La soluci¨®n liberticida
La posibilidad de que la estulticia y el dolo escapen del control de las ¨¦lites moderadas, alcancen el poder y determinen la vida de los 208 millones de brasile?os es aterradora
Los esc¨¢ndalos por corrupci¨®n durante las dos administraciones del Partido de los Trabajadores causaron indignaci¨®n y desencanto, pero nada resulta m¨¢s pernicioso que la coalici¨®n entre ciudadanos que desprecian la democracia y gobernantes dispuestos a desairarla. La derivada fascista de esa convergencia triunf¨® con Jair Bolsonaro. La manipulaci¨®n de los fracasos gubernamentales contra la inmoralidad y el hampa, la desmemoria, la fragilidad del Estado de derecho en suma, permitieron en Brasil la convalidaci¨®n electoral de un catecismo reaccionario y la apolog¨ªa del terrorismo de Estado. El auge de la criminalidad callejera y de despacho, el desencuentro entre probidad y democracia, carburaron el surgimiento de un subproducto del caudillo Getulio Vargas y del cacique bahiano Antonio Carlos Magalhaes, figuras de otra pasta y de otros tiempos.
La posibilidad de que la estulticia y el dolo escapen del control de las ¨¦lites moderadas, alcancen el poder y determinen la vida de los 208 millones de brasile?os es aterradora. El futuro es tan preocupante como el analfabetismo pol¨ªtico de buena parte de Latinoam¨¦rica, transversal, cantera del populismo antrop¨®fago practicado por el excapit¨¢n. El electorado aturdido por la pobreza y la incultura suele prorrogar su desgracia con el voto. La clase media lo hace temiendo la inseguridad y el empobrecimiento, mientras que en las papeletas del empresario cuatrero, dictadura y democracia son intercambiables.
Empaquetadas como ant¨ªdoto contra la corrupci¨®n y la delincuencia, las mentiras y vanas promesas propaladas en las redes sociales han causado destrozos entre los millones de iletrados en democracia, muchos con t¨ªtulo universitario. La desesperanza vot¨® al mes¨ªas ultramontano porque es milagrera y cree en caudillos y espadones, abundantes en la Am¨¦rica Latina del siglo XX. El racismo, la homofobia y el matonismo de Bolsonaro cuadran con su vindicaci¨®n de la dictadura (1964-1985). Una democracia consolidada le hubiera inhabilitado para cualquier cargo p¨²blico, pero Brasil a¨²n la construye. La ap¨¢tica reacci¨®n popular cuando proclam¨® que el error de la dictadura fue torturar, no matar, solo puede entenderse desde la estupefacci¨®n y el desaliento: no fue tan carnicera como en Argentina y Chile, en donde la candidatura que pasa a segunda vuelta se habr¨ªa topado con la oposici¨®n de sociedades martirizadas por las bayonetas y el potro, juramentadas contra las soluciones liberticidas.
Brasil registr¨® 475 desaparecidos; m¨¢s de 15.000, Argentina, y cerca de 3.000, Chile. Los comandantes brasile?os disimularon su tiran¨ªa promoviendo la industrializaci¨®n y un Parlamento vetado a la izquierda. El coco castrense apenas asusta en Brasil; el retroceso del compromiso nacional con las libertades parece delegar en los cuarteles la tutela de la estabilidad y el civismo. El fen¨®meno puede antojarse aislado pero conviene no disociarlo. La vertebraci¨®n institucional y los derechos han avanzado en la regi¨®n, pero cuando sus habitantes los perciben inoperantes, el hombre providencial resucita y vuelve a enga?ar.
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