Derrota
Puigdemont ha declarado que ser¨ªa absurdo pensar que la independencia es la ¨²nica soluci¨®n
A la larga, una derrota puede resultar beneficiosa. Quien lucha con todas sus fuerzas, invirtiendo cuanto tiene en una causa que juzga digna de tal esfuerzo, no solo se levanta despu¨¦s de caer. Al ponerse de nuevo en pie, se sentir¨¢ m¨¢s seguro, m¨¢s poderoso que antes de su ca¨ªda, porque cuenta con la experiencia de la derrota, un valioso capital del que antes carec¨ªa. Los republicanos espa?oles dec¨ªan que hab¨ªan sido derrotados, pero no vencidos, y ese aparente juego de palabras les ayud¨® a sobrevivir con la cabeza alta. El mismo mecanismo convierte al deportista perdedor de ayer en el campe¨®n de hoy, o lleva a la presidencia del Gobierno a un pol¨ªtico que previamente ha perdido varias elecciones. Pero no todas las derrotas se pueden gestionar igual. Si alguien se compromete con una causa dif¨ªcil, si empe?a en ella toda su esperanza, y muchas horas de trabajo, y su tiempo libre, y hasta su dinero, y descubre despu¨¦s que las cosas nunca han sido exactamente como se las hab¨ªan contado, la derrota puede acabar convirti¨¦ndose en una larga depresi¨®n, una herida condenada a la infecci¨®n perpetua. Escribo esto despu¨¦s de leer que Puigdemont ha declarado que ser¨ªa absurdo pensar que la independencia es la ¨²nica soluci¨®n. S¨¦ que deber¨ªa parecerme una buena noticia, pero no acabo de convencerme de que lo sea. Pienso en los muchos miles de catalanes que han cre¨ªdo ciegamente en la posibilidad de fundar una rep¨²blica independiente, repaso su persistencia, sus ilusiones y, aunque no tengo nada que ver con ellos, creo que merecen algo mejor que un donde dije digo, digo Diego. Para aceptar una derrota hace falta m¨¢s valor que para ganar una guerra. Si es que nos estamos acercando al final, ojal¨¢ la gran derrotada no sea la dignidad.
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