Margaret MacMillan: ¡°La clave de un buen l¨ªder es saber dar marcha atr¨¢s¡±
Es un referente en el estudio del fin de la Primera Guerra Mundial. Sus libros e investigaciones acad¨¦micas han abordado las relaciones internacionales y la dimensi¨®n pol¨ªtica de la historia. Ha impartido su magisterio desde la Universidad de Oxford poniendo el foco en los protagonistas de los acontecimientos. Y nos recibe en Londres para hablar sobre el devenir de los mandatarios en la ¨¦poca contempor¨¢nea, objeto de an¨¢lisis en su nuevo libro.
LA CITA con la historiadora Margaret MacMillan (Toronto, 1943) queda concertada en el selecto club londinense Atheneum, colindante con los jardines de Waterloo y a escasos metros del monumento al duque de York. Rectora del St. Antony¡¯s College hasta hace unos meses, forma parte del departamento de historia de la Universidad de Oxford, y es de all¨ª de donde viene algo atribulada con zapatillas de correr y un amplio chubasquero deportivo que cubre un vestido de seda rojo y una chaqueta estampada, m¨¢s acordes con la etiqueta del vetusto club.
A pesar de su porte alto y distinguido, la eminente historiadora tiene un cierto aire desgarbado que la hace cercana, como su acento canadiense, su tono ajeno a cualquier pomposidad y su tendencia a quitarse importancia. Hablar de historia con MacMillan vuelve pr¨®xima esta disciplina, como si la charla fuera con alguien de la familia, una pariente francamente entretenida. Ella dice que le encanta ense?ar. Excelente narradora, la canadiense aplica rigor y sentido com¨²n a su trabajo, volcado en las relaciones internacionales y la dimensi¨®n pol¨ªtica de la historia. Sostiene que los a?os que pas¨® impartiendo clases en la Polit¨¦cnica de Toronto la forzaron a despertar el inter¨¦s por la historia en estudiantes de ingenier¨ªa o enfermer¨ªa. ¡°Les dec¨ªa: ¡®Dejadme que os cuente la historia de este joven que fue a la Primera Guerra Mundial¡¡¯. A m¨ª siempre me han interesado las personas, los caracteres¡±.
¡°La historia permite identificar tendencias, aunque con frecuencia pasamos por alto lo que de verdad ser¨¢ importante en el futuro¡±
Bisnieta del primer ministro brit¨¢nico que forj¨® la paz en Versalles, David Lloyd George, su abuelo materno fue el m¨¦dico personal del ¨²ltimo virrey de India. MacMillan escribi¨® su tesis en Oxford sobre las perspectivas sociales y pol¨ªticas de los brit¨¢nicos en India, y en su primer libro, publicado en los ochenta, investig¨® la vida de las mujeres del Raj brit¨¢nico. ¡°Crec¨ª cuando Canad¨¢ formaba parte a¨²n de ese imperio, los libros en la escuela mostraban todos esos pa¨ªses pintados de rosa y cant¨¢bamos Dios salve a la reina en el cine antes de que empezara una pel¨ªcula. Me interesaba India y la idea de esas dos culturas tan, tan distintas¡±, explica, sentada un sal¨®n escondido en la ¨²ltima planta del Atheneum frente a una taza de t¨¦.
Sostiene que la historia es algo que todos buscamos. ?M¨¢s ahora que antes? Yo me hago la misma pregunta. Sospecho que depositamos mucha fe en la historia porque no respetamos otro tipo de autoridad. En la mayor¨ªa de pa¨ªses, ya no nos fiamos de las Iglesias ni de nuestros l¨ªderes pol¨ªticos, y parece que pensamos que la historia es un juez imparcial.
Y a usted, ?qu¨¦ la empuj¨® a la historia en primer lugar? Pues mira, el otro d¨ªa lo hablaba con mi hermana y pensamos que fue porque mis padres nos contaban historias y nos le¨ªan. Quer¨ªamos saber c¨®mo eran las cosas cu¨¢ndo ellos eran j¨®venes, y les pregunt¨¢bamos. Mi hermana se hizo periodista y yo historiadora. Tienes que ser curioso para dedicarte a la historia.
