Resonancia
?Se puede romper cristales gritando muy fuerte o tocando un instrumento musical?
El desarrollo completo del episodio ac¨²stico-luminoso parcialmente descrito la semana pasada podr¨ªa ser este: A, que est¨¢ junto a la l¨¢mpara, grita ¡°?Luz!¡± y la enciende inmediatamente, pongamos una d¨¦cima de segundo despu¨¦s. En una d¨¦cima de segundo, el sonido recorre unos 34 metros; por lo tanto, si B piensa que A ha dado la orden o anunciado el encendido de la l¨¢mpara, significa que est¨¢ a una distancia menor y le ha llegado el sonido antes que la luz. C, sin embargo, est¨¢ m¨¢s lejos, pongamos a unos 50 metros, por lo que la luz le llega antes que el sonido y piensa que la exclamaci¨®n de A no anuncia el encendido, sino que responde a ¨¦l. Hay otras interpretaciones posibles (ver comentarios de la semana pasada); pero, en cualquier caso (mejor dicho, en este caso), obs¨¦rvese que la situaci¨®n de B y C no es sim¨¦trica: solo C puede confundirse, ya que si se oye el sonido antes de ver la luz (y ambos proceden del mismo punto), es seguro que el sonido se ha producido antes.
La fuerza del ruido
Al hablar de las ondas sonoras, surgi¨® el tema de su poder destructivo. Que, por cierto, es muy escaso, pese a la creencia popular reflejada en mitos como el de Est¨¦ntor o el de las trompetas de Jeric¨®. La falsa idea de que un sonido muy fuerte puede causar estragos se debe a que muchos fen¨®menos violentos, como la ca¨ªda de un rayo o una explosi¨®n, van acompa?ados de estruendos proporcionales a la destrucci¨®n provocada, lo que a veces lleva a confundir el efecto con la causa. Pero las ondas sonoras en s¨ª mismas transportan muy poca energ¨ªa, por lo que las haza?as del peque?o protagonista de El tambor de hojalata, que rompe los cristales de las ventanas gritando y tocando el tambor, pertenecen, como otros aspectos de la famosa novela de Gunter Grass, al reino de la fantas¨ªa o la met¨¢fora.
Sin embargo, s¨ª que es posible romper una copa de cristal con un grito muy agudo; pero en este caso se trata de un fen¨®meno de resonancia. Cuando empujamos a alguien que se est¨¢ columpiando, no podemos hacer que se eleve mucho de un solo empuj¨®n; pero, por muy pesado que sea el columpiando y muy poco fuerte que sea quien lo empuja, sincronizando cada peque?o empuj¨®n con el momento en el que el columpio, tras llegar al punto de m¨¢xima altura, empieza el descenso, se puede conseguir un resultado espectacular (e incluso peligroso). Y la resonancia se produce de forma parecida: si la frecuencia de la vibraci¨®n natural de una copa al golpearla coincide con la de un sonido que incide sobre ella, cada onda es como un empujoncito al columpio, y su efecto acumulativo puede llegar a romper el cristal. No es la potencia del sonido, sino su frecuencia, la que consigue el resultado.
Seg¨²n una antigua ordenanza militar, los soldados no pueden marchar marcando el paso al cruzar un puente. ?Por qu¨¦? ?Tiene sentido en la actualidad seguir manteniendo esta norma?
Carlo Frabetti es escritor y matem¨¢tico, miembro de la Academia de Ciencias de Nueva York. Ha publicado m¨¢s de 50 obras de divulgaci¨®n cient¨ªfica para adultos, ni?os y j¨®venes, entre ellos Maldita f¨ªsica, Malditas matem¨¢ticas o El gran juego. Fue guionista de La bola de cristal
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