Un a?o despu¨¦s
Solo el feminismo representa un proyecto pol¨ªtico que encara ese futuro para conformarlo y no para defenderse con melancol¨ªa frente a ¨¦l
Hace tiempo que parte del discurso p¨²blico est¨¢ infectado de una suerte de ¨¢nimo defensivo. En un mundo que percibimos cabalgando en regresi¨®n, nos vemos obligados a defender el liberalismo ante el embate populista, la UE ante el avance ultra, o el multilateralismo de la ONU frente a una ret¨®rica pol¨ªtica que, a diestra y siniestra, se regocija en el soberanismo reaccionario y el cierre de fronteras. Las grandes ideolog¨ªas han dejado de canalizar los conflictos, convirti¨¦ndose en fetiches con los que confrontamos los nuevos vientos de cambio, y se nos acaban los recursos epistemol¨®gicos para pautar el hilo de la historia que d¨¦ sentido al tiempo que habitamos.
La p¨¦rdida de la fe en el progreso tampoco nos ayuda, a pesar de que el mundo nunca ha estado tan colmado de poder humano. La socialdemocracia reduce su proyecto al regreso de un Estado de bienestar que es irrecuperable tal y como lo conocimos, y el liberalismo, convertido en ideolog¨ªa refugio, es incapaz de reformularse y proponer un orden alternativo. Parece que, en este escenario, cualquier cosa que desaf¨ªe el statu quo suscita ansiedad ante lo que se vive como una p¨¦rdida, o se desprecia como una moda pasajera que se evaporar¨¢. Por lo visto, volveremos a rehabitar el aut¨¦ntico orden de las cosas velando porque nada lo subvierta.
Algo parecido ocurri¨® hace un a?o con el movimiento Me Too, cuando centenares, millones de historias que hace tiempo habr¨ªa sido impensable que salieran a la luz, emergieron con una irradiaci¨®n global. Lo hicieron en un momento de destrucci¨®n de las viejas formas de autoridad, desde los media hasta los partidos y expertos, pero tambi¨¦n de nuestras verdades pol¨ªticas y sociales fundacionales. Desde entonces, hemos visto al fascismo recorrer nuevamente las calles de Berl¨ªn, o a un dirigente pol¨ªtico pidiendo un censo para gitanos. Pero tambi¨¦n el sonoro s¨ª de las irlandesas a la despenalizaci¨®n del aborto, una conquista que pronto se materializar¨¢ en Argentina. Porque ah¨ª est¨¢, en ebullici¨®n, la apuesta transversal feminista, desde la grassroots politics del partido dem¨®crata hasta nuestro 8 de marzo.
Estos procesos de cambio social y pol¨ªtico vuelven a recuperar la vieja contienda entre el futuro y las posiciones nost¨¢lgicas que, como espectros, regresan desde un pasado idealizado. S¨®lo el feminismo representa un proyecto pol¨ªtico que encara ese futuro para conformarlo y no para defenderse con melancol¨ªa frente a ¨¦l. En ese eje del combate entre pasado y futuro se erige como el ¨²nico discurso valiente y de progreso, present¨¢ndose como una revoluci¨®n democr¨¢tica que, sin miedo, est¨¢ poniendo patas arriba el orden existente.
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