su antecesor el rey Harald. Conduce con brusquedad hasta la antigua destiler¨ªa de la localidad, convertida en el bar de moda, Ice-Plant. Se pide el c¨®ctel Paloma (tequila, zumo de uva, lima y soda) y se lo bebe con ganas.
¡°En las sagas islandesas hay mujeres extraordinarias, y en ellas me he inspirado para mis personajes femeninos¡±, explica la escritora, que menciona a Aud la sabia, que estaba entre los primeros colonizadores de Islandia, posey¨® tierras y ten¨ªa un gran s¨¦quito, o a Gudrid, que viaj¨® a Vinlandia, precisamente. ¡°En las sagas las mujeres son a menudo las que empujan a actuar a los hombres, como pasa en mi novela, y los incitan a defender su honor o a lanzarse a la batalla; estaban asimismo las V?lvas, videntes y hechiceras, y sabemos que entre los escaldos, los poetas o bardos, hab¨ªa mujeres¡±. Se cuestiona en cambio que hubiera guerreras, al menos en la cantidad y calidad que muestran ahora ficciones como la serie Vikingos, con la reina escudera Lagerda a la cabeza. ¡°La mayor¨ªa de las mujeres hac¨ªan vidas muy familiares, aunque ten¨ªan una independencia y una relevancia muy superior que en otras culturas de la ¨¦poca. Eso se manifestaba en la posesi¨®n del manojo de llaves, s¨ªmbolo del poder en el hogar y que encontramos en las tumbas. Un ama de casa de tiempos vikingos pod¨ªa incluso ser una fuerza poderosa decisiva a la hora de organizar los suministros de una campa?a militar, por ejemplo. Pero es cierto que la tradici¨®n ha sobredimensionado la existencia de guerreras. Sin duda en ausencia de hombres o en circunstancias excepcionales, las mujeres se defend¨ªan ellas y a sus familias y propiedades con las armas en la mano, y es muy probable que algunas lucharan tambi¨¦n como guerreras profesionales, aunque no muchas, en opini¨®n de los especialistas. Hay que recalcar que a una mujer no le hac¨ªa falta ser una guerrera para vivir aventuras en aquella ¨¦poca. Se produce en todo caso mucha confusi¨®n entre las guerreras y las legendarias valkirias, las doncellas de la mitolog¨ªa encargadas de llevar a los guerreros ca¨ªdos a la presencia de Od¨ªn en el Valhalla¡±.
La propia Hartsuyker tiene algo de valkiria: lleva los hombros al aire y evidencia una constituci¨®n robusta y buena musculatura. Con la confianza y la desinhibici¨®n que dan compartir copas, hablar de vikingos y sufrir un jet lag de aqu¨ª te espero le pregunto qu¨¦ deporte hace. ¡°Lo normal, fitness, gimnasia. No practico con armas de ¨¦poca, como algunos escritores de novelas hist¨®ricas, si te refieres a eso, aunque algo he probado, y he lanzado hachas¡±. Vaya, como Einar en Los vikingos, que, pese a estar tuerto, cortaba as¨ª, ?chas!, a distancia, las trenzas de una chica en un juicio sumario por adulterio (ella era culpable y ¨¦l lo sab¨ªa bien). La autora conoce perfectamente lo que es una espada Ulfberth (las mejores de ¨¦poca vikinga, de artesan¨ªa franca, salen en la novela) y c¨®mo se combat¨ªa en un muro de escudos (¡°apestaba a miedo, sudor y cuero mojado¡±). Haber crecido en una zona rural, Ithaca, en el estado de Nueva York, junto al lago Cayuga, rodeada de bosques, la hizo correr aventuras entre ardillas. ¡°Nuestros padres nunca nos trataron a mi hermana Julianna y a m¨ª como seres delicados, de hecho la palabra princesa era un insulto en la familia y no pod¨ªamos imaginar algo tan distinto de nuestra experiencia como el personaje del cuento que no puede dormir porque le ponen un guisante bajo los colchones, qu¨¦ chorrada. ?Nosotras ¨¦ramos descendientes de vikingos!¡±.
