Un d¨ªa luchando contra enfermedades tropicales en Pap¨²a Nueva Guinea
As¨ª es c¨®mo el equipo de un m¨¦dico espa?ol combate desde hace casi una d¨¦cada el pian, una dolencia que afecta a poblaciones remotas y pobres
Nos encontramos en la remota isla de Lihir, en la provincia de Nueva Irlanda, Pap¨²a Nueva Guinea. Estamos en plena Melanesia, rodeados de cientos de kil¨®metros de oc¨¦ano en casi cualquier direcci¨®n. Somos un peque?o equipo de tres o cuatro personas del centro de investigaci¨®n ISGlobal de Barcelona, aunque contamos con la ayuda de otros investigadores y trabajadores pap¨²es en nuestro d¨ªa a d¨ªa.
Nuestro equipo est¨¢ liderado por Oriol Mitj¨¤, que lleg¨® a esta isla hace ya ocho a?os y desde entonces ha investigado numerosas enfermedades que afectan a esta poblaci¨®n tan remota. Sus esfuerzos se han centrado en el pian (tambi¨¦n llamado yaws), una enfermedad infecciosa causada por la bacteria Treponema pallidum pertenue, que causa ¨²lceras en la piel de los ni?os. Se trata de una enfermedad olvidada que afecta solo a poblaciones remotas y pobres: desde los a?os 50, la ¨²nica investigaci¨®n iniciada fue la que comenz¨® Oriol hace una d¨¦cada.
Es dif¨ªcil saber cu¨¢ntas personas sufren la enfermedad. Sabemos que hay 13 pa¨ªses end¨¦micos confirmados, 8 de los cuales reportaron 46.000 casos en 2015. Se estima que 89 millones viven en estos lugares y, por tanto, en riesgo de contagio. Adem¨¢s, en 73 pa¨ªses la enfermedad era end¨¦mica en los a?os 50, pero no han sido evaluados para comprobar si todav¨ªa lo son.
A todo hay que a?adir que el 20% de los pacientes son asintom¨¢ticos. En cualquier momento volver¨¢n a tener ¨²lceras y a transmitir la enfermedad, meses o a?os despu¨¦s de su contagio.
El documental ¡®Where the Roads End¡¯ (Noem¨ª Cun¨ª, 2016) cuenta c¨®mo Oriol Mitj¨¤ lleg¨® Lihir en 2010 y se encontr¨® con una epidemia de la que apenas hab¨ªa o¨ªdo hablar.
A Pap¨²a Nueva Guinea la llaman ¡°la tierra de lo inesperado¡±. Despu¨¦s de unos a?os trabajando aqu¨ª puedo asegurar que es completamente cierto. Nada sale seg¨²n lo planeado: siempre debe haber un plan B, C, D, E y hasta F. Tienes que estar siempre preparado para cambiar todo e improvisar una nueva soluci¨®n en cualquier momento, de modo que la rutina no es algo que caracterice nuestro d¨ªa a d¨ªa.
Aun as¨ª, y a grandes rasgos, as¨ª es para nosotros un d¨ªa en Lihir.
Nos levantamos sobre las 5:30 AM y un poco m¨¢s tarde salimos de nuestro bungal¨® para enfrentarnos al calor tropical. A esas horas el Sol a¨²n no ha salido del todo, pero las temperaturas rondan los 30¡æ y la humedad extrema hace que la ropa se pegue al cuerpo en pocos minutos.
Damos un paseo hasta el comedor del campamento, un pabell¨®n inmenso donde cada ma?ana nos dan de desayunar junto a varios cientos de trabajadores de la mina.
S¨ª. Aqu¨ª, en medio de la jungla, existe una enorme mina de oro a cielo abierto.
La mina nos permite usar sus instalaciones (bungal¨®s, oficina y comedores) durante nuestra estancia en Lihir, de ah¨ª nuestro desayuno multitudinario. Despu¨¦s nos dirigimos al centro de salud, el Lihir Medical Center, donde tenemos una peque?a base de operaciones, un contenedor que hace de oficina con conexi¨®n a internet y aire acondicionado. ?Todo un lujo!
El futuro de los m¨¢s j¨®venes depende de un antibi¨®tico
Nuestro trabajo se centra en las comunidades de la isla. Visitamos aldeas y colegios casi todos los d¨ªas. La jornada comienza con una reuni¨®n con el equipo, en la que planeamos cu¨¢ntos veh¨ªculos van a salir y qui¨¦n se encarga de cada zona.
Existen mil variables a tener en cuenta que moldean el plan. Si ha llovido en las ¨²ltimas horas sabemos que ciertas zonas inundadas ser¨¢n inaccesibles hasta la tarde, eso si no vuelve a llover. Puede que alg¨²n evento, como un funeral, nos impida recorrer ciertos pueblos. Hay que tenerlo todo en cuenta antes de salir.
Una vez terminada la reuni¨®n, cargamos el material en los Toyota 4x4 y salimos a visitar las aldeas, colegios y casas en busca de pacientes con pian.
