Motivos ocultos y caballerosidad maldita
M¨¢s all¨¢ del indiferente sexo de las personas, hay una cosa que se llama educaci¨®n, que a la mayor¨ªa sol¨ªa impelernos a ceder el paso o el asiento.
Hace ya mes y medio que concluy¨® el Mundial de f¨²tbol, pero nos dej¨®, en su despedida, un par de im¨¢genes hacia las que vale la pena volver la vista, o eso creo. Justo antes de los dos partidos finales, la FIFA emiti¨® una prohibici¨®n, con amenaza de multa si no me equivoco. Desde hace no mucho est¨¢ a su frente un italiano, Infantino, que sustituy¨® al corrupto y al parecer bebedor Blatter, el cual se hab¨ªa eternizado en el cargo como todos sus predecesores. As¨ª que, si la tradici¨®n se mantiene, el mundo del f¨²tbol sufrir¨¢ a este Infantino varias d¨¦cadas. Si digo ¡°sufrir¨¢¡± es por la prohibici¨®n a que me he referido: las c¨¢maras de televisi¨®n planetarias deb¨ªan abstenerse de sacar planos de mujeres vistosas o agraciadas en los estadios, ¡°porque¡± ¡ªy el motivo aducido es lo m¨¢s idiota de todo¡ª ¡°tienen como prop¨®sito atraer a los espectadores masculinos¡±, y por lo tanto son machistas o sexistas o las dos cosas. O sea que, de no ser por estos fugaces vislumbres de chicas, los hombres no se pondr¨ªan ante el televisor ni locos. Resulta que los varones nunca han estado interesados en admirar las evoluciones sobre el c¨¦sped de veintid¨®s mozos esmer¨¢ndose en dominar la pelota y meter goles, sino que se han tirado hora y media ante el aparato ¡ªeso si no hay pr¨®rroga¡ª a ver si captaban brev¨ªsimamente la imagen de una chica guapa: su motivo oculto. Bueno es saberlo, al cabo de tanto tiempo. Lo que no ha especificado la lumbrera Infantino es: a) si las c¨¢maras pueden sacar a aficionadas feas o entradas en a?os (lo cual ser¨ªa probablemente discriminatorio); b) si se deben permitir planos de ni?os, no vaya a ser que eso atraiga a los espectadores ped¨®filos; c) si las muchachas atractivas no estar¨ªan tentando tambi¨¦n al p¨²blico lesbi¨¢nico; d) si las im¨¢genes de hombres j¨®venes (muchos a torso descubierto) no ser¨¢n un se?uelo para las mujeres salaces y los homosexuales varones; y e) si se debe prohibir enfocar a los futbolistas mismos, en el caso de ser apuestos y atl¨¦ticos, por si acaso. Mejor que no se televise nada. Lo m¨¢s sorprendente de esta sandez censora es que ha sido aplaudida por algunos columnistas masculinos, que impl¨ªcitamente han reconocido ser unos ¡°salidos¡± enfermizos y haberse pasado la vida viendo partidos para atisbar mujeres. Eso, o son de ese g¨¦nero bajo que prolifera hoy tanto, los hombres que les hacen la pelota a las mujeres. Lo cierto es que en la Final la imagen fue su ausencia: apenas si hubo, en efecto, planos de las gradas. De nadie.
La otra fue la entrega de la copa y las medallas. Sobre una tarima, las autoridades: Putin, Macron, la Presidenta de Croacia Kolinda Grabar-Kitarovi?, el talentoso Infantino y otros que no s¨¦ qui¨¦nes eran. Empez¨® a llover a lo bestia, una de esas cortinas que, si nos pillan en la calle, nos obligan a guarecernos a casi todos. Los jugadores est¨¢n acostumbrados, pero no los paisanos. Al cabo de un par de minutos, apareci¨® un esbirro con un paraguas, con el que cubri¨®¡ a Putin, que en Mosc¨² era el anfitri¨®n, para mayor groser¨ªa. ?ste no le indic¨® en ning¨²n momento a aqu¨¦l que mejor protegiera a alguno de sus invitados, por hospitalidad al menos. Durante un par de minutos el ¨²nico a salvo de la ducha fue el ex-agente de la KGB, famosa por su falta de escr¨²pulos. Por fin aparecieron dos o tres esbirros m¨¢s con sendos paraguas, que sostuvieron sobre las cabezas de Macron, Infantino y otros. As¨ª que durante un rato todos estuvieron a resguardo menos Kolinda G-K, mujer afectuosa: con su camiseta de la selecci¨®n croata enfundada, abrazaba con calidez ¡ªquiz¨¢ por astucia¡ª a todos los futbolistas, a los suyos y a los rivales franceses.
Ante lo ins¨®lito de la situaci¨®n ¡ªpara m¨ª, que soy anticuado¡ª, dud¨¦ entre atribuirla a que la vieja caballerosidad ya ha sido erradicada del mundo, y a varios calvos o semicalvos les tra¨ªa sin cuidado que se empapase la ¨²nica persona con larga melena rubia (Kolinda G-K estaba hecha una sopa), o a las consignas actuales que tildan de machista cualquier deferencia hacia una mujer. Cubrir en primer, segundo o tercer lugar a la Presidenta habr¨ªa sido de un sexismo intolerable, as¨ª que se la abandon¨® hasta el final deliberadamente (para cuando le lleg¨® su paraguas, daba l¨¢stima). M¨¢s all¨¢ del indiferente sexo de las personas, hay una cosa que se llamaba educaci¨®n, urbanidad o cortes¨ªa, que a la mayor¨ªa sol¨ªa impelernos a ceder el paso a cualquiera (mujer u hombre), a ceder el asiento en el metro o el autob¨²s a quien menos le conviniera permanecer de pie (mujer u hombre), a no empezar a comer hasta que todos los comensales estuvieran servidos (mujeres y hombres), a proteger con paraguas a quien m¨¢s lo necesitara, por llevar ropa ligera, por tener una edad a la que los resfriados se pagan caros o por lucir larga melena frente a un grupo de calvos conspicuos sin riesgo de que sus cabellos parezcan estopa tras un buen rato de jarreo. Si todo esto se ha abolido, no vaya a ser uno acusado de machista, fascista, paternalista, elitista, discriminatorio o civilizado, m¨¢s vale que lo comuniquen con claridad las autoridades, aunque sean las de la estupid¨ªsima FIFA.?
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