El silencio y la verg¨¹enza: la vida secreta de Robert Reed, el patriarca de ¡®los Brady¡¯
Era la quintaesencia del padre y esposo estadounidense y form¨® una familia de acuerdo a aquella imagen, pero durante su corta vida ocult¨® la homosexualidad que crey¨® que destruir¨ªa su carrera
Robert Reed odiaba La tribu de los Brady. Su formaci¨®n en teatro cl¨¢sico en Londres le obsesion¨® con Shakespeare y pasar a la historia como Mike Brady, el padre de Estados Unidos, le provocar¨ªa tensiones, ansiedad, infelicidad, furia y soledad, seg¨²n recuerda Florence Henderson, la actriz que interpretaba a su esposa en telecomedia y que falleci¨® en 2016. Pero esa angustia no solo proven¨ªa de su frustraci¨®n como actor: la fama oblig¨® a Reed a vivir su homosexualidad en secreto por temor a perder su trabajo y a decepcionar a los millones de espectadores que hab¨ªan decidido que Mike Brady era el estadounidense al que todos deseaban parecerse.
¡°La tribu de los Brady' no habr¨ªa existido si el p¨²blico supiese que Robert Reed era gay. No se lo habr¨ªan cre¨ªdo: ah¨ª estaba el padre perfecto de esa maravillosa familia, el marido perfecto, pero era una persona infeliz"
Florence Henderson
Reed tambi¨¦n odiaba su nombre art¨ªstico. John Rietz (Illinois, 1932 ¨C California, 1992) se cas¨® con Marilyn, una compa?era de universidad, tuvo una hija y a los cinco a?os lleg¨® un d¨ªa a casa y no estaban ni los muebles. Tras el divorcio, el actor tuvo que elegir entre dos proyectos: Misi¨®n imposible o La tribu de los Brady. Se decant¨® por la segunda porque sent¨ªa que hab¨ªa m¨¢s conflicto: narraba el d¨ªa a d¨ªa de la familia moderna formada por Mike y sus tres hijos (Greg, Peter y Bobby) y Carol y sus tres hijas (Marcia, Jan y Cindy) nacidos de sus respectivos matrimonios anteriores.
Las tramas de la serie transformaban la por entonces popular guerra de sexos en una inocua tregua de sexos, con Peter rompiendo un jarr¨®n y todos sus hermanos y hermanastras fingiendo ser culpables para salvarle de un castigo, con Peter rompi¨¦ndole la nariz a Marcia con un bal¨®n de rugby o toda la familia compitiendo por ver qui¨¦n conduc¨ªa mejor cuando Greg se mofaba de Marcia tras suspender el examen del carn¨¦ de conducir porque, seg¨²n ¨¦l, las chicas no deber¨ªan estar al volante.
Y el patriarca, Mike, se revel¨® como el canon del padre televisivo: afectuoso pero firme, conservador pero resignado ante los cambios de la sociedad y siempre con un chiste preparado para abochornar a sus hijos. Robert Reed, por su parte, ten¨ªa opiniones. ¡°Robert consideraba que la televisi¨®n estaba por debajo de ¨¦l y que las telecomedias estaban a¨²n m¨¢s por debajo de la televisi¨®n¡±, explic¨® Sherwood Schwartz, creador de la serie. Exig¨ªa cambios cuando consideraba que las motivaciones de los personajes no estaban claras y cuando sent¨ªa que una escena no resultaba veros¨ªmil se largaba del rodaje sin decir nada.
En una ocasi¨®n Mike entraba en la cocina, donde su esposa estaba preparando un pastel de fresas, y dec¨ªa: ¡°Vaya, huele al cielo de las fresas¡±. Reed se neg¨® a grabarlo porque las fresas no huelen mientras son horneadas. ¡°La pausa le cost¨® al productor 44.000 euros ¨Crecord¨® Schwartz¨C hasta que Reed accedi¨® a decir: 'Vaya, esto parece el cielo de las fresas¡±. En otra ocasi¨®n, rechaz¨® resbalar con unos huevos rotos en el suelo aduciendo que ¡°en contra de la creencia popular, si pisas huevos los pies se quedan pegados al suelo, no resbalan¡±. Para demostrarlo, tir¨® huevos al suelo y los pis¨®, pero se resbal¨® y se cay¨® al suelo. ¡°Esto no demuestra nada¡±, se defendi¨®. Schwartz calcula que este retraso en el rodaje cost¨® 130.000 euros.
