Subasta de togas en Per¨²
Resolver el problema llevar¨¢ tiempo porque el transcurrido desde su gestaci¨®n es tanto, que lo enraiz¨® como cultura
La corrupci¨®n que gangrena el sistema judicial de Per¨² se remonta al virreinato, cuando el cobro del tributo al indio favorec¨ªa la doble contabilidad, la malversaci¨®n y el abuso de los corregidores. Siglos despu¨¦s, la mafiosa complicidad de jueces, pol¨ªticos y empresarios, y la inacci¨®n de la Oficina del Control de la Magistratura, han causado una crisis institucional en el pa¨ªs andino que recuerda el comportamiento de las camarillas de funcionarios reales, militares y hacendados criollos.
Las pr¨¢cticas de aquellas castas coloniales fueron asumidas como propias por los caudillos de la nueva rep¨²blica americana y sus redes de patronazgo. El saqueador formato se adapt¨® a los tiempos y volvi¨® a estallar en julio. La prensa lime?a difundi¨® grabaciones que testimonian el apa?o de sentencias de jueces, algunos de la Corte Suprema, fiscales, y miembros del consejo de la magistratura, con hombres de negocios y pol¨ªticos. El fatalismo del pensador nacional Manuel Gonz¨¢lez Prada hace 100 a?os recobr¨® vigencia: ¡°Per¨² es un organismo enfermo: donde se pone el dedo, salta el pus¡±.
La subasta de togas oblig¨® al presidente, Mart¨ªn Vizcarra, a convocar un refer¨¦ndum, el 9 de diciembre, para refrendar una reforma de la justicia que ser¨¢ radical, pero de cuestionable eficacia mientras no se inocule probidad a funcionarios y juzgadores. En los ¨²ltimos 30 a?os, cinco de siete presidentes peruanos fueron procesados, otro sigue huido y hace dos semanas un magistrado venal intent¨® asilarse en Espa?a. El propio Vizcarra fue vicepresidente de Pedro Pablo Kuczynski, descabalgado en marzo por su vinculaci¨®n con la compa?¨ªa brasile?a Odebrecht.
El libro p¨®stumo del historiador Alfonso W. Quiroz, Historia de la corrupci¨®n en el Per¨², documenta la profundidad de una lacra que abarca la compraventa de fallos, nombramientos, canonj¨ªas, contratos, litigios laborales y civiles o simples rater¨ªas. Cajas registradoras en los tribunales. M¨¢s viciada que la Dinamarca de Hamlet, la judicatura sorprendida en el delito vivi¨® en los establos de Aug¨ªas, sin que el H¨¦rcules encargado de la limpieza se haga presente. El desprecio de los valores ¨¦ticos y morales contenidos en esta crisis institucional ahonda el desaliento de una sociedad que denuncia poco porque cree poco en la Administraci¨®n de justicia.
¡°?Cu¨¢ntos a?os tiene? ?Diez a?os? ?Once a?itos? (...) ?Pero est¨¢ desflorada? (¡) ?Qu¨¦ es lo que quieren, que le bajen la pena o lo declaren inocente?¡±, pregunta un juez en los audios del mercadeo. Las denuncias de la prensa y colectivos ciudadanos obligaron a la intervenci¨®n del Consejo Nacional de la Magistratura y al anuncio de enmiendas constitucionales contra el atropello del Estado de derecho. Las reformas ensayadas a lo largo de la historia para adecentar el sistema judicial descarrilaron por su end¨¦mico incumplimiento, las interferencias pol¨ªticas y la endeblez de los mecanismos probatorios y disciplinarios. Resolver el problema llevar¨¢ tiempo porque el transcurrido desde su gestaci¨®n es tanto, que lo enraiz¨® como cultura.
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