?Qu¨¦ hay de cierto en lo de que su genealog¨ªa se remonta a Harald Cabellera Hermosa? ¡°Ah, es completamente verdad. La l¨ªnea de mi familia llega directamente hasta ¨¦l. Aunque en realidad tuvo tantas mujeres e hijos que incluso es posible que t¨² seas su descendiente¡±. Por un momento me enciendo de orgullo y ardor n¨®rdico y estoy a punto de levantarme y gritar ¡°?Od¨ªiiin!¡±, pero entonces veo el brillo de broma en los ojos de la verdadera vikinga, y me contengo. ¡°En la familia lo hemos vivido muy intensamente, lo de la herencia vikinga. Mi padre nos explicaba mitolog¨ªa n¨®rdica, y las sagas y cuentos de trolls. ?l y mi madre reivindicaban mucho su herencia escandinava. Mi inter¨¦s por los vikingos empez¨® desde muy peque?a. Jug¨¢bamos a serlo con los vecinos. Yo a veces era guerrera o hechicera¡±. Vaya, ?y no hac¨ªan entierros vikingos como los hermanos Geste? ¡°Bueno en realidad los entierros vikingos m¨¢s atestiguados son los t¨²mulos de barcos en tierra. A nosotros nos excitaba mucho la idea de que hubieran venido a Norteam¨¦rica, una o dos veces. No se instalaron permanentemente, y no regresaron, seguramente por un cambio clim¨¢tico que volvi¨® el Atl¨¢ntico Norte m¨¢s fr¨ªo¡±. De repente resuena un trueno tremendo (luego caer¨¢ un chaparr¨®n, algo habitual en esta ¨¦poca), y en todo el bar se hace un silencio repentino. Thor, musito. ¡°S¨ª¡±, r¨ªe la reina de los vikingos.
Hartsuyker, que se?ala como influencia decisiva para su vocaci¨®n de escritora la c¨¦lebre serie de novelas de Marion Zimmer Bradley? Las nieblas de Avalon, relectura de la leyenda art¨²rica desde la perspectiva de las mujeres (la protagonista principal es Morgana), es de formaci¨®n ingeniera aunque tambi¨¦n estudi¨® historia. ¡°Para El rey medio ahogado he juntado mucha documentaci¨®n, sobre todo del periodo de concentraci¨®n de los peque?os reinos, y viv¨ª una temporada en un fiordo noruego, para ambientarme, navegando en kayak marino¡±. En parte la novela es un relato cl¨¢sico de vikingos pero tiene ese enfoque nuevo que es la presencia de un punto de vista de las mujeres. Tambi¨¦n muestra menos violencia pormenorizada que otras historias de vikingos. Aunque sin duda la vida era muy dura. ¡°No soy nada idealista en eso. He tratado de mostrarlo con las heridas infectadas que se ulceran y pudren, incluso por un mordisco. Y describiendo las terribles cicatrices: ?no hab¨ªa cirug¨ªa est¨¦tica y se combat¨ªa con hachas! Mi hija que es enfermera y trabaja en urgencias me ha ayudado a ser realista. Solo lo ricos llevaban protecci¨®n a la batalla en forma de armaduras y cascos¡±. Aprovecho para mostrar mi conocimiento de la panoplia vikinga sacando a relucir (?) la cota de malla de otro Harald, el Implacable, que, es fama, nunca pudo ser atravesada por un arma y que era tan larga que le quedaba como una falda, por lo que sus hombres le llamaban burlonamente Emma.
La escritora ha le¨ªdo novelas de Cornwell (le gustan mucho las de Sharpe, el fusilero) y de Simon Scarrow, pero la detallada violencia de ambos le cansa; y tambi¨¦n conoce las aventuras marinas de Hornblower y a Patrick O¡¯Brian, aunque apunta que los barcos vikingos son m¨¢s simples que los de las guerras napole¨®nicas. Es inevitable preguntarle por la serie televisiva Vikingos. ¡°He visto algunos cap¨ªtulos, est¨¢ bien, aunque el vestuario es muy apagado, cuando los vikingos ricos vest¨ªan ropas de colores muy intensos¡±. Sale Harald Cabellera Hermosa, su pariente. ¡°S¨ª, aunque lo muestran de manera diferente a mi novela. Todos nos tomamos libertades con los personajes de las sagas, es imposible saber c¨®mo eran realmente, probablemente m¨¢s interesantes y complejos que en los textos antiguos¡±. El joven Ragnvald, que pone su espada al servicio de Harald, es el rey medio ahogado del t¨ªtulo: se salva in extremis de que lo retenga Ran, la diosa del mar y los naufragios. ¡°Esa historia no es de las sagas, es m¨ªa. Ese infierno de las aguas, tan temido y tan presente en la vida de los vikingos, es en cambio menos conocido que el Valhalla o el Niflheim. Eran buenos navegantes pero se calcula que, por ejemplo, uno de cada tres barcos que viajaba a Islandia se perd¨ªa. No hay evidencia de que tuvieran tecnolog¨ªa para orientarse aparte de algunos mecanismos elementales. En general se desplazaban costeando y probablemente la primera vez que llegaron a Inglaterra fue desde Alemania. Ni a los mejores marinos les gustaba pasar muchos d¨ªas sin ver tierra¡±.