Una pregunta pol¨¦mica es esa que plantea qu¨¦ habr¨ªa pasado si algo no hubiera ocurrido, el llamado ¡°m¨¦todo contrafactual¡±. ?No es un arma de doble filo? Es ¨²til cuando te concentras en un solo elemento y analizas qu¨¦ podr¨ªa haber sido distinto. Por ejemplo, ?qu¨¦ habr¨ªa pasado si Hitler hubiera muerto en la Primera Guerra Mundial? ?Habr¨ªa evolucionado Alemania de la manera en que lo hizo? ?Hubieran sido distintos otros l¨ªderes de la ultraderecha? ?Y si Mao o Stalin hubieran muerto? Hubo muchos motivos por los que la Primera Guerra Mundial pudo estallar, pero el asesinato del archiduque, que fue el detonante, fue el resultado de una serie de accidentes: el conductor equivoc¨® la ruta, tuvo que dar marcha atr¨¢s, se quedaron atrapados, estaban en Sarajevo el d¨ªa m¨¢s tonto posible, todos los conspiradores hab¨ªan huido excepto uno, que de hecho no disparaba muy bien, pero estaba tan cerca que era dif¨ªcil que errara el tiro¡
MacMillan interrumpe la charla para servir una segunda taza de t¨¦ y asoma su iron¨ªa anglosajona cuando afirma que uno de los misterios irresolubles de la humanidad es c¨®mo a¨²n no se ha inventado una tetera con la que no te quemes o derrames el t¨¦. Asidua comentarista en los medios y editora de varias publicaciones acad¨¦micas sobre relaciones internacionales, escribi¨® sobre Nixon y China antes de alcanzar la fama internacional gracias a su monumental estudio del fin de la Primera Guerra Mundial, Par¨ªs, 1919 (Tusquets), al que sigui¨® 1914: De la paz a la guerra (Turner). Dice que creci¨® rodeada de libros sobre esa contienda, pero realmente fue un editor brit¨¢nico quien la empuj¨® a escribir. En el ensayo Juegos peligrosos: usos y abuso de la historia (Ariel), MacMillan analiz¨® los peligros que entra?a el empleo interesado del pasado, y en su nuevo libro, que surgi¨® a partir de una serie de documentales que hizo para la televisi¨®n, Las personas de la historia. Sobre la persuasi¨®n y el arte del liderazgo (Turner), defiende el papel que determinados individuos han desempe?ado. ?Concentrarse en un pu?ado de l¨ªderes no es reduccionista? ¡°Claro que importan los cambios econ¨®micos y pol¨ªticos, y las ideas, la religi¨®n, la geograf¨ªa, y el cambio a largo plazo. Pero en un determinado momento importa qui¨¦n est¨¢ al cargo, qui¨¦n puede apretar el bot¨®n, qui¨¦n puede decir voy a declarar la guerra¡±, afirma.
Al cumplirse un siglo del estallido de la Primera Guerra Mundial, escribi¨® sobre los paralelismos con aquel periodo. ?C¨®mo lo ve cuatro a?os despu¨¦s? No me equivoqu¨¦ al apuntar que en 2014 hab¨ªa, como en 1914, una reacci¨®n contra la globalizaci¨®n. De hecho, esto se ha acentuado. Tambi¨¦n apunt¨¦ la tensi¨®n creciente entre EE UU, China y Rusia, pero soy muy cauta a la hora de establecer similitudes, porque nada es nunca lo mismo. Estamos en otro momento, la gente en 1914 pensaba que se pod¨ªa empezar una guerra y ganarla. Hoy sabemos que uno debe tener cuidado: ganar las guerras es dif¨ªcil, y tambi¨¦n pararlas.
El descr¨¦dito del viejo orden mundial es otro de los asuntos que caracterizaron ese periodo. ?Estamos en un momento similar? S¨ª. Afganist¨¢n e Irak fueron ?invadidas, y es f¨¢cil ver el da?o que eso ha causado y sigue causando con centenares de muertos cada mes. Luego vino la debacle financiera de 2008. Y no confiamos en que nuestros l¨ªderes sean capaces de atajar los problemas. Han creado un l¨ªo en las relaciones internacionales notable, y aunque hemos salido de la crisis, la suerte fue un factor importante en ello y los problemas que la originaron no han sido subsanados, siguen ah¨ª y desestabilizan las econom¨ªas. Lo ocurrido ha hecho que mucha gente ponga en cuesti¨®n el sistema.
Tambi¨¦n muchos l¨ªderes parecen estar cuestion¨¢ndolo. Me preocupa Putin, lo que hace es oportunista. No est¨¢ al mando de un pa¨ªs fuerte, porque Rusia tiene muchos problemas, pero est¨¢ retando las reglas internacionales, y esas normas solo est¨¢n ah¨ª porque todo el mundo las acata. ?Cu¨¢nto puede resistir el sistema? Muchas cosas que d¨¢bamos por hecho puede que se acaben.
?Hay una obsesi¨®n por reconocer patrones del pasado en el presente? El caso es que tampoco tenemos muchas otras direcciones que tomar. La historia permite identificar tendencias, aunque con frecuencia pasamos por alto lo que de verdad ser¨¢ importante en el futuro.
