Hacia un nuevo paradigma de seguridad humana
La protecci¨®n del individuo debe copar la lista de prioridades de la sociedad internacional
![Rebeldes sirios en la provincia de Idlib](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/F7WFSRELCJKKG2WSRY3H7JOBCI.jpg?auth=caf912575326e07e47be2ba59ad927fc5c18f3ffdf72bd9bcd252677c3520f13&width=414)
En los ¨²ltimos tiempos, se est¨¢ demostrando que la globalizaci¨®n dista mucho de ser un proceso constante y sin altibajos. Ciertos l¨ªderes pol¨ªticos la han etiquetado irresponsablemente como el origen de todos los males, lastrando con ello el desarrollo de instrumentos de gobernanza multinivel. Y es que las voces de la nostalgia son cada vez m¨¢s numerosas, y defienden cada vez con m¨¢s ah¨ªnco la necesidad de reforzar los muros y rescatar los v¨ªnculos tradicionales entre los conceptos de "Estado", "soberan¨ªa" y "seguridad".
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Siempre fue ingenuo suponer que las organizaciones internacionales, los actores transnacionales, las regiones o las ciudades desposeer¨ªan f¨¢cilmente al Estado de su papel central en las relaciones humanas. Sin embargo, ser¨ªa igualmente ingenuo concluir que fen¨®menos como el Brexit y la elecci¨®n de Donald Trump nos han devuelto a un mundo puramente westfaliano, en el que la primac¨ªa del Estado era incontestable. La globalizaci¨®n est¨¢ tan avanzada, y las interconexiones son tan profundas, que desandar lo andado es poco menos que una quimera.
Ahora bien, en materia de seguridad internacional, los mecanismos legales e institucionales existentes a escala global siguen sin ser los adecuados para hacer frente a las actuales amenazas. Esto ya era as¨ª antes de que el Brexit y la llegada de Trump empeoraran las cosas, obstaculizando m¨¢s si cabe la cooperaci¨®n entre pa¨ªses.
Como argumentan Chinkin y Kaldor en su imprescindible libro International law and new wars (Derecho internacional y nuevas guerras), la cl¨¢sica distinci¨®n entre conflictos armados internacionales y no internacionales ha perdido vigencia, y lo mismo puede decirse de la dicotom¨ªa entre seguridad interna y externa. Un prototipo de las llamadas "nuevas guerras" es el conflicto sirio, que implica a un enorme abanico de actores (p¨²blicos y privados, dom¨¦sticos e internacionales) y trasciende las fronteras estatales (ejemplo de lo cual era la presencia del Estado Isl¨¢mico tambi¨¦n en Irak, as¨ª como sus atentados en muchos otros pa¨ªses). Estas "nuevas guerras" suelen tener un fuerte componente identitario, extenderse durante un largo per¨ªodo de tiempo y afectar en gran medida a la poblaci¨®n civil.
El reciente repunte de conflictos con un componente intraestatal implica que el modelo westfaliano de soberan¨ªa, seg¨²n el cual los Estados monopolizaban el uso leg¨ªtimo de la fuerza dentro de sus fronteras, ha quedado totalmente obsoleto. Si pretendemos seguir construyendo una sociedad que merezca el apelativo de "internacional", no podemos entender la soberan¨ªa ¨²nicamente en t¨¦rminos de autoridad, sino tambi¨¦n de responsabilidad. En buena l¨®gica, pues, debemos estar abiertos a intervenir en un pa¨ªs determinado cuando su Gobierno est¨¢ comprometiendo la seguridad de su propia poblaci¨®n. Este razonamiento constituye el n¨²cleo de la "responsabilidad de proteger" (R2P), una doctrina adoptada por la Asamblea General de Naciones Unidas en 2005.
No debemos infravalorar la capacidad del derecho internacional de transformarse y, al mismo tiempo, de transformar
No obstante, cuando el uso de la fuerza se ha justificado por motivos humanitarios (ya sea antes o despu¨¦s de la adopci¨®n de la R2P) se ha optado por un enfoque estrecho en el que han primado las t¨¢cticas militares. La R2P engloba la responsabilidad de prevenir y la responsabilidad de reconstruir, aspectos que en la pr¨¢ctica han sido relegados a un segundo plano. Adem¨¢s, las dos apelaciones que ha hecho el Consejo de Seguridad a la R2P para autorizar intervenciones humanitarias "con todos los medios necesarios" (en Libia y Costa de Marfil, ambas en 2011) han sido acusadas de servir de subterfugio para inducir cambios de r¨¦gimen. Desde entonces, la R2P ¡ªque se ha plasmado m¨¢s bien como un derecho a intervenir, desprovisto de codificaci¨®n e invocado de forma selectiva¡ª ha quedado estigmatizada y, por consiguiente, aparcada. El bloqueo del que ha ca¨ªdo preso el Consejo de Seguridad a prop¨®sito de Siria es fruto en parte de estos descalabros, y deja patente que el humanitarismo se encuentra todav¨ªa muy supeditado a criterios geopol¨ªticos.
