El asesino m¨²ltiple m¨¢s escalofriante de Argentina ya tiene pel¨ªcula
El 4 de febrero de 1972, la polic¨ªa argentina deten¨ªa a Carlos Eduardo Robledo Puch. Acababa de cumplir 20 a?os, era guapo, ten¨ªa mirada de ¨¢ngel y hab¨ªa asesinado a 11 personas. Un pa¨ªs entero respiraba tranquilo y un criminal irredento iniciaba una vida en prisi¨®n que, 46 a?os despu¨¦s, perdura. El director Luis Ortega y el actor Lorenzo Ferro han reconstruido su historia en la pel¨ªcula El ¨¢ngel
SUE?A QUE VUELVE a ser joven y sale de la c¨¢rcel donde vive desde hace 46 a?os. Roba una motocicleta y cruza todos los sem¨¢foros en rojo mientras el viento le despeina la melena. Sue?a, una y otra vez (se lo ha contado a su bi¨®grafo, Rodolfo Palacios), que lo liberan y estalla una guerra nuclear. Entonces, Carlos Eduardo Robledo Puch se despierta en la misma celda de siempre. El asesino m¨²ltiple m¨¢s escalofriante de Argentina es el decano de los reclusos de Sierra Chica, una prisi¨®n de m¨¢xima seguridad a 350 kil¨®metros al suroeste de la ciudad de Buenos Aires. Apresado a los 20, dice haber confesado bajo tortura los cr¨ªmenes que le valieron la condena a reclusi¨®n perpetua. Y mientras espera una excarcelaci¨®n denegada varias veces, ya tiene pel¨ªcula propia. El ¨¢ngel, que se estrena en Espa?a el mi¨¦rcoles 31, fue coproducida por El Deseo. Representa a Argentina en la carrera hacia el Oscar y recrea la leyenda devoradora de Robledo Puch: la del criminal inesperado, a contramano de cualquier estereotipo. Un chico de clase media, con baby face de seraf¨ªn, ojos claros y sensibilidad para la m¨²sica, que en 1971 y a lo largo de 11 meses de fiebre y furia mat¨® a sangre fr¨ªa, por la espalda o durmiendo, a 11 personas. Lo m¨¢s probable es que el verdadero Robledo y el que compone el actor debutante Lorenzo Ferro, ¡°salvo la apariencia, no tengan mucho que ver¡±, como subraya Luis Ortega, director de la cinta. Pero el hecho es que la base de la pel¨ªcula es la historia de ese soci¨®pata inescrutable al que la prensa llam¨® ¡°chacal¡±, ¡°¨¢ngel negro¡±, ¡°monstruo humano¡±, ¡°asesino unisex¡± y ¡°¨¢ngel de la muerte¡±. Un personaje oscuro que se meti¨® tanto en la cultura popular que a los nenes que se portaban mal en aquella ¨¦poca les dec¨ªan que se los iba a llevar ¡°el hombre de la bolsa o Robledo Puch¡±.
¡°Colorado¡± lo llamaban de manera provocativa los muchachos del barrio, mof¨¢ndose de sus rizos, su belleza a lo Marilyn, sus maneras casi femeninas y su ropa cara. Hijo ¨²nico de A¨ªda, una inmigrante alemana, qu¨ªmica de oficio que nunca ejerci¨®, y de V¨ªctor, un inspector viajante de la General Motors, Robledo fue un chico dif¨ªcil. Admiti¨® haber robado por primera vez a los 11 a?os y estuvo internado en un reformatorio. Los delitos que se le imputan los cometi¨® a los 19.
Al final lo pescaron por un descuido: olvid¨® en la escena del crimen la c¨¦dula de identidad de su ¨²ltima v¨ªctima, H¨¦ctor Somoza, su c¨®mplice. Tras matar al sereno de la ferreter¨ªa que quer¨ªan desvalijar, Robledo asesin¨® a Somoza por diferencias sobre el reparto del bot¨ªn y le quem¨® la cara con el mismo soplete usado para abrir la caja fuerte del negocio. Cuando lo apresaron, horas despu¨¦s, las cr¨®nicas registraron una preocupaci¨®n distinta de la culpa: ¡°Qu¨¦ va a pensar mi novia cuando se entere¡±. Hasta ese momento, las fuerzas de seguridad del Gobierno militar de Agust¨ªn Lanusse, totalmente desorientadas, especulaban con que los serenos que aparec¨ªan acribillados en discotecas, supermercados, joyer¨ªas, armer¨ªas y casas de repuestos de coches pod¨ªan ser v¨ªctimas de la guerrilla; probablemente montoneros que buscaban recolectar fondos.
