?Por qu¨¦ lo llaman consecuencias cuando quieren decir castigo?
Si los quieres aplicar, es tu decisi¨®n, pero asemejarlos me parece un eufemismo que no creo que vaya a hacer que tu hijo lo acepte mejor ni corrija antes su comportamiento
A casi todos nos han castigado alguna vez cuando ¨¦ramos peque?os. Cuando eres un ni?o lo m¨¢s probable es que acabes castigado por una u otra raz¨®n: por sacar malas notas, por no hacer los deberes, por pegarle a tu hermano o por contestar mal a un adulto, entre otras muchas cosas. Mis padres no eran especialmente dados a los castigos, pero s¨ª que recuerdo que muchos de mis amigos y compa?eros de clase estaban castigados a menudo, aunque tambi¨¦n recib¨ªan premios con frecuencia. En mi caso la verdad es que no abundaban ni los unos ni los otros.
Cuando tuve hijos y lleg¨® el momento de corregir malos comportamientos pens¨¦ que lo l¨®gico era aplicar esa filosof¨ªa de los castigos y los premios. M¨¢s tarde, con el paso de los a?os llegu¨¦ a la conclusi¨®n de que no serv¨ªan para nada. M¨¢s bien creo que a veces sirven para generar una relaci¨®n de desconfianza y recelo entre padres e hijos. Pero nunca hab¨ªa o¨ªdo hablar de sustituir los castigos por consecuencias.
Una consecuencia suena mejor que un castigo, desde luego, ya que cambia el foco de la acci¨®n, quiero decir, que el castigo te lo imponen, suena injusto de por s¨ª, pero la consecuencia es responsabilidad tuya nada m¨¢s, ya que es la repuesta natural de que hayas hecho algo mal. Por ejemplo, si me olvido de ponerme el despertador, la consecuencia m¨¢s probable es que me duerma y llegue tarde al trabajo. A lo mejor tengo suerte y mi marido o mi hija me despiertan y llego a tiempo a trabajar. Pero desde luego lo que ser¨ªa muy raro es que mi familia me castigara sin ver Ozark una semana por haberme olvidado de poner el despertador.
La primera vez que o¨ª hablar de consecuencias a alguien, al menos que yo recuerde, fue a una maestra de mi hijo en aquella ¨¦poca en la que el horror de los deberes abusivos y sin sentido empezaba a fraguarse en nuestras vidas. El ni?o deb¨ªa tener 5 o 6 a?os, puesto que estaba en primero o segundo de Primaria y su cumplea?os es a finales de a?o. Recib¨ª a aquella maestra con mucho entusiasmo porque nos hab¨ªa abierto un canal de comunicaci¨®n por correo electr¨®nico con ella. No hace tantos a?os de aquello solo 8, pero a pesar de que el correo electr¨®nico era una herramienta usada d¨ªa a d¨ªa, en nuestro caso no ten¨ªamos a¨²n esa v¨ªa de comunicaci¨®n con los maestros.
Como dec¨ªa, ya por entonces empez¨¢bamos a no comprender algunas cosas. Yo quer¨ªa que mi hijo fuera maduro, que no se distrajera, que supiera qu¨¦ deberes ten¨ªa que hacer, que fuera responsable, y que anotara en su agenda las fechas de los ex¨¢menes, as¨ª como la lista de deberes que hacer en casa. Por entonces, pensaba, como muchos padres, que era important¨ªsimo que el cr¨ªo hiciera los deberes, estudiara y trabajara mucho. No es que ya no lo piense, es que ya me di cuenta hace alg¨²n tiempo de que no podemos aplicarle a un ni?o de 6 a?os las mismas reglas que nos aplicamos los adultos para llevar esta vida de explotaci¨®n constante que llevamos.
Dec¨ªa un art¨ªculo que le¨ª no hace mucho que ahora uno se explota a s¨ª mismo y piensa que as¨ª se ha realizado como persona y eso le hace feliz. Hoy en d¨ªa, para que tu carta de presentaci¨®n o tu Curr¨ªculum v¨ªtae sea digno de cualquier puesto de trabajo, aunque te vayan a pagar menos de mil euros al mes, tienes que demostrar que tienes un t¨ªtulo universitario como poco, uno o dos m¨¢steres, que has hecho voluntariado, que has publicado algunos art¨ªculos o te has dedicado a la investigaci¨®n en alg¨²n momento de tu carrera, que tienes sentido de la iniciativa y que eres emprendedor. As¨ª que se da por supuesto que en alg¨²n momento has intentado montar tu propia startup, aunque hayas fracasado, porque afortunadamente, tambi¨¦n se valora tu resiliencia o capacidad para sobreponerte de los contratiempos de la vida. A veces creo que trasladamos este modelo a nuestros hijos, por eso queremos que hagan un mont¨®n de actividades, que sean polifac¨¦ticos, carism¨¢ticos, y multitarea.
Los adultos asumimos consecuencias todo el rato, pero castigos, aunque tambi¨¦n los hay, no tanto.
Pero volvamos otra vez a un d¨ªa, hace 8 a?os, en el que mi hijo hizo deberes de m¨¢s o de menos, no recuerdo bien, porque al final tanto si hac¨ªa de m¨¢s como de menos le ca¨ªa el chaparr¨®n, y vino con una nota en la agenda en la que deb¨ªa poner algo as¨ª como ¡°Su hijo no ha hecho los deberes que le ped¨ª que hiciera¡±. Muy preocupada, le escrib¨ª a la maestra un correo electr¨®nico, con la intenci¨®n de pedir ayuda, porque yo quer¨ªa que mi hijo de 6 a?os hiciera exactamente los deberes que su maestra le hab¨ªa pedido hacer, ni uno m¨¢s ni uno menos.
