Ni coalici¨®n ni uni¨®n
Si las reformas institucionales contin¨²an paralizadas ser¨¢ muy dif¨ªcil que Espa?a avance en cohesi¨®n social y territorial
La insatisfacci¨®n con el modo como funciona la democracia en Espa?a es muy amplia, extensamente mayoritaria. Seg¨²n el m¨¢s reciente Eurobar¨®metro, solo un 37% de los espa?oles encuestados declaran sentirse satisfechos con ese funcionamiento, lo cual implica veinte puntos porcentuales menos que en 1986, cuando Espa?a ingres¨® en la Comunidad Europea, y la coloca en el puesto 25 entre los 28 miembros de la Uni¨®n (solo por delante de Eslovaquia, Grecia y Rumania).
Una explicaci¨®n de fondo de esa insatisfacci¨®n es que en Espa?a no funciona ninguna de las dos v¨ªas b¨¢sicas que se han inventado para formar una mayor¨ªa pol¨ªtica capaz de tomar decisiones colectivas en un pa¨ªs grande y complejo. Una es aceptar el multipartidismo y formar un Gobierno de coalici¨®n con un apoyo mayoritario en el Parlamento. La otra es aceptar la diversidad territorial y promover la cooperaci¨®n en una c¨¢mara alta con poderes legislativos y de control del gobierno. O una coalici¨®n multipartidista o una uni¨®n multiterritorial.
Pero, como es bien sabido, Espa?a contin¨²a siendo el ¨²nico pa¨ªs de Europa en el que no ha habido nunca un gobierno de coalici¨®n o basado en una mayor¨ªa electoral. Todos los gobiernos a nivel estatal se han basado en una minor¨ªa de votos populares. El problema se ha ido agravando porque el Gobierno reci¨¦n destituido y el actual se han apoyado en las minor¨ªas m¨¢s peque?as que se han formado durante m¨¢s de cuarenta a?os: un tercio y menos de un cuarto de los votos, respectivamente.
Al mismo tiempo, el Senado y otros potenciales organismos de cooperaci¨®n de las autonom¨ªas con el Gobierno central son inoperantes. De hecho, la c¨¢mara alta es incluso m¨¢s propensa que la c¨¢mara baja a producir una mayor¨ªa absoluta de un solo partido, siempre basada en una minor¨ªa de los votos en todas las comunidades aut¨®nomas, como en la situaci¨®n actual.
Las reformas constitucionales que ahora se consideran deber¨ªan dar prioridad a alguna de las dos v¨ªas mencionadas. Para facilitar la formaci¨®n de gobiernos de coalici¨®n mayoritarios, las reformas se deber¨ªan dirigir al sistema electoral y a las mociones de investidura y de censura, de modo que se impidieran la mayor¨ªa absoluta de un solo partido con una minor¨ªa de los votos, un presidente del Gobierno en minor¨ªa apoyado por la abstenci¨®n en la segunda vuelta y su supervivencia cuando la oposici¨®n no puede ponerse de acuerdo en un sustituto.
Alternativamente, para facilitar la cooperaci¨®n interterritorial, las reformas deber¨ªan permitir que cada comunidad aut¨®noma eligiera las competencias que quisiera gestionar, dentro solo del l¨ªmite de una lista de poderes intransferibles del Gobierno central, y hacer que el Senado fuera elegido por los gobiernos auton¨®micos y pudiera co-legislar en asuntos que afecten a la distribuci¨®n territorial de los recursos p¨²blicos.
Cabr¨ªa esperar que la primera v¨ªa, un Gobierno central m¨¢s inclusivo, redujera tambi¨¦n indirectamente las tensiones y los conflictos territoriales, mientras que la segunda v¨ªa, una representaci¨®n territorial m¨¢s inclusiva, hiciera disminuir la exclusi¨®n producida por los gobiernos minoritarios. Por supuesto, si existieran las dos cosas, la coalici¨®n y la uni¨®n (como, por ejemplo, en Alemania), cabr¨ªa esperar resultados a¨²n m¨¢s satisfactorios. Pero los t¨¦rminos del intercambio son los que se indican.
Si las reformas institucionales contin¨²an paralizadas y no se sigue ninguna de las dos v¨ªas mencionadas, ser¨¢ muy dif¨ªcil que el actual Gobierno logre resultados satisfactorios en dos de los tres pilares en los que, seg¨²n inform¨® este diario despu¨¦s de 45 d¨ªas de gobierno, Pedro S¨¢nchez quiere hacer descansar su programa: la cohesi¨®n social y la cohesi¨®n territorial.
Solo el tercer pilar podr¨ªa mantenerse erguido: la construcci¨®n europea. Tras la Gran Recesi¨®n y las graves consecuencias de ingobernabilidad que han afectado a otros pa¨ªses del Sur y el Este de Europa, Espa?a se ha convertido, de hecho, en el pa¨ªs m¨¢s europe¨ªsta de las periferias de la Uni¨®n. No hace falta ser vidente para darse cuenta de que ello se debe precisamente a que la mayor¨ªa de espa?oles siente una amplia insatisfacci¨®n con las carencias del r¨¦gimen democr¨¢tico y un rechazo instintivo a volver a los tiempos del l¨²gubre aislamiento internacional. Participar y ayudar a la construcci¨®n europea es lo ideal. Pero no mejorar al mismo tiempo las instituciones de la gobernanza interior har¨ªa que la pol¨ªtica espa?ola ¡ªde la que los medios informan tan farragosamente¡ª fuera cada vez m¨¢s irrelevante.
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