Nuevos viejos pactos
El panorama de hoy es similar al que exist¨ªa antes del advenimiento de la nueva pol¨ªtica: dos bloques de izquierda y derecha que dependen del nacionalismo
Hubo un tiempo en el que pareci¨® que el equilibrio central de la pol¨ªtica espa?ola iba a desplazarse de manera dram¨¢tica. Fue cuando el independentismo catal¨¢n formaba un bloque inquebrantable tanto en Barcelona como en Madrid, Podemos a¨²n prefer¨ªa dominar la izquierda a influir en sus pol¨ªticas, y PSOE pod¨ªa sentarse con Ciudadanos a negociar programas de Gobierno. No hace tanto de eso, de cuando parec¨ªa que un bloque constitucionalista con base en el centro se abr¨ªa camino.
Hoy, sin embargo, Pablo Iglesias intenta convencer a Oriol Junqueras de que su partido vote los presupuestos de S¨¢nchez. Mientras, su tocayo Casado se va de gira a Bruselas a "denunciarlos". Rivera los califica de ilegales. Por su parte, los diputados de ERC y PDeCAT se dejan tentar por el pragmatismo de conseguir que los Presupuestos de la Generalitat se aprueben gracias al intercambio de apoyos con Unidos Podemos tanto en el Estado como en la ciudad de Barcelona, donde Colau aspira a consolidar un pacto espejo. Aunque el legitimismo soberanista al que se ataron en su d¨ªa no les permite dar el paso decisivo.
Este panorama dibuja una configuraci¨®n similar a la que exist¨ªa antes del advenimiento de la nueva pol¨ªtica: con dos bloques de izquierda y derecha disput¨¢ndose el poder, pero dependiendo de los apoyos del nacionalismo para gobernar. Es, probablemente, lo m¨¢ximo a lo que pueden aspirar los viejos PP y PSOE: primero, pactar pol¨ªticas con lo que antes eran sus corrientes liberal (Ciudadanos) e izquierdista (Unidos Podemos) que ahora son partidos externos con capacidad de veto. Despu¨¦s, negociar trinchera a trinchera, con los representantes de los territorios. Por la derecha, con el PNV y los canarios. Por la izquierda, adem¨¢s, con un hipot¨¦ticamente pragm¨¢tico nacionalismo catal¨¢n.
Pero har¨ªan mal PSOE y PP en confiarse. Esta nueva versi¨®n del viejo equilibrio a¨²n se puede dar la vuelta. ?Qu¨¦ pasa, por ejemplo, si Ciudadanos logra sobrepasar a los populares en futuros comicios? ?Qu¨¦ incentivos tendr¨¢n entonces para pactar hacia la derecha? O si, por el contrario, queda tercero pero resulta que una suma con socialistas y otras formaciones moderadas es viable. Cuanto menos, se abrir¨ªa el abanico de opciones.
M¨¢s decisivo a¨²n es el hecho de que el independentismo todav¨ªa no ha aceptado expl¨ªcitamente que la soberan¨ªa sigue residiendo en el Congreso de los Diputados. Es decir: no ha asumido que las decisiones que m¨¢s van a afectar al futuro de los catalanes se toman all¨¢, no en el Parlament, y se deben configurar bajo las mayor¨ªas viables en Madrid, no en Barcelona.
Tal vez la ¨²nica conclusi¨®n posible es que el nuevo equilibrio de la pol¨ªtica espa?ola es, precisamente, la ausencia del mismo. Depender¨¢ de los representantes fraguar uno, necesariamente temporal, adecuado a los n¨²meros y las circunstancias de cada momento.
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