Fue entonces cuando descubr¨ª las consecuencias. Claro, ?c¨®mo no se me hab¨ªa ocurrido antes? Era mucho mejor dejar al ni?o asumir las consecuencias que aplicarle castigos. La respuesta de la maestra a mi correo electr¨®nico fue de lo m¨¢s apaciguador: si mi hijo de 6 a?os no hac¨ªa los deberes no deb¨ªa preocuparme. Mi responsabilidad como madre y desde luego lo mejor que pod¨ªa hacer por ¨¦l, era dejarlo asumir las consecuencias. ?Qu¨¦ bien! Ya no hac¨ªa falta que me fuera preocupada a la cama, ni siquiera ten¨ªa que pensar un castigo que imponerle, solo ten¨ªa que dejar que el ni?o asumiera las consecuencias.
Las consecuencias de no haber llevado los deberes correctos hechos eran, entre otras cosas de las que no puedo estar muy segura porque lo que te cuenta un ni?o de 6 a?os, y tras varias horas de que le haya ocurrido, no siempre es un fiel reflejo de la realidad, no poder salir al recreo, o quedarse al final de las horas lectivas de la tarde en clase, aunque el ni?o tuviera que ir a una extraescolar, lo estuvieran esperando para recogerlo, o hubiera que ir al m¨¦dico. Ah¨ª empec¨¦ a no entender por qu¨¦ lo llaman consecuencias cuando quieren decir castigo.
A lo mejor estoy equivocada, pero las consecuencias de no hacer unos deberes que se supone te han pedido hacer porque necesitas afianzar algo que no has aprendido a¨²n, o porque necesitas practicar m¨¢s, ser¨ªan que no aprendieras el concepto que ten¨ªas que trabajar. Y si uno no aprende, no puede superar una evaluaci¨®n, y si no superas las evaluaciones puedes llegar a repetir curso, aunque esto ¨²ltimo ya es m¨¢s un castigo que una consecuencia.
La primera vez que o¨ª hablar de consecuencias a alguien, al menos que yo recuerde, fue a una maestra de mi hijo en aquella ¨¦poca en la que el horror de los deberes abusivos y sin sentido empezaba a fraguarse en nuestras vidas
Los adultos asumimos consecuencias todo el rato, pero castigos, aunque tambi¨¦n los hay, no tanto. Por ejemplo, si me salto un sem¨¢foro en rojo enseguida asumo el riesgo, lo haya hecho intencionadamente o no, y s¨¦ que puedo provocar un accidente. Esa ser¨ªa la consecuencia: un posible accidente. Tambi¨¦n me pueden poner una multa, y eso ser¨ªa un castigo, que puede ser injusto porque a lo mejor el sem¨¢foro cambi¨® muy r¨¢pido de color y no era mi intenci¨®n salt¨¢rmelo en rojo. Pero al menos el castigo est¨¢ relacionado con la falta cometida. A nadie se le ocurrir¨ªa castigar a su marido, a su mujer, o a su padre, sin ver la televisi¨®n por haberse saltado un sem¨¢foro en rojo. A veces tambi¨¦n sucede que no ocurre nada, y nuestros errores por suerte no tienen consecuencias m¨¢s all¨¢ de un susto, un disgusto, y un ¡°menos mal que no ha pasado nada¡±. Tambi¨¦n aprendemos de esos errores, aunque no tengan consecuencias, porque sabemos que la pr¨®xima vez puede que no tengamos tanta suerte.
Pero a los ni?os les aplicamos consecuencias que en realidad son castigos, aunque su falta o error no vaya a producir un desastre mayor. Si un ni?o al que le han pedido hacer los mismos deberes que al resto de sus compa?eros, no los hace, pero ese ni?o ya hab¨ªa aprendido lo que deb¨ªa trabajar con esos ejercicios, ?cu¨¢l es la consecuencia de no hacerlos? No deber¨ªa ser ninguna, porque lo que le hab¨ªan pedido hacer no le iba a aportar nada, no iba a aprender nada. El dejarlo sin recreo o sin ver la tele no es una consecuencia, yo creo que es claramente un castigo. ?Qu¨¦ tiene que ver el recreo con los deberes? ?o la televisi¨®n? Eso son castigos disfrazados de consecuencias. Y a m¨ª mi hijo me los pillaba todos. Odiaba que dij¨¦ramos que eran consecuencias cuando en realidad le est¨¢bamos aplicando un castigo.
He aprendido mucho de mis hijos, no solo de la educaci¨®n que les hemos dado en casa, sino tambi¨¦n de su paso por el colegio. Muchas cosas que nadie me cont¨® antes de que sucedieran, y que a m¨ª me gustar¨ªa contarlas para ayudar a otras personas a hacerles frente antes de que surgieran. Todo mi aprendizaje lo estoy volcando en un libro en el que englobo muchas de las problem¨¢ticas que tiene el sistema educativo. Puedes apoyar la publicaci¨®n de mi libro en este enlace.
Si los quieres aplicar, es tu decisi¨®n, pero llamarlos consecuencias me parece un eufemismo que no creo que vaya a hacer que tu hijo lo acepte mejor ni corrija antes su comportamiento, si es que ten¨ªa que hacerlo. Y es que a veces, aplicamos los castigos como estrategia para demostrar quien tiene el poder y la autoridad, y no realmente porque pensemos que vayan a conseguir cambiar algo.
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