?Estamos condenados, por tanto, a elegir entre los excesos intervencionistas de Irak o Libia y la impotencia de Ruanda o Srebrenica, donde los contingentes desplegados por la ONU no estaban autorizados a interponerse entre los genocidas y sus v¨ªctimas? Las convicciones dominantes en el seno de la Administraci¨®n Trump pueden reforzar la percepci¨®n de que esas son en efecto las ¨²nicas opciones sobre la mesa. La larga lista de fracasos asociados a la pol¨ªtica de cambio de r¨¦gimen no ha hecho demasiada mella sobre los "halcones" neoconservadores, que vuelven a ocupar altos cargos de la Administraci¨®n estadounidense, complementando las tendencias aislacionistas que en ocasiones ha dejado entrever Trump.
Reinventar el concepto de seguridad humana no es una cuesti¨®n de idealismo, sino de imperiosa necesidad
Pero no podemos resignarnos a perpetuar el actual marco discursivo, ni debemos infravalorar la capacidad del derecho internacional de transformarse y, al mismo tiempo, de transformar. Chinkin y Kaldor defienden que un modelo alternativo de seguridad est¨¢ a nuestro alcance; un modelo en el que la protecci¨®n del individuo ¡ªm¨¢s que de los Estados¡ª cope la lista de prioridades de la sociedad internacional, sin que ello conlleve una actitud paternalista. Para garantizar su eficacia, este paradigma habr¨¢ de interiorizar las reivindicaciones de las poblaciones afectadas (incluidas las de las mujeres y otros colectivos estructuralmente desfavorecidos) e interpretar las amenazas a la seguridad de forma hol¨ªstica y no epis¨®dica. Asimismo, tendr¨¢ que dar preferencia a los medios civiles sobre los militares, poner especial ¨¦nfasis en el desarme, y anclarse firmemente en los derechos humanos y en un entramado normativo adaptado a las "nuevas guerras". En definitiva, la noci¨®n de "seguridad humana" debe servirnos de revulsivo: de la responsabilidad de proteger, al derecho a ser protegido.
Los mimbres ya existen. De hecho, la R2P y el paradigma de seguridad humana se desarrollaron en paralelo, con el destacado apoyo de un gran referente ¨¦tico a nivel mundial, como fue el recientemente fallecido Kofi Annan. En 2004, el Grupo de Estudio sobre las Capacidades de Europa en Materia de Defensa present¨® en Barcelona un informe titulado Una doctrina de seguridad humana para Europa, al que se a?adi¨® tres a?os despu¨¦s el Informe de Madrid. Este Grupo de Estudio articul¨® los principios que guiaron el incremento de misiones exteriores de la UE, inspirando avances como la creaci¨®n de asambleas populares consultivas, o la introducci¨®n de supervisores dedicados a verificar el cumplimiento de los derechos humanos. Desgraciadamente, igual que ocurri¨® con la R2P, dichos principios cayeron en desuso, arrastrados por las corrientes geopol¨ªticas y eclipsados por los c¨¢nones militares de las campa?as antiterroristas.
Con todo, cabe recordar que las grandes reconfiguraciones del derecho internacional se han producido justo despu¨¦s de momentos cr¨ªticos. En esta era de marcada vulnerabilidad de la poblaci¨®n civil, incluso a amenazas nuevas como los ciberataques, reinventar el concepto de seguridad humana no es una cuesti¨®n de idealismo, sino de imperiosa necesidad. De este concepto podr¨¢ emanar una estrategia integral para gestionar los conflictos transversales y altamente corrosivos que se est¨¢n multiplicando. Al fin y al cabo, solamente hay una manera de contrarrestar los efectos negativos de la globalizaci¨®n: reforzar los positivos.
Javier Solana es distinguished fellow en la Brookings Institution y presidente de ESADEgeo, el Centro de Econom¨ªa y Geopol¨ªtica Global de ESADE.
Copyright: Project Syndicate, 2018.
www.project-syndicate.org
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