La contrarrevoluci¨®n que viene
Una ola conservadora est¨¢ invadiendo las democracias desarrolladas. El giro a la derecha del PP de Pablo Casado forma parte de un movimiento global ante el que la izquierda debe presentar una agenda ideol¨®gica de progreso
En un momento en el que se cumplen 50 a?os de Mayo del 68 se ha escrito mucho y muy variado sobre lo que signific¨® aquel acontecimiento. En este aniversario ha sido inevitable vincular el Mayo franc¨¦s con el 15-M espa?ol. Lo cierto es que ambos fen¨®menos han tenido muchos puntos en com¨²n: protagonismo de las generaciones m¨¢s j¨®venes, oleada posterior de movimientos similares en distintos pa¨ªses e inconformismo con la sociedad. Pero el riesgo que se corre es que sus consecuencias sean tambi¨¦n las mismas.
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Tal y como ha relatado Joaqu¨ªn Estefan¨ªa en Revoluciones. Cincuenta a?os de rebeld¨ªa (1968-2018), tras el Mayo franc¨¦s, varias olas conservadoras se apoderaron de las principales democracias. En Francia, a las revueltas estudiantiles y obreras les siguieron 13 a?os de la derecha en el poder. En Alemania, tras los Gobiernos iniciales de Willy Brandt y Helmut Schmidt, los conservadores dominaron la pol¨ªtica germana entre 1980 y 1998. Algo similar ocurri¨® en Reino Unido y en Estados Unidos: fueron los a?os de Margaret Thatcher y Ronald Reagan. Incluso, en 1976, la socialdemocracia sueca abandon¨® el poder por primera vez en 40 a?os. Las versiones autoritarias de esta ola conservadora fueron el golpe de Estado de Pinochet en 1973 y la dictadura c¨ªvico-militar de Argentina en 1976.
Es cierto que si nos ce?imos a los datos, entre 1939 y 1968, algo m¨¢s del 31% de los partidos que estuvieron en los Gobiernos de las democracias de la OCDE eran progresistas. Tras Mayo de 1968, esta cifra ha sido ligeramente superior al 33%. Por tanto, no ha existido un retroceso cuantitativo de la izquierda en el poder. En realidad, lo que sucedi¨® es que, en las ¨²ltimas d¨¦cadas, la batalla de las ideas la fue ganando la derecha.
Frente a los cambios que se avecinan, la derecha se ha vuelto mucho m¨¢s tradicional
La ola conservadora signific¨® que algunas de sus creencias se dieron por ciertas y fueron presentadas como dominantes. Si hasta los setenta el keynesianismo y el Estado de bienestar eran aceptados por una amplia mayor¨ªa, a partir de esa d¨¦cada, el monetarismo y el retroceso del Estado frente al avance de los mercados comenzaron a hacer fortuna en el pensamiento dominante. Seguramente, un contexto de econom¨ªas desarrolladas y abiertas implicaba necesariamente una revisi¨®n de las pol¨ªticas, pero no es menos cierto que en esta revisi¨®n se aceptaron algunos postulados conservadores.
Tras el 15-M y movimientos similares como Occupy Wall Street, nos enfrentamos a una nueva ola de la derecha. Pero ahora la discusi¨®n ya no es econ¨®mica en un sentido estricto como en los ochenta y en los noventa, sino que se ha desplazado hacia cuestiones como la moral, la cultura y los valores. La nueva derecha habla constantemente de la identidad nacional, de la autonom¨ªa individual y de principios tradicionales como la familia y la vida. Es su reacci¨®n a la globalizaci¨®n, al cambio tecnol¨®gico y a la modernidad. Frente a las transformaciones que se avecinan, se han vuelto mucho m¨¢s tradicionales en sus principios y valores.