?Por ejemplo? Mira, estuve casada con alguien que trabajaba en el mundo de la inform¨¢tica y tuve un ordenador muy al principio. Recuerdo que pens¨¦ que nunca lo usar¨ªa¡ ?Qui¨¦n iba a suponer que esa m¨¢quina iba a dominar nuestras vidas? Adivinar el futuro es muy complicado. Hay gente que cree en la astrolog¨ªa, otros van a echadores de cartas y los antiguos romanos usaban gansos¡ Nos fijamos en el pasado buscando luces de gu¨ªa, y la historia lo que hace es ayudarte a hacerte preguntas.
?Cu¨¢l es la pregunta m¨¢s urgente hoy que debemos hacernos al examinar la historia? Una de las m¨¢s importantes es: ?qu¨¦ ocurre en las sociedades cuando se est¨¢n produciendo muchos cambios? En el periodo anterior a la Primera Guerra Mundial, todo se estaba moviendo muy r¨¢pido. Hoy pensamos que Internet es algo extraordinario, pero el tel¨¦grafo tambi¨¦n aceler¨® y conect¨® el mundo. El nuevo ritmo gener¨® mucha preocupaci¨®n, y hoy ocurre algo parecido.
La creciente desigualdad o los problemas medioambientales, ?afectan la manera en que los historiadores examinan el pasado? S¨ª, muchos departamentos en universidades norteamericanas se concentran en ¨¢reas y estudios muy acotados. La narraci¨®n amplia y sint¨¦tica no se hace, porque se piensa que no es del todo leg¨ªtima. Pero se necesitan las dos cosas. Es muy encomiable el inter¨¦s por las minor¨ªas oprimidas, pero me preocupa que dejemos de lado la historia pol¨ªtica y las relaciones internacionales. Lo que ocurre en tu comunidad a una escala peque?a obviamente importa, pero lo que ocurre en el amplio mundo tambi¨¦n. Si llega una plaga, se construye el ferrocarril o hay una guerra, las comunidades quedan afectadas por grandes cambios hist¨®ricos. Me gusta la historia narrativa, saber c¨®mo ocurrieron las cosas y c¨®mo resultaron al final.
Escribe que no somos iguales y que en parte se debe a la historia. ?Concentrarse en la diferencia es mejor que buscar el denominador com¨²n? Somos biol¨®gicamente iguales, pero tambi¨¦n hay que reconocer que crecemos con distintas historias y esto nos moldea: lo que te ha pasado en la vida te convierte en lo que eres, las cosas buenas y malas, pero tambi¨¦n recibes una historia. Si creciste en Canad¨¢, heredas un cierto tipo de sociedad y una visi¨®n, y si lo haces en Espa?a, pues otra. Somos una mezcla de nuestra historia personal y de la historia grupal que configura la cultura en la que nos criamos. No es algo est¨¢tico, inamovible, pero la historia ayuda a comprender a otra gente.
¡°Como estudiante solo tuve a una mujer de catedr¨¢tica. Nadie me anim¨® a hacer un doctorado. Se daba por hecho que las mujeres se licenciaban y se casaban¡±
?De qu¨¦ manera? Para entender el resentimiento que tantos musulmanes sienten hacia Occidente ayuda ?conocer qu¨¦ historia est¨¢n recordando ellos. Para comprender Espa?a, probablemente sea ¨²til conocer la Guerra Civil y saber que el pa¨ªs fue un gran imperio. Esto no lo explica todo, pero puede ayudarte a comprender al pr¨®jimo.
?C¨®mo se puede probar que alguien est¨¢ equivocado cuando se discute el pasado? La historia no es una ciencia exacta, pero s¨ª podemos pedir una explicaci¨®n. ?Sobre qu¨¦ evidencia se construye una afirmaci¨®n? ?Cu¨¢l es el razonamiento? Aprendes a cuestionar la evidencia, a razonar.
Ha tocado en sus trabajos el papel del azar, cu¨¢ntas decisiones, en la vida p¨²blica igual que en la privada, se toman impulsivamente. ?No vuelve esto muy complicado analizar c¨®mo se decidieron las cosas? Las decisiones est¨¢n motivadas por todo tipo de cosas. Pero, por ejemplo, Hitler ten¨ªa una ideolog¨ªa muy clara que hab¨ªa expuesto en sus libros sobre c¨®mo quer¨ªa expandir Alemania y deshacer el Tratado de Versalles. Plante¨® un programa y estaba dispuesto a ir adonde hiciera falta para cumplirlo. Stalin tambi¨¦n estaba decidido a construir un r¨¦gimen socialista costase lo que costase.
