La batalla de Barcelona
Las pr¨®ximas elecciones municipales pueden suponer que en la capital catalana se exacerben las tensiones secesionistas o bien se experimente un punto de inflexi¨®n. Conquistar la alcald¨ªa es la clave
Entre las batallas de las pr¨®ximas elecciones municipales, la de Barcelona promete ser particularmente relevante porque puede agudizar la tensi¨®n secesionista o marcar un positivo punto de inflexi¨®n. No olvidemos que uno de los factores que dieron seguridad a Artur Mas para lanzarse en 2012 a la aventura del proc¨¦s fue el hecho de que CiU conquistase el a?o anterior la capital catalana tras 32 a?os de alcaldes socialistas. Con el Ayuntamiento en manos de Xavier Trias, la Generalitat pudo llevar a cabo sin contrapesos institucionales la gigantesca operaci¨®n de propaganda en torno al Tricentenario de 1714, con un ultranacionalista como Quim Torra dirigiendo el centro cultural del Born. Fue una campa?a orientada a legitimar la recuperaci¨®n de ese ¡°Estado propio¡± perdido y, consecuentemente, a impulsar la consulta soberanista de 2014, que en algunos casos se llev¨® a cabo en escuelas municipales. Al a?o siguiente, el resultado electoral en Barcelona influy¨® tambi¨¦n en el curso del proc¨¦s.Trias perdi¨® la alcald¨ªa a manos de una advenediza, Ada Colau, y ERC, que el a?o anterior hab¨ªa ganado las europeas, empat¨® en tercera posici¨®n con Ciudadanos. La suma de ambas decepciones, la de los convergentes y de los republicanos, abri¨® la puerta a la lista unitaria de JxS¨ª para las auton¨®micas de septiembre de 2015 que, con car¨¢cter plebiscitario, Mas hab¨ªa anunciado con mucha anterioridad, derrumbando la negativa de Oriol Junqueras a concurrir en una ¨²nica candidatura.
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Si en 2011 Trias pudo arrebatar a Jordi Hereu la alcald¨ªa, no fue por la fuerza de su liderazgo, sino porque los materiales de la Barcelona socialista estaban muy erosionados, a lo que contribuy¨® el ag¨®nico final de la etapa Zapatero y el impacto del movimiento 15-M. Ese a?o, CiU se alz¨® por primera vez con la victoria en unas elecciones generales, mientras el PP catal¨¢n qued¨® en tercera posici¨®n, como en los mejores tiempos de Aznar. Sin embargo, la creciente tensi¨®n secesionista imposibilit¨® el acuerdo estable entre las derechas para gobernar Barcelona, con lo que a mitad del mandato el nuevo alcalde empez¨® a perder votaciones en el pleno. Pronto se evidenci¨® la ausencia de un proyecto de ciudad y la mediocridad de su gesti¨®n hasta el punto de que acab¨® siendo reprobado tras los graves disturbios por el desalojo de Can?Vies, un centro social ocupado en el barrio de Sants. Cuando en la noche electoral Trias constat¨® su derrota, se dirigi¨® a Mas dici¨¦ndole que lo sent¨ªa sobre todo por ¨¦l. En efecto, bajo su mandato el Consistorio barcelon¨¦s hizo un seguidismo absoluto de las pol¨ªticas del Govern, a quien socorri¨® financieramente ante la situaci¨®n de bancarrota de la Generalitat. Y aunque Colau simpatizaba con el proc¨¦s y se hab¨ªa hecho independentista de ocasi¨®n, su inesperada victoria dio alas a un nuevo espacio pol¨ªtico en Catalu?a, el de los comunes, en sinton¨ªa con la ola morada que en mayo de 2015 alcanz¨® el poder en los grandes municipios de Espa?a. Entre el constitucionalismo y el separatismo, se cre¨® un tercer espacio, favorable a un refer¨¦ndum pero muy heterog¨¦neo en cuanto a la secesi¨®n, que en la pr¨¢ctica ha hecho de dique de contenci¨®n frente a la v¨ªa unilateral.
