Ley de los Fr¨ªvolos
La premisa fundamental de las democracias capitalistas es la competici¨®n justa
Juli¨¢n Mar¨ªas dec¨ªa que la Guerra Civil fue consecuencia de una ingente frivolidad. Es la ¡°palabra decisiva¡± para entender c¨®mo, en un momento de esplendor intelectual, tantas de nuestras mentes brillantes se dedicaron a jugar con los odios colectivos. Pol¨ªticos, cl¨¦rigos, periodistas, empresarios o dirigentes de sindicatos tergiversaron la realidad y crearon enemigos abstractos (del fascismo a la masoner¨ªa). Por lo general, ellos no apretaron el gatillo. Pero deshumanizaron a otros espa?oles, convirti¨¦ndolos en dianas de una violencia indiscriminada. Estos pobres pagar¨ªan las palabras incendiarias de los l¨ªderes pol¨ªticos, econ¨®micos y culturales.
La falta de responsabilidad de las ¨¦lites fue la causa de muchas atrocidades en el siglo XX. Pero frivolidad sigue siendo la palabra decisiva para comprender los males del siglo XXI. La premisa fundamental de las democracias capitalistas es la competici¨®n justa. Los m¨¢s capaces triunfan en la pol¨ªtica y en los negocios. No deber¨ªa haber espacio para los irresponsables fr¨ªvolos. Pero cada d¨ªa hay m¨¢s.
En econom¨ªa, la letan¨ªa oficial es que vivimos en una ¨¦poca de capitalismo salvaje. Te equivocas y te quedas en la cuneta. Pero eso es verdad s¨®lo para las personas menos privilegiadas. Y es subsanable si tejemos una red protectora que amortig¨¹e los reveses de la vida.
El problema de fondo de nuestro capitalismo es el opuesto. Para demasiadas personas el capitalismo es poco salvaje. Las ¨¦lites apenas se juegan la piel. Y, sobre todo, se juegan la piel de los otros. El paradigma han sido los bancos durante la crisis financiera de la que se cumple una d¨¦cada. La privatizaci¨®n de beneficios y la socializaci¨®n de p¨¦rdidas mostr¨® que las grandes fieras de la econom¨ªa no viven en la ley de la selva, sino en un zoo, bien cuidadas por servidores te¨®ricamente p¨²blicos.
Otro ejemplo son los acad¨¦micos y miembros de profesiones protegidas que piden el despido libre y la libertad de competencia ¡ªpara otros colectivos, claro¡ª. Que los taxistas, obreros industriales y camareros tengan que enfrentarse a competidores salidos de la nada. No ellos. Estos predicadores fr¨ªvolos ven claramente c¨®mo se puede aplicar la l¨®gica del mercado a otras profesiones, pero se encogen de hombros con la suya. ¡°Uy, la Universidad¡, eso es muy complejo de reformar¡±.
Y es que, ?para qu¨¦ jugarte el cuello si puedes jugarte el de los dem¨¢s? @VictorLapuente
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