Se ha especulado mucho sobre la salud mental de estos personajes, pero es algo en lo que usted no entra. No somos psiquiatras y no podemos evaluarlos, aunque podemos ver determinados rasgos. ?Estaban locos Hitler y Stalin? Pues no lo s¨¦, pero tenemos que tener cuidado.
Al estudiar la personalidad de los l¨ªderes, se?ala como caracter¨ªsticas decisivas la ambici¨®n y una inquebrantable determinaci¨®n. Cuando esto funciona, como con Churchill, la imagen es positiva, pero en otros casos, como con Woodrow Wilson, parece que la cabezoner¨ªa bloque¨® el camino. La clave est¨¢ en saber dar marcha atr¨¢s. Eso es lo que hace un buen l¨ªder. Franklin D. Roosevelt pod¨ªa ser testarudo, pero sab¨ªa cu¨¢ndo parar, porque buscaba el consenso y nunca fue demasiado lejos. Otros pol¨ªticos no saben hacerlo.
?Qu¨¦ biograf¨ªas le gustan? Las de exploradores, inventores o pol¨ªticos son interesantes porque es gente que est¨¢ haciendo cosas; las de escritores, no tanto.
Cuando empez¨®, la academia estaba dominada por hombres. ?C¨®mo ha cambiado esto? Cuando yo estudiaba en Toronto tuve una sola mujer como catedr¨¢tica. No recuerdo a nadie que me animara a hacer un doctorado, porque se daba por hecho que las mujeres terminaban la licenciatura y se casaban. Eso empez¨® a cambiar en 1966, cuando el movimiento de los derechos civiles y las protestas contra la guerra de Vietnam cuestionaron la autoridad. En 1969, en Oxford, celebramos la primera reuni¨®n para hablar de temas feministas. Surgi¨® un gran inter¨¦s por la historia de las mujeres.
Las teor¨ªas marxistas ten¨ªan mucha fuerza cuando arranc¨® su carrera. Luego lleg¨® el posmodernismo. ?D¨®nde estamos ahora? La historia siempre est¨¢ cambiando y movi¨¦ndose. Nunca me interes¨® mucho la corriente posmodernista. Decir que absolutamente toda evidencia es sospechosa porque siempre es, hasta cierto punto, una construcci¨®n y que no hay una verdad te puede llevar a una ruta peligrosa, y de hecho as¨ª ocurri¨®. Una de las corrientes actuales m¨¢s interesantes es la llamada historia de las emociones. Hoy tambi¨¦n se hacen an¨¢lisis muy detallados de discursos que generan debates interminables. Y yo creo que se puede analizar lo que alguien dijo, pero tambi¨¦n es importante mirar lo que hizo, c¨®mo viv¨ªa, c¨®mo ?funcionaba la sociedad, c¨®mo era la econom¨ªa. La pol¨ªtica no se puede pasar por alto, importa porque afecta a la vida de la gente com¨²n. Hay sitio para muchos tipos de historia.
?El auge de esta corriente hist¨®rica de las emociones refleja esta era altamente emocional? S¨ª, puede que hoy seamos m¨¢s conscientes de cu¨¢n irracional puede ser el mundo. En el siglo XVIII se ten¨ªa fe en la raz¨®n; despu¨¦s hubo que reconocer que muchas cosas escapan a nuestra raz¨®n, como el subconsciente. Luego pensamos que las fuerzas econ¨®micas eran m¨¢s importantes que las emociones y ahora puede que estemos volviendo a la idea de que los miedos son importantes.
Define su disciplina como una ¡°piscina sulfurosa latente bajo el presente¡±. La historia puede ser peligrosa. A veces no nos damos cuenta de que tenemos prejuicios y sesgos. Pero ?es mejor examinar el pasado o dejarlo pasar? El peligro, si decides dejarlo, es que alguien pueda usarlo. Eso pas¨® en Yugoslavia, donde el uso del pasado fue perverso. Es mejor abrir el pasado y examinarlo aunque sea un proceso doloroso y sea muy delicado decidir cu¨¢ndo hacerlo. Pero es mejor enfrentarse.
Habla de su inter¨¦s en la historia como algo un poco de cotilla. ?Todos los historiadores lo son? No, no todos. Hay quien est¨¢ muy interesado en la gente, otros en las tendencias, otros en la econom¨ªa. Pero para muchos de nosotros la voz humana del pasado es importante. Cuando leo una carta o un diario pienso que lo escribi¨® alguien que estuvo vivo y ten¨ªa algo que decir.
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