En estas islas end¨¦micas todos conocen la enfermedad. Las abuelas usan remedios para tratar y tapar las ¨²lceras con hojas de ¨¢rboles y ung¨¹entos a base de papaya, que pueden ayudar a prevenir nuevas infecciones. Pero sin tratamiento antibi¨®tico el pian no solo es muy infeccioso, sino que adem¨¢s puede acabar en malformaciones ¨®seas permanentes que afectan gravemente al futuro de los ni?os.
En un mundo en el que el trabajo f¨ªsico, como cultivar y pescar, es una parte muy importante de la vida, el problema del pian se agrava. La comunidad es consciente de esto y, despu¨¦s de a?os trabajando codo con codo con ellos, saben que la medicina que traemos es algo bueno y el recibimiento en colegios y aldeas siempre es acogedor y muy positivo.
El pian y otras enfermedades ulcerativas afectan sobre todo a ni?os de entre 5 y 15 a?os, que se infectan unos a otros por contacto f¨ªsico al jugar y compartir pupitre. Por eso nuestra primera parada siempre son los colegios: hablamos con los profesores y les pedimos permiso para interrumpir las clases un rato. Solicito a los ni?os que levanten la mano si tienen alguna herida y los revisamos a todos uno por uno, brazos y piernas. En un aula de 20 alumnos es f¨¢cil encontrar 7 u 8 casos, a veces m¨¢s.
Para cada paciente recogemos una gran cantidad de informaci¨®n. Ah¨ª entra en pr¨¢ctica nuestro tok pisin, el idioma com¨²n de Pap¨²a Nueva Guinea, que se parece mucho al ingl¨¦s. He aqu¨ª un ejemplo b¨¢sico:
¡ª¡°Hamas Christmas blong yu?¡±
Vendr¨ªa del ingl¨¦s ¡°how much (many) Christmas belong to you?¡± que ser¨ªa traducido literalmente como ¡°?cu¨¢ntas Navidades te pertenecen?¡±. Es decir, ¡°?cu¨¢ntos a?os tienes?¡±.
Mismas ¨²lceras, distintos sospechosos
Adem¨¢s de informaci¨®n personal, recogemos una muestra de cada ¨²lcera con un escobill¨®n de algod¨®n para confirmar el pat¨®geno responsable. Varias bacterias pueden causar estas heridas, pero tratamos a todos los ni?os afectados (y a sus contactos m¨¢s cercanos) con una dosis del antibi¨®tico azitromicina que, seg¨²n nuestros estudios, funciona contra la gran mayor¨ªa de pat¨®genos sospechosos presentes en la zona.
Una ¨²nica dosis de azitromicina a toda la poblaci¨®n end¨¦mica, administrada cada seis meses durante tres sesiones (un a?o y medio) ser¨ªa suficiente para eliminar el pian. Esto es en lo que nuestro equipo trabaja ahora mismo
El objetivo final ser¨ªa la erradicaci¨®n de la enfermedad, algo que la mayor¨ªa de expertos cree posible. Una ¨²nica dosis de azitromicina a toda la poblaci¨®n end¨¦mica, administrada cada seis meses durante tres sesiones (un a?o y medio) ser¨ªa suficiente para eliminar el pian. Esto es en lo que nuestro equipo trabaja ahora mismo.
Volveremos a visitar a cada paciente dos semanas despu¨¦s del tratamiento para asegurarnos de que se ha curado. Si no fuera as¨ª, existen otros tratamientos que podemos usar. El seguimiento es muy importante: un caso no curado, o un fallo en el tratamiento puede desembocar en una resistencia al antibi¨®tico.
El seguimiento es tambi¨¦n una de las partes m¨¢s dif¨ªciles del proceso. M¨¢s de una vez conducimos durante horas para buscar a un paciente y este no ha ido al colegio o no est¨¢ en casa. Como la mayor¨ªa de la gente no tiene tel¨¦fono (o cobertura) es muy dif¨ªcil organizarse. No importa: seguimos intentando ver a los enfermos una y otra vez.
Repetimos el proceso en todos los colegios que podemos a lo largo de la ma?ana. Despu¨¦s de visitar dos o tres, a mediod¨ªa hacemos un descanso a la sombra de alg¨²n ¨¢rbol, pero ?nunca bajo una palmera! Regla n¨²mero uno de supervivencia en la jungla: cuando caiga un coco no querr¨¢s encontrarte debajo.
Despu¨¦s visitamos las casas de la aldea para encontrar nuevos pacientes. Muchas veces los peores casos, con las ¨²lceras m¨¢s grandes, no van al colegio o al trabajo por estigma o por miedo a infectar a sus compa?eros.
Al final del d¨ªa volvemos al centro de salud, donde metemos las muestras en el congelador antes de enviarlas a EE UU para su an¨¢lisis. Acabamos la jornada con algo de ejercicio, si nos quedan fuerzas, o con una cerveza fr¨ªa. Todo esto con mucho cuidado, ya que la puesta de sol es la ¡°hora de la malaria¡±. Basta que te relajes y pienses que el d¨ªa se ha terminado para que te piquen los mosquitos una docena de veces antes de que te des cuenta.
Camila Gonz¨¢lez Beiras es investigadora Post-Doc en Enfermedades Infecciosas Olvidadas, Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal)
Este tema fue previamente publicado en The Conversation.
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