Elecciones bajo sentencia

El lunes desde la c¨¢rcel Josep Rull dec¨ªa: ¡°No tiene sentido repetir estrategia. Hay que buscar el mismo objetivo por otros caminos¡±. Y el martes en su conferencia supuestamente program¨¢tica el presidente Quim Torra confirmaba que no cambia de estrategia porque no tiene otra, o si la tiene no puede o no quiere imponerla a los m¨¢s creyentes. Sigue, por tanto, el independentismo levitando por encima de la realidad. Una vez m¨¢s Torra ha pasado las palabras por encima de los hechos pero sin dar un paso sobre la tierra enfangada que es hoy la pol¨ªtica catalana. ?Cu¨¢l es su programa? Seguir a la b¨²squeda del momentum. Una reedici¨®n de la estrategia fallida de las citas definitivas 9-N, 27-S, 1-O, que ha servido para demostrar la fuerza pero tambi¨¦n los l¨ªmites del independentismo. Sabiendo a d¨®nde ha llevado este camino ser¨ªa razonable emprender otro.

Pero Torra se limita a marcar un nuevo hito: la sentencia del juicio contra los presos independentistas. Desde ahora y hasta entonces apela a una movilizaci¨®n permanente para que el independentismo llegue con las pilas cargadas al momentum. Y anuncia que no aceptar¨¢ una sentencia que no sea absolutoria. ?Qu¨¦ quiere decir? Sencillamente, que dimitir¨¢ y convocar¨¢ elecciones, contando con que la sentencia tenga un efecto dopaje sobre el electorado y el independentismo obtenga un refrendo. Torra sabe que si algo es ampliamente compartido en la sociedad catalana, m¨¢s all¨¢ del mundo soberanista, es el rechazo a la situaci¨®n de los presos. Y sabe que este es el ¨²nico pegamento que mantiene formalmente unido al independentismo. Su pol¨ªtica empieza y acaba aqu¨ª: los presos como coartada para disimular su impotencia pol¨ªtica. Y, sin embargo, los propios presos han dichos que la agenda pol¨ªtica no deber¨ªa pasar por ellos.

Quienes subrogaron sus responsabilidades a la justicia para afrontar un problema que, como desde Europa se les dec¨ªa, s¨®lo se puede resolver pol¨ªticamente, ahora, en la oposici¨®n, tienen tiempo para reflexionar sobre las consecuencias de esta dejaci¨®n. Pero viven en el 155, aut¨¦ntico mito del autoritarismo constitucional, peculiar figura surgida de la reacci¨®n ante el proceso catal¨¢n. El Estado quiso mostrar m¨²sculo, ante el entusiasmo de los que siguen so?ando con la derrota total del soberanismo, y estamos en un pantano. El estancamiento es una puerta abierta a la frustraci¨®n permanente. La aportaci¨®n de Torra ha sido decepcionante para quienes esperaban algo m¨¢s que pol¨ªtica testimonial una vez restituidas las instituciones. Y el Gobierno espa?ol, comprometido por su presidente a que el conflicto regrese a la v¨ªa pol¨ªtica, va con pies de plomo. ?Un oto?o caliente para llegar a unas elecciones bajo el peso de una sentencia judicial? ?Eso es todo lo que se ofrece? ?Y gobernar? El discurso de Torra es el del l¨ªder de un movimiento, no el de un presidente de Gobierno.