Pol¨ªtica para adultos
Hablar de lo buenos o malos que somos puede distraer de lo que hacemos: evita hacer pol¨ªtica
En Sin perd¨®n, alguien reprocha a Gene Hackman que haya pegado a un hombre inocente. ¡°?Inocente de qu¨¦?¡±, pregunta Hackman. Depende del est¨¢ndar. No es solo que ¡°el pasado es un tiempo en el que fui culpable¡±, como escribi¨® F¨¦lix Romeo en Dibujos animados. Muchas veces, el futuro tambi¨¦n es un tiempo en el que lo seremos.
La moralizaci¨®n de la pol¨ªtica y de las vidas privadas y pasadas de los pol¨ªticos parte de buenas intenciones. Sus razones pueden ser comprensibles, por motivos t¨¢cticos y de contexto, y por voluntad de ejemplaridad. Pero tambi¨¦n tiene consecuencias negativas, tanto para quien utiliza el argumento moral para legitimarse como para la conversaci¨®n p¨²blica.
Pedimos a los pol¨ªticos que parezcan capaces de ganarse la vida fuera de la pol¨ªtica: tienen que encarnar un cierto ideal meritocr¨¢tico, aspiracional y representativo a la vez. Al mismo tiempo, su trayectoria debe estar exenta de las zonas grises de quien ha estado en el sector privado o ha tomado decisiones dif¨ªciles en su carrera laboral. Deben tener la capacidad comunicativa de un pol¨ªtico experimentado: si no, los periodistas se ponen nerviosos.
Hablar de lo buenos o malos que somos puede distraer de lo que hacemos: evita hacer pol¨ªtica. Como todas las exhibiciones de virtud, el ¨¦nfasis moral fomenta la hipocres¨ªa. La ¨¦tica, como explic¨® Fernando Savater, es lo que les falta a los otros. Nos mostramos escandalizados cuando sabemos que podr¨ªan sacarnos cosas parecidas. Exageramos la transgresi¨®n del adversario y minimizamos la de nuestro compa?ero (la nuestra, naturalmente, no existe). Buscar las contradicciones morales de los dem¨¢s te lleva a adoptar actitudes discutibles, y a tener aliados poco recomendables.
Pero un riesgo mayor es que la hipocres¨ªa es el relativismo epist¨¦mico: la idea de que no hay forma de ponerse de acuerdo sobre lo que sucede, que lleva a una visi¨®n c¨ªnica donde desaparece la gradaci¨®n entre los errores y la realidad, es solo un pretexto para la lucha partidista.
La moralizaci¨®n de la pol¨ªtica contribuye a la simplificaci¨®n e infantilizaci¨®n de los debates. No se trata de que desaparezcan los v¨ªnculos entre la ¨¦tica y la pol¨ªtica, sino de que haya una cierta mirada adulta. La que defend¨ªa, por ejemplo, Georges Brassens cuando cantaba: ¡°No tir¨¦is piedras a la mujer ad¨²ltera: yo estoy detr¨¢s¡±. @gascondaniel
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