Su rebeld¨ªa mani¨¢tica acab¨® llevando a Schwartz a atar todos los cabos. En un episodio, Mike Brady instalaba una cabina telef¨®nica para controlar las llamadas de sus seis hijos, algo ilegal en toda California excepto en Santa Monica. Cuando Reed ley¨® el guion llam¨® al productor para preguntarle, as¨ª como quien no quiere la cosa, d¨®nde viv¨ªan los Brady exactamente. ¡°Santa Monica¡±, respondi¨® Schwartz. El actor grit¨® ¡°?Mierda!¡± y colg¨® el tel¨¦fono enfurecido.
Tras cinco temporadas, La tribu de los Brady fue cancelada en 1974, pero seguir¨ªa viva en canales locales y en la memoria sentimental de toda la naci¨®n. ¡°Era un programa peque?o y tradicional que apareci¨® a finales de los sesenta, que hab¨ªan sido una etapa terriblemente turbulenta¡±, se?al¨® Florence Henderson. La serie supuso un b¨¢lsamo cultural de felicidad emitida entre los asesinatos de John Kennedy, Martin Luther King y Malcolm X y la desilusi¨®n del Watergate y Vietnam. La tribu de los Brady ya estaba pasada de moda cuando se emiti¨® y la cr¨ªtica la descuartiz¨®, pero reconfort¨® a un pa¨ªs al que le gustaba imaginarse as¨ª: en una casa siempre ordenada donde los mayores dramas eran que al hijo mediano le cambiase la voz por la pubertad.
Un Estados Unidos que nunca existi¨® en realidad y que, sin embargo, todos los estadounidenses aspiraban a recuperar. Los Brady eran el Camelot de la clase media. Mike era arquitecto, Carol agente inmobiliaria y juntos, un s¨ªmbolo amable del desarrollismo especulativo. Robert Reed se neg¨® a aparecer en el ¨²ltimo episodio, cuya trama era que Greg se te?¨ªa con un tinte barato y acababa con el pelo naranja, por parecerle demasiado indigno incluso para los est¨¢ndares de una serie que ya de por s¨ª despreciaba.
Que durante el resto de su vida varias generaciones de espectadores asociasen su cara inmediatamente a la sonrisa neutra que luc¨ªa en la cabecera (en la que los ocho Brady se miraban con tanto afecto familiar como precisi¨®n militar y acabasen sonriendo hasta al servicio, representado por la asistenta deslenguada y con conciencia de clase Alice) le hizo a¨²n menos gracia: para un actor que se tomaba tan en serio a s¨ª mismo (hasta cuando hac¨ªa Shakespeare prefer¨ªa las tragedias a las comedias) no hab¨ªa nada peor que encasillarse y entrar en la cultura popular, un museo c¨¢lido pero lleno de polvo del que nadie logra salir jam¨¢s.
Sin embargo, su empe?o en ser un actor respetado le dio tres nominaciones al Emmy durante los tres a?os posteriores a La tribu de los Brady por Hombre rico, hombre pobre, Ra¨ªces y un cap¨ªtulo titulado The Fourth Sex (¡°el cuarto sexo¡±) en Centro m¨¦dico, donde interpretaba a un doctor que descubr¨ªa ser una mujer transg¨¦nero. Robert Reed repiti¨® su papel de Mike Brady en un programa de variedades, dos telefilms (para el segundo, que contaba la boda doble de Marcia y Jan, Reed cancel¨® varias representaciones teatrales porque ¡°no se perder¨ªa llevar a las ni?as al altar por nada del mundo¡±) y una serie que, de no haber sido cancelada tras seis episodios, habr¨ªa contado la carrera pol¨ªtica de Mike Brady.
