Agua de mar para curar las heridas de los ni?os palestinos
Medio centenar de personas de la aldea palestina Zeita Jammain disfrut¨® de un d¨ªa de barco y playa gracias a que la ONG israel¨ª Mujeres del Mar intercedi¨® para conseguir los permisos para entrar en Israel
"?Cu¨¢ndo veremos el mar? ?Cu¨¢ntos d¨ªas faltan?¡±, preguntaban cada d¨ªa a sus madres, ansiosos por conocer qu¨¦ es lo que se siente al sumergirse en esa masa acu¨¢tica que tan solo han visto por televisi¨®n. Desde que les anunciaron que ir¨ªan de excursi¨®n a la playa, no consegu¨ªan pensar en otra cosa. Muchos de los ni?os palestinos de Cisjordania, territorio ocupado por Israel desde la Guerra de los Seis D¨ªas (1967), han crecido en un ambiente de eterna guerra. La ocupaci¨®n normaliza la presencia de soldados, de muros de hormig¨®n, de manifestaciones en las que arrojar alguna piedra y, a su vez, dificulta casi cualquier posibilidad de evasi¨®n.
¡°Es verdad que hay ni?os que no sienten la ocupaci¨®n todos los d¨ªas, pero aquellos que viven en ¨¢reas pr¨®ximas a asentamientos o a puestos militares como en Hebr¨®n, donde tienen que cruzarlos cada d¨ªa para ir al colegio, padecen un sensaci¨®n continua de estr¨¦s y de incertidumbre¡±, explica Genevieve Boutin, representante del Fondo de la ONU para la infancia (Unicef) en Palestina.
Organizaciones pro derechos humanos como B¡¯Tselem (The Israeli Information Center for Human Rights in the Occupied Territories) critican la escasa libertad de movimiento de la que disfrutan los residentes palestinos a causa, entre otros obst¨¢culos, de un sistema ¡°arbitrario y nada transparente¡±, seg¨²n un informe de noviembre de 2017 de esta organizaci¨®n, que les obliga a solicitar con antelaci¨®n un permiso para ¡°trabajar, recibir atenci¨®n m¨¦dica o visitar a un familiar¡± en territorio israel¨ª, autorizaci¨®n que muchas veces les es denegada.
Ese azaroso sistema de permisos, junto a una mara?a de m¨¢s de un centenar de puestos de control militares, les impide no solo cruzar a Israel y disfrutar de algo tan simple y terap¨¦utico como el mar, sino tambi¨¦n desplazarse libremente dentro de Cisjordania o entrar y salir de la maltratada Franja de Gaza.
¡°Una vez, un chico de uno de los grupos me dijo que desde el tejado de su casa pod¨ªa ver el agua y las estrellas y que, por alguna raz¨®n, las estrellas estaban m¨¢s cerca¡±, recuerda la israel¨ª Riki Shaked-Trainin, miembro de la ONG Mujeres del Mar (Min el Bahar, en ¨¢rabe), gracias a la que, cada verano, unos 1.200 palestinos de Cisjordania cumplen el sue?o de ba?arse en el Mediterr¨¢neo.
En Palestina hay unos 350.000 ni?os que requieren apoyo psicosocial, seg¨²n Unicef
¡°Es la primera vez que est¨¢n aqu¨ª, ni siquiera saben que el agua es salada¡±, explica el socorrista Tony Dirawi, ¨¢rabe-israel¨ª nacido en Nazareth, quien acompa?a en todo momento al grupo de madres e hijos. Embadurnados en crema solar y aferrados a coloridos flotadores, casi ninguno de ellos, adultos incluidos, sabe nadar.
Terapia acu¨¢tica
Las voluntarias de Mujeres del Mar esperan bajo una tienda de lona, pies en la arena y vista en el horizonte, al grupo de palestinos de la aldea cisjordana de Zeita Jammain, a quienes les han facilitado los permisos para que puedan atravesar el puesto militar israel¨ª de Qalquilia y llegar hasta la playa de Tel Baruch, al noreste de Tel Aviv.
Una monta?a de flotadores, junto a un panel con palabras como "toalla", "crema solar" o "no correr", traducidas fon¨¦ticamente del hebreo al ¨¢rabe, aguardan la llegada del grupo con igual impaciencia. Finalmente, medio centenar de personas se aproximan a la lona; los ojos de los m¨¢s peque?os observan con fascinaci¨®n la inmensidad del mar.
¡°Es hermoso, para m¨ª el mar representa el mejor amigo del hombre¡±, describe contenta Muna Jamous, palestina de 27 a?os formada en Literatura ¨¢rabe y que, al igual que su madre Aisha, de 65, nunca antes lo hab¨ªa visto. Naima, historiadora y hermana menor de Muna, asegura que en el agua se siente relajada y consigue no pensar en las preocupaciones diarias.
Los efectos que esta experiencia puede tener en aquellos inmersos en un conflicto b¨¦lico o que han presenciado situaciones traum¨¢ticas o violentas son muy positivos. ¡°Estar en contacto con la naturaleza o realizar terapia con animales son los tipos de servicios dados a los ni?os en todo el mundo para superar un trauma¡±, afirma Genevieve.
La Organizaci¨®n Mundial de la Salud (OMS) estima que, en situaciones de conflicto armado en todo el mundo, un 10% de las personas que experimenta eventos traum¨¢ticos sufrir¨¢ graves problemas de salud mental y otro 10% desarrollar¨¢ conductas problem¨¢ticas; y se?ala entre los s¨ªntomas m¨¢s comunes depresi¨®n, ansiedad y problemas psicosom¨¢ticos como insomnio o dolores de espalda y de est¨®mago.
