Magia y miedo en Caracas
?Estar¨¢ descubriendo Venezuela algo que ning¨²n Nobel de Econom¨ªa ha captado hasta ahora?
Durante la presidencia de Hern¨¢n Siles Zuazo, Bolivia sufri¨® una hiperinflaci¨®n tan descontrolada que los fajos de billetes del salario de un catedr¨¢tico alcanzaban los 50 cent¨ªmetros de altura y algunas transacciones se realizaban al peso. Agotado el papel moneda, el Gobierno lo import¨®. Incapaz de resolver la situaci¨®n, Siles renunci¨® en 1985, un a?o antes de concluir su mandato. Bolivia era pobre y golpista, y sali¨® de la crisis aboliendo prohibiciones. Venezuela trata de salir del marasmo recurriendo a la magia.
El nuevo presidente boliviano, Paz Estenssoro, estableci¨® un r¨¦gimen de cambio ¨²nico y flexible, congel¨® los salarios p¨²blicos, multiplic¨® el precio de las gasolinas, y con el resto de ajustes estabiliz¨® el pa¨ªs andino. La crisis de la deuda externa caus¨® estragos en Am¨¦rica Latina. El Per¨² de Alan Garc¨ªa sufri¨® en 1990 otra hiperinflaci¨®n hist¨®rica, que Fujimori solvent¨® a la brava: levant¨® el control de precios, privatiz¨® empresas, elimin¨® subsidios y dej¨® de imprimir billetes. ¡°Dios ayude al Per¨²¡±, pidi¨® aquel a?o su ministro de Econom¨ªa.
Nicol¨¢s Maduro tambi¨¦n deber¨¢ invocar al Alt¨ªsimo. No ser¨ªa de extra?ar que dentro de alg¨²n tiempo alguien revele que el plan anunciado hace diez d¨ªas fue una c¨¢scara de pl¨¢tano para ser pisada: que en su desesperaci¨®n compr¨® un chaleco salvavidas lastrado de f¨¢brica. Hay gente con c¨¢ncer terminal que se aferra a remedios milagrosos. Pero la desesperaci¨®n es mala consejera, y el miedo, peor. En la jefatura bolivariana debe haber mucho miedo.
Es l¨®gico que campee porque el Gobierno no s¨®lo se juega su supervivencia. La hiperinflaci¨®n es una hemorragia que desangra el pa¨ªs y puede conducir a su muerte. El miedo se acrecienta porque todos los intentos por controlar la hemorragia han fracasado, y el ¨²ltimo tambi¨¦n puede naufragar. Todo indica que no quedan m¨¢s ideas. El plan en marcha es tan intrigante como incomprensible.
Para empezar, y desde el sentido com¨²n, Venezuela depende del petr¨®leo. Su cotizaci¨®n y la evoluci¨®n del PIB van de la mano. Teniendo en cuenta que el 97% de los d¨®lares ingresados los aporta el crudo, ?de d¨®nde van a salir los recursos para el nuevo modelo si los precios siguen estabilizados en torno a los 65 d¨®lares el barril y la producci¨®n no alcanza el mill¨®n y medio por d¨ªa?
La pregunta es pertinente porque entre las nuevas medidas figuran la apertura del mercado de divisas y multiplicar por 35 el salario m¨ªnimo. ?Si los d¨®lares no aumentan, de d¨®nde saldr¨¢n los necesarios para atender esos requerimientos? La respuesta oficial remite a otra inc¨®gnita.
La magia ser¨¢ posible porque las variables del nuevo modelo estar¨¢n ancladas a una criptomoneda llamada petro, amarrada a su vez al precio del barril y a las reservas de petr¨®leo. Nadie entiende c¨®mo una realidad econ¨®mica complej¨ªsima, pr¨¢cticamente en ruinas, pueda solucionarse apelando al dinero virtual. ?Estar¨¢ descubriendo Venezuela algo que ning¨²n Nobel de Econom¨ªa ha captado hasta ahora?
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