Luis Ortega (Buenos Aires, 1980), uno de los cineastas m¨¢s personales de su generaci¨®n, cuenta as¨ª c¨®mo vivi¨® las ganas de convertir esa historia en pel¨ªcula. ¡°Cuando el juez le pregunt¨® por qu¨¦ los mataba mientras dorm¨ªan, Robledo contest¨®: ¡®?Y qu¨¦ quiere, que los despierte?¡¯. Esa respuesta es suficiente para construir un personaje de ficci¨®n¡±, afirma el director, que ya hab¨ªa ahondado en este tipo de asuntos con Historia de un clan, una miniserie basada en los Puccio, una familia de secuestradores argentinos de clase media alta de los a?os ochenta [tambi¨¦n retratada por el director argentino Pablo Trapero en la pel¨ªcula El clan]. ¡°M¨¢s que el dinero, el verdadero m¨®vil consist¨ªa en tener a un reh¨¦n en la casa. Todo funcionaba bien siempre y cuando hubiera alguien secuestrado en el ba?o o en el s¨®tano. Sin ese reh¨¦n se sent¨ªan vac¨ªos¡±, explica Ortega.
El enfoque dram¨¢tico para componer El ¨¢ngel es parecido. ¡°Carlitos comienza robando solo, de ni?o, sin m¨¢s motivo que el de sentir la vida lo m¨¢s cerca posible. Cree que Dios lo est¨¢ observando. Baila y roba para ?l, en un estado de gracia absoluta. El bot¨ªn es saberse vivo. Luego se enamora de Ram¨®n, el personaje que interpreta Chino Dar¨ªn, inspirado en Jorge Ib¨¢?ez, el primer c¨®mplice de Robledo: un ladr¨®n m¨¢s ortodoxo, que roba por dinero. En ese enamoramiento est¨¢ impl¨ªcita la desilusi¨®n, el desencanto y la sensaci¨®n de que Dios lo ha abandonado. Y su conclusi¨®n es que si Dios no existe, todo est¨¢ permitido¡±.
Hincha fan¨¢tico del River, Robledo tocaba el piano, estudiaba idiomas e iba a misa los domingos. Carlitos, como le dec¨ªan sus padres y como lo conocen todav¨ªa en la c¨¢rcel de Sierra Chica, fue condenado por 36 delitos, que incluyen robos, 2 violaciones y 11 muertes. ¡°Nadie sabe por qu¨¦ mataba. ¡®Su maldad viene de lejos¡¯, me dijo Osvaldo Raffo, un crimin¨®logo que lo examin¨® 25 veces. Yo me inclino por la idea de un asesino m¨²ltiple que mat¨® porque era parte de su vivir sin freno¡±, cuenta el periodista Rodolfo Palacios, coguionista y autor de El ¨¢ngel negro, el libro que convenci¨® a Ortega de que en esa historia se escond¨ªa una pel¨ªcula. ¡°Todo lo que se le cruzaba, m¨¢s si era de noche, lo eliminaba. Eso parece haberle sucedido a Ib¨¢?ez, su amigo y primer c¨®mplice, con quien hab¨ªa hecho el pacto de robar sin dejar nunca testigos. A ¨¦l ¡ªse cree¡ª lo mat¨® chocando el auto en el que ambos viajaban¡±.
Su caso desorient¨® a la sociedad. ¡°Robledo Puch desnuda la apetencia arribista de algunos j¨®venes cuyos ¨²nicos valores son los s¨ªmbolos del ¨¦xito: ¡®Un joven de 20 a?os no puede vivir sin plata y sin coche¡¯, ha dicho el acusado. ?l tuvo lo que buscaba: dinero, autos, v¨¦rtigo; para ello tuvo que matar una y otra vez, entrar en un torbellino que lo envolvi¨® hasta devorarlo. Cuando mat¨® al primer hombre, Robledo Puch ya se hab¨ªa aniquilado a s¨ª mismo¡±, analizaba el escritor Osvaldo Soriano en el suplemento cultural del peri¨®dico La Opini¨®n el 27 de febrero de 1972. Realidad y cine corren por cuerdas paralelas. ¡°Luis encontr¨® una po¨¦tica en medio del horror. La pel¨ªcula construye otro Carlitos: es como si, al matar, el personaje desarrollara una performance, un hecho art¨ªstico, un ritual¡±, matiza por su parte Rodolfo Palacios.
Al actor Lorenzo Ferro, de gran parecido f¨ªsico con el personaje real, le cost¨® seis meses de entrenamiento prepararse para el papel
El rostro de Robledo en la pel¨ªcula es el de Lorenzo Ferro, un veintea?ero de sorprendente parecido f¨ªsico con el asesino en serie. A Ferro le llev¨® seis meses de entrenamiento diario (clases de piano incluidas) convertirse en Carlitos. Verlo bailar El extra?o del pelo largo, cantado por Roque Narvaja, un tema que bien puede tomarse como leitmotiv de la pel¨ªcula, provoca un subid¨®n de adrenalina. ¡°Antes de los ensayos entr¨¢bamos en calor bailando esa canci¨®n e incluso cuando yo llegaba a mi casa la bailaba frente al espejo con unos aros de mi abuela¡±, recuerda el actor. ¡°El d¨ªa que filmamos esa escena hab¨ªa mucha gente. Le ped¨ª a Luis que sacara a todos. Nos quedamos solos el c¨¢mara y yo. Me trajo un vaso de whisky y de a poco fui abriendo las alas de un bailar¨ªn y termin¨¦ volando. Esa escena me encanta¡±, cuenta. La verdad es que debutar como un serial killer no le quit¨® el sue?o: ¡°Tuve suerte¡±, dice.
