Reequilibrio
Espa?a necesita un plan de choque que evite el ¨¦xodo rural y active la econom¨ªa
El debate p¨²blico se ha ocupado de determinadas brechas que, como las salariales o las tecnol¨®gicas, condicionan el presente y, en la medida que perpet¨²en la desigualdad, pueden lastrar el futuro del pa¨ªs. Pero en Espa?a hay adem¨¢s otra brecha, m¨¢s profunda y m¨¢s arraigada, que divide al pa¨ªs entre las zonas densamente pobladas, situadas en la franja litoral y Madrid, y el resto, en proceso de desertificaci¨®n acelerada. Las cifras son elocuentes: el 30% del territorio (1.500 de los m¨¢s de 8.000 municipios que hay en Espa?a) concentra 42 millones de habitantes (el 90% de la poblaci¨®n) mientras que el restante 70% del territorio apenas suma 4,6 millones. M¨¢s de 5.000 municipios han perdido poblaci¨®n en la ¨²ltima d¨¦cada y en m¨¢s de mil no hay ning¨²n ni?o menor de cinco a?os. La Espa?a despoblada es v¨ªctima de un c¨ªrculo vicioso: la menor poblaci¨®n conduce a una escasez cr¨®nica de recursos y servicios, lo que a su vez lastra la econom¨ªa y acelera la p¨¦rdida de poblaci¨®n.
Lo que caracteriza a la Espa?a vac¨ªa es la dispersi¨®n y el envejecimiento de la poblaci¨®n. La dispersi¨®n hace que garantizar los servicios p¨²blicos a los que sus habitantes tienen tanto derecho como los dem¨¢s resulte mucho m¨¢s caro. Eso es algo que debe tenerse en cuenta, por supuesto, a la hora de abordar el nuevo sistema de financiaci¨®n auton¨®mica. Pero nos equivocar¨ªamos si nos limit¨¢ramos a garantizar financiaci¨®n para unos m¨ªnimos servicios p¨²blicos de supervivencia cuyo coste tampoco podr¨ªa crecer de forma ilimitada. No podemos resignarnos a una din¨¢mica que hace cada vez m¨¢s caros e inviables esos servicios. De lo que se trata es de revertir las causas de la p¨¦rdida de poblaci¨®n con pol¨ªticas p¨²blicas que permitan activar la econom¨ªa. El diagn¨®stico est¨¢ hecho. Ahora necesitamos un plan de choque que convierta el reequilibrio demogr¨¢fico en una oportunidad de progreso para el conjunto del pa¨ªs. Este no es un problema que afecte solo a las comunidades en regresi¨®n. Muchas de las m¨¢s pobladas tienen tambi¨¦n su propio desequilibrio interno. Catalu?a, por ejemplo, concentra en la costa la mayor parte de sus habitantes, un desequilibrio no muy diferente del que vemos en Arag¨®n, cuya capital concentra la mitad de los 1,3 millones de la comunidad.
El plan de choque ha de tener en cuenta la variable demogr¨¢fica. Es previsible que las zonas rurales sufran en mayor medida las dos grandes tendencias de la demograf¨ªa espa?ola, la baja natalidad y el envejecimiento de la poblaci¨®n. Dentro de 15 a?os, uno de cada cuatro espa?oles tendr¨¢ m¨¢s de 65 a?os y casi seis millones de personas vivir¨¢n solas. Hacerlo en el medio rural no deber¨ªa ser m¨¢s penoso. Dada la baja natalidad, es preciso contemplar la inmigraci¨®n regulada como un instrumento para revertir el despoblamiento rural. En cualquier caso, para abordar con eficacia el problema es preciso habilitar instrumentos de inversi¨®n, tanto p¨²blica como privada, que incentiven la creaci¨®n de puestos de trabajo en esos lugares. Y eliminar ciertos nudos ya bien identificados. No puede ser, por ejemplo, que uno de los pocos sectores emergentes, el turismo rural, se vea limitado por una lamentable cobertura de Internet o de telefon¨ªa m¨®vil. Lo que lastra el turismo tambi¨¦n lastra las oportunidades que brinda la revoluci¨®n digital al permitir descentralizar procesos productivos y creativos. Si las reglas del mercado no son capaces de proveer esa cobertura, los poderes p¨²blicos deben intervenir para garantizarla.
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