El millonario Paul Allen no tiene quien le herede
Los 20.000 millones que ha dejado el cofundador de Microsoft ir¨¢n a parar a instituciones que financi¨® durante su vida
Paul Allen era una persona excepcional. Lo dice Jody, su hermana. Es la ¨²nica que tiene un lazo de sangre directo con el cofundador de Microsoft, que falleci¨® el lunes 16 de octubre a los 65 a?os dejando atr¨¢s una ingente fortuna valorada en m¨¢s de 20.000 millones de d¨®lares (17.400 millones de euros). Este gran visionario tecnol¨®gico nunca se cas¨® ni tuvo hijos. Pero su legado en el ¨¢mbito de la filantrop¨ªa ayuda a entender de hacia donde ir¨¢ su riqueza, que incluye dos de los mayores yates del mundo, mansiones, aviones de guerra y obras de arte.
Los detalles sobre donde reposar¨¢ su colosal fortuna no se conocen. Allen, que aparece en el puesto 44 de la lista de multimillonarios de Forbes, fue uno de los primeros firmantes de la iniciativa Giving Pledge, que lanz¨® su amigo y antiguo compa?ero Bill Gates junto a Warren Buffett en 2010. Entonces ascend¨ªa a 11.800 millones de euros y se comprometi¨® a destinar al menos la mitad a filantrop¨ªa. Eso implica que su herencia ir¨¢ a instituciones que financi¨® en el pasado.
Aunque era una persona concienciada, tampoco se priv¨® al invertir el dinero que amas¨® con las acciones de Microsoft. Era propietario de varias mansiones en Mercer Island, en los suburbios de Seattle, donde resid¨ªa. Ten¨ªa otra en la exclusiva comunidad de Athernon, en San Francisco, y un terreno en Los ?ngeles junto a una mansi¨®n de estilo mediterr¨¢neo en Beverly Hills. La cartera inmobiliaria en el Pac¨ªfico se completa con una propiedad en Kailua-Kona, en Hawaii.
Tambi¨¦n invirti¨® en un rancho en Tetonia (Idaho), en Manhattan as¨ª como en Londres y en la costa azul francesa. Pero si sus mansiones son de impresi¨®n, m¨¢s espectaculares eran sus yates Tatoosh y Octopus. En el primero gast¨® 140 millones. El segundo est¨¢ valorado en 175 millones. La flota incluye el explorador cient¨ªfico RV Petrel, con el que descubri¨® el USS Indianapolis y el USS Lexington.
Lo previsible es que todos estos activos se vendan o subasten, para destinar lo recaudado a caridad. Allen era una fuerza mayor en el ¨¢mbito de la filantrop¨ªa. Hace justo tres a?os recibi¨® la Carnegie Medal of Philanthropy. En la ceremonia dijo que se ve¨ªa como un catalizador, un ejemplo sobre c¨®mo dar soluciones para superar los grandes problemas que afronta la humanidad
?l buscaba tener el mismo impacto que tuvo el c¨®digo sobre el que se construy¨® el sistema operativo Windows, que cambi¨® para siempre la manera de trabajar y de comunicarse. Eso le llev¨® a donar en vida cerca de 2.300 millones a proyectos en el ¨¢mbito de la salud, la educaci¨®n, las artes, la conservaci¨®n ecol¨®gica y la investigaci¨®n en el ¨¢mbito de la inteligencia, tanto natural como artificial.
La vida pasada de Allen ayuda a entender su l¨®gica al donar. Su padre trabaj¨® en la biblioteca de la Universidad de Washington, donde se colaba con Bill Gates para utilizar los ordenadores del departamento de ciencias de la computaci¨®n. Hacia all¨ª destin¨® 48 millones. Tambi¨¦n da una pista su manera de pensar, porque como inversor quer¨ªa tener muy clara la idea a ejecutar antes de dedicarse de lleno a hacerlo.
La acci¨®n filantr¨®pica de Paul Allen no se limitada as¨ª a donaciones en efectivo. Cre¨® proyectos e iniciativas con objetivos muy ambiciosos que miraban al futuro. Los financiaba a trav¨¦s de su fundaci¨®n y de Vulcan, la sociedad que gestiona y canaliza sus inversiones. La m¨¢s importante en este ¨¢mbito es el Allen Institute for Brain Science, que fund¨® hace 15 a?os y hacia la que destin¨® 435 millones.
Le fascinaba el cerebro humano. Entendi¨® que la investigaci¨®n cient¨ªfica de este ¨®rgano vital era ¨²til para el mundo real, porque pod¨ªa ayudar a saber m¨¢s sobre enfermedades como el alzh¨¦imer, el p¨¢rkinson, el autismo o la esquizofrenia. En paralelo estableci¨® tres organizaciones que comparten datos y herramientas en el ¨¢mbito de la inteligencia artificial, en las que inyect¨® casi 285 millones de euros.
Su inter¨¦s trascend¨ªa la ciencia y empapaba el mundo de cultura. Fund¨® el Museum of Pop Culture, el a?o pasado inaugur¨® el Upstream Music Fest + Summit y era uno de los 200 mayores coleccionista del mundo, con obras de Renoir, Gauguin, Alexander Calder o David Hockney entre otros. Tambi¨¦n amas¨® en vida una colecci¨®n incalculable de aviones restaurados de la Segunda Guerra Mundial, que se exponen en el Flying Heritage and Combat Armor Museum. Era propietario adem¨¢s de los equipos de f¨²tbol americano Seahawks de Seattle, con los que gan¨® la Superbowl, y los Trail Blazer de Portland.
Paul Allen jug¨® siguiendo las reglas y en el ¨¢mbito de la filantrop¨ªa se gui¨® por el modelo que instaur¨® hace m¨¢s de un siglo Andrew Carnegie. Por eso, al firmar el Giving Pledge, afirm¨® que los que ten¨ªan la suerte de amasar una fortuna tan grande, deb¨ªan poner ese dinero a trabajar por el bien de la humanidad.?
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