La mariconez de Mecano

Las palabras s¨®lo adquieren su verdadero sentido cuando las activa un contexto. Una persona, por ejemplo, puede recibir en su tel¨¦fono este mensaje: ¡°Est¨¢s que no paras¡±. A primera vista lo entenderemos como una expresi¨®n de que el destinatario se mueve mucho, tal vez porque cambia a menudo de trabajo o de pa¨ªs. Pero alterar¨ªamos la interpretaci¨®n si se tratase de un guardameta profesional de f¨²tbol.

Hace unas semanas escuch¨¦ la canci¨®n Yo soy aqu¨¦l, que Raphael cantaba en los a?os sesenta y a¨²n mantiene en su repertorio. All¨ª se dec¨ªa, y se dice: ¡°Yo soy aquel que cada noche te persigue¡±¡­

La habremos o¨ªdo mil veces sin reparar en otra cosa que no fuera la obsesi¨®n enamorada del yo que canta eso (que ni siquiera ha de ser el mismo Raphael, pues ¨¦ste act¨²a como mero int¨¦rprete); es decir, percibiendo solamente la emoci¨®n de alguien que persigue un sue?o, una imagen, una idea de la persona a quien brinda su amor; en definitiva, una expresi¨®n metaf¨®rica de la pasi¨®n, sin que de tal formulaci¨®n po¨¦tica se esperasen hasta ahora mayores consecuencias. Quiz¨¢s hoy se compondr¨ªa de otro modo, no fuera a sospechar alguien que esa persecuci¨®n implicaba procedimientos ilegales.

Uno de los problemas que padecen actualmente quienes escriben libros, art¨ªculos o canciones tiene que ver con la incapacidad de una parte del p¨²blico de percibir mensajes que trasciendan lo literal. Los sentidos figurados y las alteraciones por el uso parecen estar desapareciendo de las herramientas de la comunicaci¨®n.

Hace ya un tiempo, Joaqu¨ªn Sabina tambi¨¦n recibi¨® cr¨ªticas por una canci¨®n en la que dice:

"Y morirme contigo si te matas,

y matarme contigo si te mueres.

Porque el amor cuando no muere mata,

porque amores que matan nunca mueren¡±.

Los literalistas que tanto abundan hoy le acusaron de machista y violento a cuento de ese estribillo.

Cualquier d¨ªa oiremos ¡°me qued¨¦ muerta cuando me dieron la noticia¡± y alguien responder¨¢: ¡°Venga ya, si te hubieras muerto no estar¨ªas aqu¨ª¡±.

La semana pasada le lleg¨® el agua de la marea a una canci¨®n que interpretaba Mecano hace 30 a?os y que inclu¨ªa este pasaje: ¡°Siempre los cari?itos me han parecido una mariconez¡±. Una concursante de Operaci¨®n Triunfo, Mar¨ªa, decidi¨® cambiar la letra, y prefiri¨® el vocablo ¡°gilipollez¡±.

Una vez m¨¢s, se ve¨ªa en el t¨¦rmino literal una mala intenci¨®n, en este caso hom¨®foba, que sin duda no se dio en la voluntad del autor. Sabemos de sobra que locuciones como ¡°es un hijoputa¡± o ¡°menudo cabronazo¡±, incluso ¡°vaya mariconcete¡±, adquieren un valor figurado que se escapa de su tenor original. Tambi¨¦n un adjetivo como ¡°sudaca¡± puede ser despectivo¡­ o cari?oso en grado sumo.

Por tanto, no debemos mirar los significantes, a veces caprichosos, sino el significado y el sentido de lo que se quiere decir. Conviene descodificar en cada caso el mensaje para interpretar las palabras en su contexto, en su ambiente, y en relaci¨®n con los sentimientos conocidos de quien se expresa. De ese modo se comprender¨ªa que no se mostraba homofobia alguna en la canci¨®n de Mecano.

Pero tambi¨¦n vale la pena destacar la buena voluntad de la concursante, Mar¨ªa, influida a su vez por el contexto y el ambiente que hoy la rodean.