Ortega se mete en la cabeza de su protagonista: ¡°Carlitos mata pero le quita significado. Es solo un acto mec¨¢nico. Desaf¨ªa el sentido com¨²n, pero tambi¨¦n demuestra su ingenuidad en cuanto a las consecuencias¡±. Para transmitir ese filo infantil y letal necesitaba una cara que no fuera familiar. ¡°Que Lorenzo nunca hubiera pisado una clase de teatro me permiti¨® meter la cuchara en una zona que los actores creen tener resuelta: el hecho de haber perdido la inocencia. Arrancamos desde cero y ¨¦l entendi¨® algo esencial: la puesta en escena de la vida es algo absurdo, irreal. Carlitos es, a la vez, un personaje influenciado por el cine: act¨²a como una estrella aun cuando est¨¢ solo, con cierta autoridad. Eso tambi¨¦n lo vuelve singular, esa confianza en s¨ª mismos que transmit¨ªan los actores de esa ¨¦poca. La elegancia como una forma de fe, de misterio¡±.
Cuando lo apresaron el 4 de febrero de 1972, Robledo Puch dec¨ªa ganarse la vida como mec¨¢nico de motos. Picana mediante confes¨®, pero esa aberrante pr¨¢ctica policial de la ¨¦poca no explica los detalles que brind¨®. Guardaba el dinero del ¨²ltimo robo en la casa de su abuela. Dentro del piano encontraron siete rev¨®lveres y 2.300.000 pesos (unos 222.000 d¨®lares de entonces). Se le consider¨® un ¡°psic¨®pata desalmado¡±, carente de afectividad o empat¨ªa (al investigar las escenas de sus cr¨ªmenes se constat¨® incluso un balazo en una cuna: el beb¨¦ que dorm¨ªa en ella se salv¨® de milagro).
Hoy asume los robos. De las muertes culpa a sus c¨®mplices, que est¨¢n bajo tierra. Asegura que su causa fue ¡°armada¡± para tapar la situaci¨®n pol¨ªtica. ¡°Me inventaron porque no hab¨ªa un Charles Manson criollo¡±, ha dicho. Durante mucho tiempo, sin embargo, se neg¨® a pedir la excarcelaci¨®n, aunque despu¨¦s de 35 a?os su pena estaba cumplida. Aterrado por la vida que podr¨ªa esperarle fuera de la prisi¨®n, intent¨® algo que parece uno m¨¢s de sus frecuentes delirios: que le dejen construir una casa dentro del penal.
Ese criminal que so?aba con convencer a Scorsese de filmar su historia y ser representado por Leonardo DiCaprio se enoja cuando dudan de su heterosexualidad, pero vive en el pabell¨®n de homosexuales de Sierra Chica. ¡°Lo pidi¨® ¨¦l mismo como estrategia de supervivencia¡±, apunta Palacios, quien entrevist¨® a Robledo Puch una decena de veces en 2008 y fue el destinatario de 45 cartas suyas, una de ellas firmada ¡°Jesucristo¡±. ¡°Quisieron lincharlo, pas¨® por torturas, por motines, por vej¨¢menes; se escap¨®, fue recapturado y se salv¨® por muy poco de que le condenaran a la pena de muerte, que exist¨ªa para el secuestro, pero no para el rapto, figura con fines sexuales que se emple¨® para encuadrar a dos de sus v¨ªctimas, violadas por Ib¨¢?ez. Quiz¨¢ su verdadera y mayor condena sea seguir vivo en medio de ese infierno¡±, resume.
La tragedia hundi¨® a la familia. Su madre, A¨ªda, intent¨® pegarse un tiro. Sus padres se separaron y V¨ªctor perdi¨® el trabajo en la General Motors. Tiempo despu¨¦s, en una carta, su hijo amenaz¨® con matarlo. Se vieron por ¨²ltima vez en un psiqui¨¢trico al que Robledo fue llevado en 2002, tras creerse Batman e intentar quemar un taller penitenciario.
¡°Es un ser delirante que deber¨ªa estar internado¡±, sostiene Rodolfo Palacios, autor del libro El ¨¢ngel negro, sobre Robledo Puch
¡°La c¨¢rcel no reforma a nadie¡±, concluye Palacios. ¡°Robledo es un delirante que deber¨ªa estar internado. Sorprende su silencio: solo sabemos una parte de la verdad, ?qu¨¦ pas¨® por la cabeza de ese chico de 19 a?os, que ten¨ªa todo para no hacer lo que hizo y sin embargo eligi¨® arruinarse la vida?¡±. Durante uno de sus encuentros, Rodolfo Palacios descubri¨® el tatuaje carcelario que El ¨¢ngel se grab¨® en el pecho: un coraz¨®n con el nombre de su novia de adolescencia, M¨®nica. La chica se hizo monja. Carmelita descalza.?
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