Aunque Colau simpatizaba con el proc¨¦s, su inesperada victoria dio alas a un nuevo espacio pol¨ªtico en Catalu?a
Si bien Colau se alz¨® con una victoria p¨ªrrica (11 concejales sobre 41), por un momento pareci¨® que su fortaleza era mayor: ERC y PSC la invistieron con mayor¨ªa absoluta para no negarle la legitimidad del cambio que encarnaba. Y, sin embargo, la alcaldesa no ha podido fraguar en todos estos a?os ning¨²n consenso de ciudad, ha sufrido crecientes reveses en el pleno y su gesti¨®n ha sido reprobada hasta tres veces. Solo el primer a?o pudo sacar adelante los presupuestos por la v¨ªa ordinaria, mientras que el resto del mandato ha vivido un aut¨¦ntico v¨ªa crucis hasta llegar a un ¨²ltimo verano horrible en seguridad, limpieza y civismo. El equipo de Colau ha sido v¨ªctima de su arrogancia y del desprecio hacia la gesti¨®n del que hace pol¨ªtica municipal desde el sectarismo ideol¨®gico. La din¨¢mica destructiva del proc¨¦s tambi¨¦n ha pasado factura a la alcaldesa al hacer inviable su deseo inicial de un tripartito con republicanos y socialistas por el rechazo de los primeros a gobernar con una fuerza constitucionalista. Aunque finalmente el PSC s¨ª se incorpor¨® a su equipo, fue expulsado de malos modos tras la aplicaci¨®n del art¨ªculo 155 por una maniobra de los sectores m¨¢s soberanistas de los comunes ante la incapacidad de Colau por salvaguardar la autonom¨ªa de su proyecto municipal. Fue un grave error que solo ha hecho acentuar el desgobierno de la ciudad y acelerar la din¨¢mica preelectoral para las municipales de mayo.
La ¨²nica f¨®rmula ambiciosa es la candidatura del exprimer ministro franc¨¦s Manuel Valls
A pocos meses de esas elecciones, la impresi¨®n es que el espacio de los comunes (ese PSUC del siglo XXI con el que el dimitido Xavier Dom¨¨nech so?aba) no ha cuajado. Aunque Colau mantiene un cierto atractivo medi¨¢tico, no es una figura respetada m¨¢s all¨¢ de sus bases, a diferencia, por ejemplo, de Manuela Carmena en Madrid. Ha tirado por la borda la posibilidad de reinventar el maragallismo por la izquierda y creado un fuerte rechazo hacia su persona con gestos oportunistas y un af¨¢n rid¨ªculo de notoriedad. Las municipales est¨¢n muy abiertas y van a convertirse en una batalla pol¨ªtica trascendente. Tambi¨¦n en una oportunidad para poner encima de la mesa las necesidades de la metr¨®polis (por ejemplo, en infraestructuras o vivienda) que tanto el proc¨¦s como el adanismo de Colau han orillado. La espantada de Alfred Bosch para ceder el paso a Ernest Maragall (por eso del apellido) se?ala que los independentistas ir¨¢n en listas separadas, lo que deja a los neoconvergentes de Puigdemont en una posici¨®n complicada y ante la duda sobre qui¨¦n puede ser su mejor alcaldable. En el lado constitucionalista, el PP corre el riesgo de desaparecer del Consistorio, mientras el PSC aspira solo a rehacerse del descalabro electoral de 2015 con Jaume Collboni de nuevo. La ¨²nica f¨®rmula ambiciosa es la candidatura del ex primer ministro franc¨¦s Manuel Valls, barcelon¨¦s y muy activo desde hace tiempo en su cr¨ªtica al separatismo y a los populismos en Europa. Si bien recibir¨ªa el apoyo de Ciudadanos, se trata en realidad de un candidato independiente que quiere ir m¨¢s all¨¢ de los partidos. Su reto es liderar una lista transversal con un discurso potente de ciudad global y metropolitana, pero sin olvidar que las elecciones se ganan en los barrios en torno a los problemas concretos. Pese a las dificultades de algo tan novedoso, puede ser un factor disruptivo en la pol¨ªtica catalana y, si triunfa, podr¨ªa liberar a Barcelona de la tensi¨®n secesionista que ha impedido gobernarla desde 2011 atendiendo a sus aut¨¦nticas necesidades.
Joaquim Coll es historiador y coeditor del libro Anatom¨ªa del proc¨¦s (Debate, 2018).
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