En Palestina hay unos 350.000 ni?os que requieren apoyo psicosocial, seg¨²n Unicef, cuyo principal objetivo es reducir su nivel de exposici¨®n a episodios violentos causados no solo por la ocupaci¨®n, sino dentro de sus propios hogares y escuelas. ¡°El 92% de los ni?os asegura haber sido agredido en su colegio o en casa, lo que genera una infancia muy violenta e insegura de cara al futuro¡±, se?ala la experta de este organismo.
Adem¨¢s, a ra¨ªz de la Gran Marcha del retorno de este a?o, movimiento de protesta pr¨®ximo a la valla de separaci¨®n entre Gaza e Israel en el que en cuatro meses han muerto por fuego israel¨ª m¨¢s de 150 palestinos y m¨¢s de 4.000 han resultado heridos, seis de cada 10 ni?os gazat¨ªes sufren ahora pesadillas traum¨¢ticas, de acuerdo con un estudio del Consejo Noruego de Refugiados (NRC, por sus siglas en ingl¨¦s).
En la playa, los ni?os juegan distra¨ªdamente con la arena y huyen despavoridos de las olas. Cuando las voluntarias les ofrecen un helado, toda la agitaci¨®n se detiene y la mayor¨ªa se sienta sobre sus flotadores a saborearlo. A pocos metros de la l¨ªnea de mar, descansando sobre una tumbona, Rafael Saraga no les quita la vista de encima.
Saraga, de 80 a?os, tiene sangre espa?ola: nacido en T¨¢nger vive en Israel desde los 10 a?os, pa¨ªs al que lleg¨® junto a su hermana menor en 1949 para convivir en una de las prol¨ªferas comunidades agr¨ªcolas colectivas (kibutz); tan solo un a?o despu¨¦s del inicio de la guerra fundacional que supuso el ¨¦xodo de m¨¢s de medio mill¨®n de palestinos.
"Yo lo le¨ª en los peri¨®dicos, que hay personas que traen a grupos de palestinos para que vean el mar porque ellos ya no lo tienen¡±, a?ade en un espa?ol algo oxidado. "A m¨ª me gusta verlo, quiz¨¢ esto ayude a alcanzar la paz con nuestros vecinos¡±, sentencia esperanzado.
Dejar de ser el enemigo
Desde hace a?os, todas las carreteras controladas por Israel en Cisjordania que conducen a aldeas y ciudades palestinas cuentan con un cartel triling¨¹e ¨Cen ingl¨¦s, ¨¢rabe y hebreo¨C que advierte a los ciudadanos israel¨ªes de que acceder a las ¨¢reas controladas por la Autoridad Palestina es peligroso para sus vidas; adem¨¢s de una infracci¨®n legal.
De esta forma, el israel¨ª medio nunca va a pisar los territorios ocupados de Palestina a no ser que viva en uno de los 140 asentamientos de Cisjordania o durante sus a?os de servicio militar. Por eso (y por el muro que los separa), interactuar con los palestinos es misi¨®n casi imposible.
¡°Aunque parezca humanitario, somos un grupo pol¨ªtico. Creemos que las comunidades deber¨ªan mezclarse y, de alguna manera, desde el establecimiento de Israel, el Gobierno se ha encargado de separarnos presentado al otro como una amenaza¡±, declara Shaked-Trainin. ¡°Creo que la falta de contacto e interacci¨®n menoscaba la idea de una soluci¨®n de paz. El humanizar al otro es muy importante si en alg¨²n momento va a existir un di¨¢logo¡±, concuerda Genevieve, que menciona como ejemplo al adolescente de Gaza que ha sobrevivido a tres conflictos con Israel y, sin embargo, no conoce a ning¨²n a israel¨ª; o al israel¨ª que vive cerca la Franja, pero no conoce a un solo palestino y vive "con miedo a que un cohete destruya su casa".
Por ello, iniciativas como esta ayudan a que ambos se vean como seres humanos con alegr¨ªas, dificultades, miedos y sue?os similares. ¡°Deber¨ªamos ver caras y no representaciones, s¨ªmbolos o estigmas; y esta es una buena manera de hacerlo¡±, afirma Shaked-Trainin, quien recuerda que, en pasadas ocasiones, han recibido los reproches y sufrido cr¨ªticas de algunos ba?istas israel¨ªes conservadores.
¡°Los ni?os palestinos son ni?os: resilientes y abiertos de mente, as¨ª que no creo que nos encontremos ante una situaci¨®n irreversible¡±, destaca Genevieve. ¡°Pero debemos multiplicar sus oportunidades de movilidad y conocer otras realidades: ir al mar en Israel, visitar a sus primos en Cisjordania¡ Darles alguna perspectiva de futuro¡±.
Despu¨¦s de pasar varias horas en la playa, el grupo se despide de esta jornada ¨²nica fuera de Cisjordania con un paseo en barco por el barrio ¨¢rabe de Yaffa ¡ªepicentro cultural, econ¨®mico e industrial palestino hasta la guerra de 1948¡ª, el distrito bohemio por excelencia de Tel Aviv, donde conviven ¨¢rabes e israel¨ªes.
Los m¨¢s peque?os contemplan el horizonte sobre un oc¨¦ano de plata. Cl¨¢sicos ¨¢rabes resuenan a todo volumen en el movedizo nav¨ªo acallando el vaiv¨¦n de unas olas que, no hace tanto tiempo, navegaban con libertad los pescadores palestinos; cuando el mar no era todav¨ªa el b¨¢lsamo exclusivo de unos pocos.
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