Contrarreacci¨®n
Nuestro universo aspiracional se desmorona y el machismo, ultraderechismo y matonismo ya han ganado
El probable pr¨®ximo presidente de Brasil, la enorme potencia de 200 millones de habitantes que hab¨ªa arrojado luces de progreso durante los ¨²ltimos a?os desde Am¨¦rica Latina, le espet¨® a una diputada que ni siquiera ¡°merec¨ªa ser violada¡±. El actual presidente de EE?UU, la superpotencia de 325 millones que tan recientemente contagi¨® esperanzas de libertad en todo el mundo gracias a Obama, se mofa con crueldad de una mujer que denunci¨® una agresi¨®n sexual por parte del juez Kavanaugh.
El Me Too cumple un a?o y puede celebrar el vigor de un clamor que intenta poner l¨ªneas rojas al machismo y del que cabe esperar que no haya marcha atr¨¢s. Pero la contrarreacci¨®n es extraordinariamente poderosa. La misma que amenaza la democracia que cre¨ªamos conseguida y que impulsa a populistas y extrema derecha desde Italia hasta Polonia, EE?UU o Reino Unido. Nuestro universo aspiracional se desmorona y los anhelos de avances que crecieron al calor del derrumbe sovi¨¦tico, primero, de los a?os de esperanza en la construcci¨®n europea, despu¨¦s, y de liderazgos como el de Obama, Lula da Silva o Dilma Rousseff, se desvanecen.
Del avance de la ultraderecha y el matonismo ante el diferente hay extensa informaci¨®n. Del avance de la exhibici¨®n del macho alfa como el que representan Trump o Bolsonaro, tambi¨¦n. Menos conocemos, por su complejidad, los mecanismos por los que tantos ciudadanos se abonan al orgullo de pertenencia a grupos que presumen de su machismo, su racismo, su xenofobia y que practican una violencia verbal que navega a toda vela empujada por la corriente favorable en redes. America First se contagia a un colectivo Britain First, Italia First, Baviera First, Catalu?a First o lo m¨ªo es mejor que lo de los dem¨¢s. Cualquier abuela de bien ¡ªcre¨ªamos¡ª mandar¨ªa lavar la boca a Trump, a Bolsonaro o a Salvini despu¨¦s de pronunciar las barbaridades que acostumbran. Cualquier ciudadano de bien ¡ªcre¨ªamos¡ª dar¨ªa la espalda al extremismo excluyente. Y sin embargo, las generaciones que crecimos con una confianza ingenua en el progreso nos encontramos con que los Reyes no nos traen el Scalextric, sino un estuche feo y pr¨¢ctico para mantener l¨¢pices en orden. No hay Obamas o Lulas sino Trumps o Bolsonaros. La contrarreacci¨®n est¨¢ ganando y, lo que es peor, los Magos no existen.
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