La desprotecci¨®n europea
La UE fue garant¨ªa de paz y progreso hasta que la gesti¨®n de la crisis abon¨® el campo al populismo y la eurofobia
La crisis financiera demostr¨® que la Uni¨®n Europea no estaba bien equipada para afrontarla con solvencia. Una d¨¦cada despu¨¦s, las derivas autoritarias y populistas de algunos miembros del club est¨¢n dejando al descubierto las nefastas consecuencias pol¨ªticas de aquella crisis y, de nuevo, las dificultades del proyecto europeo para enderezar el rumbo. La Gran Recesi¨®n amenaz¨® seriamente la existencia de la moneda ¨²nica, uno de los grandes logros de la Uni¨®n. Lo que ahora est¨¢ viviendo Europa es una carga de profundidad que pone en riesgo algo m¨¢s sagrado: el esp¨ªritu que alienta la misma existencia de una reunificaci¨®n europea basada en la pertenencia voluntaria a un club de pa¨ªses libres, democr¨¢ticos y solidarios. El delegado nacional del partido de Emmanuel Macron, Christophe Castaner, a ocho meses de las elecciones europeas, es alarmista. ¡°El desaf¨ªo no es ganar. Es salvar o no Europa¡±. ?Es para tanto?
Macron gan¨® las presidenciales francesas en mayo de 2017 con un discurso contracorriente, profundamente europe¨ªsta, que 20 meses despu¨¦s tropieza con la realidad pol¨ªtica. Esta apenas deja paso a propuestas que reforzar¨ªan el bloque. El panorama es desalentador. Polonia y Hungr¨ªa siguen desafiando las leyes comunitarias y desliz¨¢ndose hacia la llamada democracia iliberal. Cuentan con crecientes aliados en sus propuestas insolidarias y antinmigratorias, como Rep¨²blica Checa, Austria o Italia. Reino Unido contin¨²a decidido a abandonar el club. Los movimientos populistas ganan terreno en las diversas elecciones nacionales y en los sondeos y la canciller alemana, Angela Merkel, afronta disidencias internas por parte de las corrientes ultraconservadoras.
El presidente franc¨¦s dijo perseguir una Europa que proteja, idea que la Comisi¨®n hizo suya meses despu¨¦s; quiz¨¢ porque en alg¨²n momento de su corta historia la Uni¨®n Europea dej¨® de proteger a sus ciudadanos. Ese gran proyecto que al principio fue una garant¨ªa de paz y, m¨¢s adelante, de democracia y progreso ¡ªlas viejas dictaduras del sur bien lo saben¡ª hizo una gesti¨®n de la Gran Depresi¨®n muy discutida ¡ª?era la ¨²nica posible?¡ª, que perjudic¨® a la ciudadan¨ªa. Esta vio c¨®mo las ¨¦lites pol¨ªticas optaban por rescatar al sector financiero con el dinero de los contribuyentes y fiaban la recuperaci¨®n a recortes de pensiones, reducci¨®n de sueldos, m¨¢s desempleo y mayor precariedad laboral. La UE, en definitiva, tal como parecen percibirlo tantos ciudadanos, hizo una apuesta clave: proteger al sistema financiero frente a ellos. La modificaci¨®n en Espa?a del art¨ªculo 135 de la Constituci¨®n en 2011 es, a este respecto, de un gran simbolismo: cumplir con el objetivo de d¨¦ficit marcado por Bruselas se convirti¨® desde entonces en una prioridad de obligado cumplimiento. Menci¨®n destacada en la Ley Fundamental de la que no se benefician ni la educaci¨®n ni la sanidad, por ejemplo.
Salvar a Europa es salvar a nuestras democracias. Las pr¨®ximas elecciones europeas, en efecto, ser¨¢n cruciales
Es dif¨ªcil que un mero eslogan sea capaz de restaurar la confianza ciudadana en las instituciones europeas como gran marco protector. Los l¨ªderes populistas han olfateado la sangre de la frustraci¨®n y el descontento y sacan tajada. Frente a la ¡°traici¨®n¡± europea proponen como f¨¢cil remedio el cierre de fronteras, el proteccionismo econ¨®mico y un nacionalismo exacerbado con las proclamas que generan miedo al extranjero. Se adereza con beneficios sociales o promesas de nuevas ventajas para sus ¡°pueblos¡±. Y el parad¨®jico resultado es que poblaciones relativamente opulentas y cultas se sienten galvanizadas por esos prestidigitadores que retuercen la realidad para ganarse el favor de las urnas. Mienten contra toda evidencia y as¨ª, mientras desacreditan p¨²blicamente las pol¨ªticas europeas, llenan las arcas del Estado que administran con los ¡°planes Marshall¡± comunitarios. Polonia es hoy el primer receptor de fondos europeos, con 86.111 millones de euros en siete a?os (2014-2020), lo que equivale a haber puesto en el bolsillo de cada polaco 2.262 euros. A los h¨²ngaros les han correspondido 2.532 (25.000 millones en total). Pertenecer a la UE, adem¨¢s, aporta confianza a los inversores, que siguen apostando por estos nuevos socios del club.
Europa protege, pero esa realidad se ha perdido en el imaginario colectivo. El impacto de la gesti¨®n pol¨ªtica de esa crisis perdura y es global, como demuestra la elecci¨®n de Donald Trump en Estados Unidos. Bruselas, como tantas administraciones nacionales, tropieza con serias dificultades para adaptarse a panoramas cada vez m¨¢s complejos que cambian a ritmo vertiginoso con los resultados m¨¢s inesperados. Hace solo 14 a?os que Europa cerr¨® definitivamente las heridas de la II Guerra Mundial, acogiendo en el seno de la UE a los pa¨ªses del Este que sufrieron durante d¨¦cadas el peso de la bota sovi¨¦tica. Hoy, sus l¨ªderes se rebelan contra los principios democr¨¢ticos y solidarios del club, desmontando en parte las libertades propias tan recientemente recuperadas. Y el virus tiene una alarmante capacidad de contagio. Salvar a Europa es salvar a nuestras democracias. Las pr¨®ximas elecciones europeas, en efecto, ser¨¢n cruciales.
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