Pol¨ªtica que cuesta la vida
En Argentina el aborto, que sigue sin legalizarse, es una condena a muerte para las mujeres
El 14 de junio, en Argentina, un mill¨®n de personas se juntaron frente al Congreso de la Naci¨®n en una vigilia hist¨®rica que logr¨® que la C¨¢mara de Diputados avanzara en la legalizaci¨®n del aborto. La demanda se convirti¨® en un ojo abierto sobre el poder pol¨ªtico, en una fogata que ardi¨® como el fuego contra el fr¨ªo, el viento y el desamparo. Una multitud reclam¨® por el derecho a decidir. A las 9.27, ya del 14 de junio, el tablero parlamentario marc¨® 129 votos a favor y 125 en contra. El resultado se festej¨® en una emoci¨®n mojada de l¨¢grimas, cantos, saltos y abrazos.
En la madrugada del 9 de agosto la esperanza se apag¨®. El Senado impidi¨® ¡ªpor 38 votos en contra, 2 abstenciones y 31 votos a favor¡ª que el aborto legal, seguro y gratuito, se convierta en un derecho para todas. ¡°Yo quiero que sea legal¡±, gritaba una joven con un grito desgarrador solo comparable a cuando se llora a un muerto sin que la muerte tenga sentido. El deseo se convirti¨® en duelo. La pol¨ªtica tradicional perdi¨® el sentido del tiempo y de la representaci¨®n de las j¨®venes.
Las hijas singulares y colectivas del feminismo hicieron una revoluci¨®n. Hablaron en las mesas de sus casas hasta que los padres las escucharon. Lograron que sus madres y abuelas les contaran los abortos silenciados que manten¨ªan en el armario. Marcharon juntas con las pioneras de la Campa?a por el Aborto Legal, Seguro y Gratuito y con las que gestaron el grito de Ni Una Menos contra los feminicidios, la violencia de g¨¦nero y la clandestinidad de las interrupciones del embarazo.
Las adolescentes movilizaron a los centros de estudiantes y lograron tener voz p¨²blica. Ofelia Fern¨¢ndez, de 18 a?os, expresidenta del Centro de Estudiantes del colegio Carlos Pellegrini marc¨®, en un discurso, dentro del Congreso de la Naci¨®n: ¡°Ahora les toca a ustedes legalizar el aborto en Argentina. Y, si no, ser conscientes de que nos est¨¢n mandando a morir a su guerra y sin pedirnos permiso. Pero, a esta altura, tendr¨ªan que saber que tenemos nuestro propio ej¨¦rcito gritando por el aborto legal. Y lo ¨²nico m¨¢s grande que el amor a la libertad es el odio a quien te la quita¡±.
Ofelia es una referente del nuevo feminismo que tiene voz, pero no voto. En Argentina para ser senadora hay que tener un m¨ªnimo de 30 a?os. Ella (como muchas) tendr¨ªa que esperar 12 a?os para llegar a ser senadora. Pero, el promedio de edad de los pol¨ªticos que rechazaron la ley es de 57 a?os. Ofelia necesitar¨ªa vivir tres veces su propia vida y esperar 3 a?os m¨¢s para poder tener voto ¡ªen las condiciones de los promedios actuales¡ª y aprobar el aborto legal. Y no ser la ¨²nica. La representaci¨®n tradicional est¨¢ rota. Y manda a las mujeres a un pared¨®n en donde el sexo cuesta la vida.
El 14 de agosto, dos meses despu¨¦s que los diputados/as dieran luz verde al aborto legal, seguro y gratuito, se conoci¨® la muerte de Liz. Ella intent¨® abortar con un perejil, el s¨ªmbolo m¨¢s doloroso de la forma de interrumpir un embarazo de forma casera, arriesgada y clandestina de las mujeres m¨¢s pobres. Liz lleg¨® al hospital Belgrano, de San Mart¨ªn, en la provincia de Buenos Aires, p¨¢lida, sin conciencia y con una infecci¨®n en todo su cuerpo. Le sacaron el ¨²tero. No alcanz¨®. La terapia intensiva del centro de salud no estaba en buenas condiciones. La trasladaron en ambulancia al hospital general de Pacheco.
La gobernadora de la provincia de Buenos Aires, Mar¨ªa Eugenia Vidal, declar¨®, el 13 de junio (antes de la votaci¨®n), que si no se aprobaba el aborto legal se iba a sentir aliviada. Su alivio no le salv¨® la vida a Liz. Uno de los m¨¦dicos del hospital donde la recibieron, Alberto Sartori, cont¨® que los m¨¦dicos sintieron bronca y angustia: ¡°Liz no es la ¨²nica, ni la primera, ni la ¨²ltima mujer que vemos morir. Pero da m¨¢s bronca que los senadores perdieron una oportunidad hist¨®rica. El aborto clandestino es una pena de muerte contra las mujeres¡±.
Liz muri¨® a los 35 a?os. Igual que el 76,7% de las v¨ªctimas de la clandestinidad, seg¨²n cifras del Ministerio de la Salud de la Naci¨®n de 2016, en un hospital p¨²blico. Solo la acompa?aba su hermano. Ten¨ªa un hijo. Ahora ¨¦l no tiene a su mam¨¢. La perdi¨® en la guerra de la pol¨ªtica del perejil contra las mujeres.
Luciana Peker es periodista especializada en g¨¦nero y autora de los libros Putita Golosa, por un feminismo del goce y La revoluci¨®n de las mujeres no era s¨®lo una p¨ªldora.
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