¡°Paz, piedad y perd¨®n¡±
Al final del art¨ªculo Ver y comprender, se recordaban las ¨²ltimas palabras del discurso pronunciado por Aza?a en Barcelona el 18 de julio de 1938. Nadie escuch¨® entonces. ?Hay alguien dispuesto a escuchar ahora, o sigue Aza?a tan solo como lo est¨¢ el ideal republicano de sociedad igualitaria? Aunque raramente hayan triunfado, la inteligencia y la honestidad no han escaseado en la historia de Espa?a. En noviembre de 1797, tras ser nombrado ministro de Justicia, Jovellanos anota en su diario: ¡°?Adi¨®s, felicidad, adi¨®s, quietud, para siempre! Empieza la bulla, la venida de amigos, y de los que quieren parecerlo; gritos, abrazos, mientras yo, abatido, voy a entrar a una carrera dif¨ªcil, turbulenta, peligrosa...¡±. El 14 de octubre de 1931, cuando es designado presidente, Aza?a escribe en su diario: ¡°Me negu¨¦ resueltamente y casi con violencia... Pero no logr¨¦ nada. Les hice ver que era un ensalzamiento prematuro; que a m¨ª me hund¨ªan, quiz¨¢ sin provecho para la Rep¨²blica...¡±. Y cuatro d¨ªas despu¨¦s: ¡°Tengo una prensa favorabil¨ªsima: qu¨¦ art¨ªculos, qu¨¦ ditirambos. (...) Eso me asusta, porque la gente espera milagros y yo no puedo hacerlos¡±. Hoy, el milagro espa?ol jam¨¢s realizado sigue consistiendo en que unos y otros se escuchen, apiaden y perdonen.
Jos¨¦ Luis Gallero
Madrid
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