Los esfuerzos de Julio Iglesias para que su vida siga igual a los 75 a?os
¡°Cuando era joven pens¨¦ que la vida era para siempre", declar¨® el cantante que triunf¨® en Dub¨¢i ante un p¨²blico al que no le importaron sus problemas de voz ni de movilidad
Julio Iglesias ya hab¨ªa conquistado al p¨²blico antes de empezar a cantar. Solo as¨ª se explica la ovaci¨®n con la que los asistentes a su concierto del lunes por la noche en la ?pera de Dub¨¢i recibieron la mera intuici¨®n de su sombra sobre el escenario. A partir de ah¨ª, Julio pod¨ªa cantar, hablar, susurrar o lo que se le ocurriera. Todo eran aplausos. Ni siquiera los fallos de sonido hicieron mella entre los 2.000 fieles que llenaban el teatro, y este martes volver¨¢n a llenarlo, en esta segunda parada de su Gira de 50? aniversario sobre las tablas.
Hab¨ªa curiosidad por saber c¨®mo est¨¢ Julio, que acaba de cumplir 75 a?os y llevaba dos ausente de la escena. Sin duda, el tiempo ha pasado y le pesa. La operaci¨®n de espalda, tambi¨¦n. Se mueve con algo m¨¢s de dificultad y ¨¦l mismo reconoci¨® a esta corresponsal que a veces le duele la zona lumbar. Pero no puede ocultar que el p¨²blico le pone, le da energ¨ªas. Es verdad que su voz ha perdido fuerza. Lo compensa con gui?os y complicidades. ¡°Hay tantas historias en mi vida, que si se juntan todas hacen una historia extraordinaria¡±, resumi¨®.
Se arranc¨® el divo con Amor, amor, amor y fue como si el aire acondicionado hubiera dejado de funcionar. La temperatura en la sala subi¨® varios grados. Julio es un seductor. ¡°Cu¨¢ntos a?os desde la ¨²ltima vez¡ Gracias por darme tanta vida. Es un privilegio estar con vosotros¡±, dijo en la penumbra de la sala, casi como si estuviera hablando con una amante. Luego sigui¨® cantando en franc¨¦s, en espa?ol, en ingl¨¦s, en italiano¡
Y los asistentes se le entregaron. Hab¨ªa espa?oles, claro; si no los m¨¢s numerosos, s¨ª los m¨¢s ruidosos. Otros hispanos, como Omar y su novia, el ecuatoriano Mario Vallejo o el mexicano Jos¨¦ Toledo. Tambi¨¦n seguidores de otros pa¨ªses europeos y ¨¢rabes, libaneses sobre todo. ¡°?Lebanon, Lebanon!¡±, le gritaban desde el fondo para dejar constancia de su presencia, y ¨¦l les respond¨ªa en franc¨¦s. Pero sobre todo hab¨ªa historias entra?ables, como la de la pareja serbia que celebraba su 24? aniversario de boda.
¡°Es la tercera vez que venimos a un concierto suyo, y la segunda que coincide en la ciudad en la que vivimos el 1 de octubre, el d¨ªa de nuestro aniversario¡±, contaba ella. ¡°La primera vez le vimos en Belgrado hace ya veinte a?os y luego, hace diez, tambi¨¦n para nuestro aniversario en Mosc¨²¡±, apunta ¨¦l. ¡°No pod¨ªamos faltar¡±.
A veces la voz de Julio casi desaparec¨ªa bajo el sonido de la banda (cinco m¨²sicos) y del coro (tres gog¨®s). Entonces, con un gesto de la mano, ¨¦l les silenciaba hasta quedarse cantando casi a capela y el p¨²blico estallaba en v¨ªtores y aplausos. Otras, a su iniciativa, o de forma espont¨¢nea, los asistentes le hac¨ªan los coros e incluso le tomaban directamente el relevo apropi¨¢ndose del ?chame a m¨ª la culpa o del Vous le femmes como si fueran un poco de ellos. Y en gran medida lo son.
A los m¨¢s mayores, las melod¨ªas rom¨¢nticas del artista les devolv¨ªan a sus primeros amores y aquellos bailes agarrados en las verbenas de verano; para otros era la banda sonora de nuestra infancia, y para los m¨¢s j¨®venes (eran numerosos los treinta?eros), quiz¨¢ un homenaje a sus progenitores. Aquello no iba (s¨®lo) de cantar. Cuando Julio entonaba ¡°qu¨¦ dar¨ªa por tener tus caricias cada d¨ªa¡± (de Ni te tengo ni te olvido) o Me olvid¨¦ de vivir la conversaci¨®n se hac¨ªa personal. Y ¨¦l sabe jugar como nadie esa carta.
¡°Cuando era joven pens¨¦ que la vida era para siempre. Que pod¨ªa pararla¡±, conf¨ªo en la penumbra que inundaba la sala. Hablaba ahora en ingl¨¦s. ¡°Hace tres a?os pens¨¦ que no iba a poder volver a cantar. Me dol¨ªa enormemente la espalda. Entonces decid¨ª hacer ejercicio durante tres o cuatro horas al d¨ªa. Vivo por vosotros¡±. La respuesta fue atronadora: ¡°, ?Bravo!, ?Valiente! ?Quijote!¡±.
¡°Nuhabiku ya Julio¡± (¡°Te queremos Julio¡±), resumi¨® en ¨¢rabe el showman marroqu¨ª Charif Hamidi, quien hace un par de semanas le hizo para la radio local Pulse 95 la ¨²nica entrevista que el artista ha concedido antes de su actuaci¨®n. Hamidi logr¨® que Julio se pusiera a cantar al otro lado del tel¨¦fono y el cantante le invit¨® a subir con ¨¦l al escenario, donde se marcaron un d¨²o.
Julio tambi¨¦n tuvo tiempo para rendir homenaje al cantante franc¨¦s Charles Aznavour, muerto unas horas antes a los 94 a?os. ¡°Fue mi maestro y volveremos a cantar juntos en la eternidad¡±, dijo en franc¨¦s.
¡°Le veo malito¡±, lamentaba una se?ora de la segunda fila que lleva d¨¦cadas asistiendo a los conciertos de Julio por medio mundo. En esta ocasi¨®n hab¨ªa venido expresamente desde Espa?a con su hija. Pero aunque en un par de ocasiones se apoy¨® sobre la banqueta que ten¨ªa en el escenario, aguant¨® como un jabato las dos horas de espect¨¢culo.
En alguna ocasi¨®n, Julio ha declarado que el desgaste durante un concierto es similar al de un partido de f¨²tbol (y sabe de lo que habla pues ¨¦l iba inicialmente para futbolista y lleg¨® a jugar con el Real Madrid antes de que un accidente cambiara el curso de su vida). Sin embargo, sobre el escenario de la ?pera de Dub¨¢i daba la impresi¨®n de que el recital (al que EL PA?S asisti¨® por cortes¨ªa de Berin Art, la empresa organizadora) no le costaba esfuerzo, de que estaba pas¨¢ndoselo bien. Tal vez ah¨ª radique el secreto de los grandes, en hacer que no se note el trabajo, que parezca que todo sale de forma espont¨¢nea aunque detr¨¢s haya 50 a?os de experiencia y de ensayos.
Lo confirmaba ¨¦l mismo al despedirse al ritmo de Me va, me va y los inevitables bises que reclamaban sus admiradores. A Julio claramente le va la vida, le va la gente, le va, le va. Pero de forma inevitable, sobre la gira planea un aire de despedida.
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