Para Robert Reed el trabajo era lo m¨¢s importante, porque era el ¨²nico terreno donde ten¨ªa la certeza de que podr¨ªa cumplir las expectativas impuestas sobre ¨¦l por el sistema: nunca ser¨ªa el padre de familia perfecto, pero s¨ª un actor superlativo. Tras su divorcio, Reed no volvi¨® a mantener una relaci¨®n estable, seg¨²n su agente y amigo Michael Hartig, porque no soportaba la idea de obligar a su pareja a vivir ese amor en silencio. Accedi¨® a que su hija Karen fuese adoptada por el segundo marido de Marilyn y pasaron 20 a?os sin hablarse. ¡°La tribu de los Brady no habr¨ªa existido si el p¨²blico supiese que Robert Reed era gay ¨Casegur¨® Florence Henderson¨C no se lo habr¨ªan cre¨ªdo: ah¨ª estaba el padre perfecto de esa maravillosa familia, el marido perfecto, pero era una persona infeliz, si no se hubiera visto obligado a llevar una doble vida mucha de su rabia y su frustraci¨®n se habr¨ªan disipado¡±.
La actriz cuenta que intuy¨® que su compa?ero de reparto era gay grabando el primer episodio de la serie: durante una escena rom¨¢ntica el director recrimin¨® a Reed que no resultaba convincente y ¨¦l entr¨® en p¨¢nico. Henderson, consciente de los miedos de Reed, habl¨® con el director y prepar¨® la escena con el actor en privado. Florence Henderson recuerda que durante sus ¨²ltimos a?os Reed vivi¨® la etapa m¨¢s feliz de su vida como profesor de asignaturas sobre Shakespeare en la universidad de Los ?ngeles. ¡°Esto es lo que pienso hacer durante el resto de mi vida¡±, anunci¨® Reed.
Cuando le fue diagnosticado un c¨¢ncer de colon en estado avanzado, el actor llam¨® a Florence Henderson ¡°para que se lo contase a los ni?os¡±. Uno a uno, Henderson llam¨® a los seis actores que hab¨ªan interpretado a los chavales de los Brady para darles la noticia
Cuando le fue diagnosticado un c¨¢ncer de colon en estado avanzado, el actor llam¨® a Florence Henderson ¡°para que se lo contase a los ni?os¡±. Uno a uno, Henderson llam¨® a los seis actores que hab¨ªan interpretado a los chavales de los Brady para darles la noticia. Reed mantuvo en secreto su enfermedad, se reconcili¨® con su hija y falleci¨® en mayo de 1992. Cuando la prensa accedi¨® a su certificado de defunci¨®n y se descubri¨® que padec¨ªa VIH (aunque no hab¨ªa desarrollado sida), comenz¨® a destapar la vida sexual del actor mediante entrevistas con camareros de bares para homosexuales, amantes y chaperos que aseguraban que Reed les pagaba el doble por su silencio.
Susan Olsen, la actriz que interpretaba a la hija peque?a Cindy Brady, aprovech¨® la noticia para sensibilizar a la sociedad: ¡°Si pap¨¢ Brady puede tener sida, t¨² tambi¨¦n¡±. Tras Rock Hudson y Magic Johnson, otro icono de la cultura de la felicidad estadounidense se revelaba como portador de una enfermedad estigmatizada por la sociedad e ignorada por dos presidentes distintos (Reagan y Bush). La madre de Robert Reed, con quien llevaba seis a?os sin hablarse, no acudi¨® al funeral. Su hija tampoco. No era el ¨²nico enfermo de sida repudiado por su propia familia, pero s¨ª uno de los que despert¨® m¨¢s empat¨ªa entre la opini¨®n p¨²blica.
?Qui¨¦n podr¨ªa darle la espalda al padre de Estados Unidos? En una de sus ¨²ltimas entrevistas, Reed se reconcili¨® con la serie que le dio la fama y tambi¨¦n le quit¨® la libertad: ¡°Por muy inconsecuente que fuera, me alegro de haberla hecho en cuanto a que funcion¨® como una especie de ni?era para toda la naci¨®n, pero no la quiero en mi l¨¢pida¡±. Su epitafio, en cambio, reza ¡°Buenas noches, dulce pr¨ªncipe¡±. Es la ¨²ltima frase de Hamlet.
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