Cuesti¨®n de agenda

El president Torra ha conseguido centrar el primer Pleno que se celebra en el Parlament desde el mes de julio en la reclamaci¨®n de independencia de Catalu?a, eximi¨¦ndose una vez m¨¢s de rendir cuentas sobre su deplorable gesti¨®n de los problemas de los catalanes. Es un desenlace frustrante no solo para los grupos que rechazan el programa de la secesi¨®n, sino tambi¨¦n para todos los ciudadanos de Catalu?a que, partidarios de ¨¦l o no, deben resignarse a que sus instituciones solo sirvan de caja de resonancia para la inflamada ret¨®rica de un l¨ªder prometiendo sue?os y las admoniciones de otros record¨¢ndole que son irrealizables. El president Torra lo hizo, adem¨¢s, lanzando un atropellado ultim¨¢tum al Gobierno central que no hab¨ªa pactado siquiera con sus socios y aliados, de manera que ERC se ha desmarcado y la CUP no se ha dignado siquiera a concederle credibilidad. Como en ocasiones anteriores, el m¨¢ximo responsable de la Generalitat ha sacrificado con sus aspavientos la dignidad que exige su cargo, con el resultado de que, falto de apoyos incluso entre los independentistas, debe ahora mendigar al presidente S¨¢nchez que mantenga la reuni¨®n prevista de mutuo acuerdo para estas fechas.

El desarrollo del Pleno que concluy¨® ayer deber¨ªa bastar a los partidos que rechazan el programa de la independencia para intentar un consenso que, al menos, evite traducir en inestabilidad pol¨ªtica en Espa?a lo que son extravagancias del president Torra en Catalu?a. Peligrosas, sin duda, y dignas de ser combatidas, pero extravagancias. Si la intenci¨®n del grupo pol¨ªtico al que ¨¦l pertenece es rechazar cualquier apoyo a los Presupuestos que intenta aprobar el presidente S¨¢nchez, las posiciones pol¨ªticas por parte de todos, Gobierno y oposici¨®n, tendr¨¢n que adoptarse en el momento en que ese rechazo se materialice, no cuando al president Torra se le antoje lanzar una bravata con la seguridad de que tendr¨¢ el mismo efecto que arrojar una piedra contra un avispero. Especular con adelantos electorales, y m¨¢s a¨²n exigirlos, es tanto como empujar la pol¨ªtica espa?ola de la mano del president Torra hacia una pendiente en la que no es siempre f¨¢cil distinguir entre firmeza y electoralismo.

El estancamiento pol¨ªtico de la situaci¨®n en Catalu?a no se debe a la existencia de dos bloques, sino al hecho de que el bloque en el poder no tiene fuerza ni legitimidad para imponer su programa, y trata de ocultarlo haciendo que toda una sociedad, y todo un pa¨ªs, se enfangue en una agenda que, como la de independencia s¨ª o independencia no, enfrenta entre s¨ª a los partidos contrarios a la secesi¨®n y acorrala a quienes desean que Catalu?a permanezca unida a Espa?a. Esa agenda, sin embargo, no es resultado de ninguna cuenta pendiente con la historia, sino de una estrategia pol¨ªtica de las fuerzas independentistas en la que la oposici¨®n al Gobierno de Pedro S¨¢nchez no puede convertirse en cooperadora necesaria. La necesidad de pactar una respuesta ¨²nica a las iniciativas de la Generalitat es en estos momentos m¨¢s urgente que nunca. No solo porque su ausencia puede alimentar el equ¨ªvoco de que el programa de la secesi¨®n obtendr¨¢ tarde o temprano beneficios de las diferencias entre los partidos que la rechazan, sino tambi¨¦n porque es preciso que los ciudadanos sepan, en Catalu?a y fuera de Catalu?a, que la posici¨®n pol¨ªtica frente al independentismo no cambiar¨¢ sea cual sea el Gobierno.