En este debate es donde se enmarcan liderazgos como los de Donald Trump, Boris Johnson, Nigel Farage, Matteo Salvini o Viktor Orb¨¢n. Y, si no corrige su discurso respecto a las recientes primarias del Partido Popular, es donde puede acabar situ¨¢ndose Pablo Casado. Su candidatura no ha sido una reivindicaci¨®n de lo mejor del liberalismo o de la democracia cristiana. Tampoco se ha caracterizado por el pragmatismo de liderazgos como Angela Merkel, David Cameron o Mariano Rajoy. Su agenda ideol¨®gica se aproxima mucho a las ideas que reivindican los conservadores de la nueva ola y pr¨®ximos al populismo. Por ejemplo, dejar caer la posibilidad de suspender el espacio Schengen como consecuencia de la decisi¨®n de la Audiencia Territorial de Schleswig-Holstein de extraditar a Carles Puigdemont solo por el delito de malversaci¨®n revela unos indicios preocupantes.
La batalla de las ideas se est¨¢ produciendo en el terreno de los valores,?la identidad y la cultura
Es cierto que la derecha espa?ola se encuentra en estos momentos en una situaci¨®n excepcional. Hasta ahora no hab¨ªa tenido un competidor serio en su mismo espacio ideol¨®gico como lo representa en la actualidad Ciudadanos. Por tanto, hay cuestiones internas de nuestro pa¨ªs que pueden explicar este viraje hacia una derecha m¨¢s ideologizada por parte del Partido Popular. Pero, al margen de ello, no es menos cierto que, de no corregir el rumbo, el PP parece enmarcarse ya dentro de esta nueva ola conservadora que est¨¢ invadiendo todas las democracias desarrolladas. El Partido Popular podr¨ªa elegir competir con Ciudadanos por la modernidad, pero, por ahora, ha preferido ganarle en tradicionalismo.
El desaf¨ªo que tenemos por delante los progresistas es enorme. Los neoconservadores aparecen como los defensores del hombre medio frente a todos los riesgos que generan la globalizaci¨®n y el cambio tecnol¨®gico. Por ello, es indispensable construir una idea de progreso que haga frente a la contrarrevoluci¨®n de la derecha. Si algo debemos aprender de las consecuencias del Mayo franc¨¦s es que a una oleada de movilizaciones ciudadanas como la que representaron el 15-M u Occupy Wall Street no puede sucederle una contrarrevoluci¨®n conservadora. Es muy probable que todos estos movimientos sociales hicieran saltar las alarmas en los centros de pensamiento de la derecha. Su reacci¨®n ha sido rearmarse ideol¨®gicamente y, al mismo tiempo, utilizar aquellos aspectos que les puedan ser ¨²tiles en su proyecto pol¨ªtico. As¨ª, por ejemplo, ellos tambi¨¦n se presentan como los adversarios del establishment tecnocr¨¢tico.
En definitiva, la batalla de las ideas ya se est¨¢ produciendo en estos momentos en el terreno de los valores, la identidad y la cultura. Eso no significa que el conflicto redistributivo sea menor. De hecho, el combate de la desigualdad y de la injusticia siguen siendo las principales banderas e ideas fuerza de la izquierda. Pero la contrarrevoluci¨®n conservadora est¨¢ utilizando otro eje de competici¨®n ideol¨®gica para explotar el miedo que pueden sentir el hombre medio y las clases populares ante los desaf¨ªos que representan la globalizaci¨®n y el cambio tecnol¨®gico. Levantar fronteras, enaltecimiento de la autoridad, restringir derechos adquiridos o promover una idea de familia tradicional son los principales ingredientes del ideario conservador que vamos a ir escuchando en los pr¨®ximos tiempos. Son las recetas de la nueva derecha como reacci¨®n a las movilizaciones ciudadanas y a las transformaciones tecnol¨®gicas y econ¨®micas. En conclusi¨®n, parafraseando a Marx, una fantasma recorre las sociedades avanzadas, es el fantasma de la contrarrevoluci¨®n conservadora.
Ignacio Urquizu es profesor de Sociolog¨ªa en la Universidad Complutense de Madrid (en excedencia) y diputado del PSOE por Teruel en el Congreso de los Diputados
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