El secesionismo decide

El pr¨®ximo viernes se celebrar¨¢ en Barcelona un homenaje a las v¨ªctimas del atentado yihadista de Las?Ramblas, al que asistir¨¢n el rey, Felipe VI, y el presidente del Gobierno, Pedro S¨¢nchez. La Generalitat ha confirmado que estar¨¢ presente, pese a las reiteradas declaraciones en el sentido de que boicotear¨ªa los actos en los que participase el jefe del Estado. No se trata de un mero cambio de criterio del Ejecutivo catal¨¢n, sino de una prueba adicional de que la estrategia de confrontaci¨®n que promueve un sector del independentismo, y que suscribe el president Torra, coloca a la Generalitat ante la evidencia de que no es una instituci¨®n emanada de una metaf¨ªsica nacional, ante cuyos fantasmas pasados o presentes deba rendir cuentas, sino la forma que adopta el Estado democr¨¢tico y de derecho instaurado por la Constituci¨®n en el territorio de Catalu?a. El jefe de ese Estado es Felipe VI, y la confrontaci¨®n que busca un sector del independentismo es unilateral en el m¨¢s riguroso de los sentidos: en una ocasi¨®n como esta no encontrar¨¢ a nadie enfrente.

El independentismo que se propone utilizar el discurso de don Felipe tras los sucesos de octubre pasado como excusa para conectar emocionalmente secesionismo y republicanismo, y que con este objetivo ha convocado para el mismo d¨ªa un acto alternativo ante la c¨¢rcel donde se encuentra detenido el exconseller de Interior, sigue sin asumir que carece de legitimidad para imponer su programa a una mayor¨ªa de catalanes que lo rechaza, ni tampoco sus propias responsabilidades en la situaci¨®n de Catalu?a. El jefe del Estado no compareci¨® ante los ciudadanos para avalar la actuaci¨®n del Gobierno de Rajoy, algo que est¨¢ fuera de sus atribuciones constitucionales, sino para defender el orden democr¨¢tico que hab¨ªa sido violentado. Lo grave no fue que los secesionistas representaran una proclamaci¨®n de independencia propagand¨ªstica, sino que para llegar a ella acallaran a la oposici¨®n en el Parlament, abrogaran por v¨ªas de hecho el orden constitucional y ordenaran a las fuerzas de seguridad a su mando que cerrasen los ojos, e incluso colaborasen, en perpetrar los delitos por los que sus dirigentes deber¨¢n rendir cuentas ante la justicia.

El pr¨®ximo viernes el independentismo se enfrenta de nuevo a la necesidad de definirse, debati¨¦ndose entre aparcar de una vez por todas el unilateralismo o perseverar en una estrategia de confrontaci¨®n que no es con el Estado, sino consigo mismo. Porque es el independentismo, tanto en la Generalitat como fuera de ella, quien debe decidir si participa en el homenaje a las v¨ªctimas con la dignidad que estas merecen o si por un camino o por otro persiste en convertir la conmemoraci¨®n en un espect¨¢culo con el que, como los hooligans ebrios de sus colores, solo buscan un minuto de gloria, o de ignominia. La en¨¦rgica censura pol¨ªtica que merecer¨ªa el independentismo si esta ¨²ltima fuera su opci¨®n importar¨ªa menos que la catadura moral que dejar¨ªa al descubierto: anteponer la propia causa pol¨ªtica al respeto debido a cualquier v¨ªctima es la definici¨®n m¨¢s exacta de la siniestra criatura que amenaza a todos. El fanatismo.