Linnea Hartsuyker va a seguir en la novela hist¨®rica, est¨¢ a punto de publicar The sea queen, la continuaci¨®n de El rey medio ahogado que culminar¨¢ en 2019 con The Golden Wolf, y proyecta escribir sobre la ¨¦poca de los papas y antipapas. En sus novelas vikingas apenas salen los cristianos. ¡°Entonces los escandinavos a¨²n eran paganos, la conversi¨®n llega despu¨¦s. Curiosamente, a las mujeres no les fue mejor: antes pod¨ªan divorciarse y vivir con mayor libertad¡±. La vida sexual tambi¨¦n parece que empeor¨®. ¡°De nuevo, no hay que idealizar. El sexo en general era un asunto duro para la mujer vikinga, ellas eran la funda de la espada, el ¨¢rbol que el hacha hend¨ªa, el mar que abr¨ªa la quilla del barco. Las sagas nos hablan de mujeres con amantes y yo he puesto en el centro de mi historia esa relaci¨®n amorosa entre Svanhild y Solvi, pero estamos mucho antes de la invenci¨®n del amor rom¨¢ntico¡±. ?Violencia de g¨¦nero? ¡°Desde luego, se abusaba mucho de las mujeres¡±. ?Qu¨¦ nos chocar¨ªa m¨¢s de esos tiempos? ¡°La violencia, el castigo corporal, la suciedad (aunque los vikingos eran m¨¢s limpios que otros pueblos contempor¨¢neos), la esclavitud y la trata... Les preocupaba mucho el mundo sobrenatural y eran muy supersticiosos, como se ve en el episodio con el draugr, el supuesto muerto viviente. Me sorprendi¨® mucho la fuerza del paganismo en esa ¨¦poca, y he tratado de mostrarla. Tambi¨¦n es curiosa la mezcla de ley y brutalidad: no puedes matar a tu hu¨¦sped pero s¨ª quemarle la granja con ¨¦l vivo dentro. Hab¨ªa muchas venganzas, pero en esto probablemente las sagas tend¨ªan a exagerar, como en nuestras pel¨ªculas de acci¨®n¡±.
Hartsuyker tiene que marcharse y me pregunta si quiero que me lleve. Despu¨¦s de tanto vikingo me da por hacerme el valiente y le digo que no hace falta. No insiste nada, as¨ª que la veo marcharse en su potente autom¨®vil y me quedo como un tonto pensando en c¨®mo regresar al centro. Lo hago penosamente porque ha diluviado y muchas calles est¨¢n inundadas y no ser¨ªa raro que sentara en ellas sus reales alg¨²n caim¨¢n. Al final llego a la avenida Men¨¦ndez en la l¨ªnea de mar. El barco pirata de recreo Black Raven se mece como un drakkar con ese nombre que parece un homenaje a Od¨ªn y mientras observo c¨®mo cae la luz ensangrentada en la bah¨ªa Matanzas una bandada de pel¨ªcanos blancos atraviesa el cielo pidiendo a gritos la m¨²sica de la Cabalgata de las valkirias. Pienso en Harald, en Ragnar, en Ragnvald, en Svanhild y en todos los dem¨¢s que ha evocado la reina Hartsuyker esta tarde y me digo que nadie podr¨¢ sostener que aqu¨ª no llegaron tambi¨¦n, de alguna manera, los vikingos.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.