El orgullo militar de Trump
El mandatario estadounidense firma en Fort Drum el presupuesto de defensa para 2019 que alcanza una cifra sin parang¨®n alguno en el resto del mundo
Donald Trump nunca sirvi¨® en el Ej¨¦rcito pero ama la solemnidad militar. Para un presidente, como ¨¦l, obsesionado en proyectar fortaleza, el poder¨ªo de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos le produce una indisimulable atracci¨®n. El orgullo militar es una constante en la historia de la pol¨ªtica de un pa¨ªs habituado a las guerras, pero Trump lo ha llevado al extremo. Presume frecuentemente de la contundencia del Ej¨¦rcito con el mayor presupuesto del mundo. No pod¨ªa esconder su admiraci¨®n el 14 de julio de 2017 cuando, invitado por Emmanuel Macron, asisti¨® en Par¨ªs al desfile militar con motivo de la Fiesta Nacional de Francia. Tanto le gust¨® que ha pedido al Pent¨¢gono que estudie celebrar una exhibici¨®n militar similar en Washington.
Trump acudi¨® el lunes, como muestra la fotograf¨ªa, a la base militar Fort Drum, al norte del Estado de Nueva York, donde observ¨® una demostraci¨®n de tropas de la D¨¦cima Divisi¨®n de Monta?a del Ej¨¦rcito de tierra. El motivo de la visita era la firma solemne del presupuesto de defensa para el a?o fiscal 2019, que empieza en octubre y que asciende a 716.000 millones de d¨®lares. Una cifra sin parang¨®n en el mundo. El republicano lo describi¨® orgulloso como la ¡°inversi¨®n m¨¢s significativa en nuestro Ej¨¦rcito y nuestros luchadores en la historia moderna¡±.
Hubo algo, sin embargo, que Trump no dijo. Y es revelador. El presupuesto lleva el nombre del senador republicano John McCain, que fue prisionero de guerra en Vietnam y sufre un avanzado c¨¢ncer cerebral. Pero en sus 28 minutos de discurso, Trump no mencion¨® a McCain, al que detesta por ser de los pocos republicanos que critican su ret¨®rica incendiaria y sus tics autoritarios.
Trump dice venerar al Ej¨¦rcito y la exhibici¨®n de fuerza, pero la fotograf¨ªa muestra un rostro abrumado, pensativo. La responsabilidad de apretar el bot¨®n militar ha pesado sobre todos los presidentes estadounidenses. Tambi¨¦n para el ambivalente Trump: al que le gusta amenazar con el apocalipsis b¨¦lico a sus enemigos pero que, aislacionista, recela del papel de Washington como polic¨ªa del mundo y exhibe su hartazgo con las guerras inacabables en Oriente Pr¨®ximo.
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