PSOE y PP: la ruptura...fingida
El divorcio simb¨®lico encubre el vergonzoso consenso saud¨ª y beneficia el bipartidismo
El cinismo de la dramaturgia parlamentaria explica que el PP y el PSOE se jactaran de romper en la superficie al tiempo que se pon¨ªan de acuerdo en las profundidades. Cualquier argumento disuasorio o cualquier boutade -el golpismo, las descalificaciones- hubiera servido para encubrir la posici¨®n com¨²n en la pol¨ªtica de sumisi¨®n a la satrap¨ªa de Arabia. Conven¨ªa a S¨¢nchez y a Casado un desencuentro verbal que disfrazara los siniestros acuerdos de fondo.
PP y PSOE solo han roto epid¨¦rmicamente. Porque necesitan reivindicar la beligerancia el bipartidismo, pero tambi¨¦n subordinarla a los espacios de consenso. Antes de ¡°romper¡± melodram¨¢ticamente hab¨ªan acordado restaurar la justicia universal y hab¨ªan honrado el contrato de venta de bombas al r¨¦gimen saud¨ª. La contradicci¨®n es tan obscena que cuesta trabajo asimilarla. Populares y socialistas reivindican el derecho de injerencia extraterritorial en nombre de una causa justa, pero se avienen a comerciar con una de las dictaduras m¨¢s atroces del planeta, hasta el extremo de facilitarle, literalmente, la artiller¨ªa que requieren las represiones.
Con la mano en el coraz¨®n, amanece la justicia universal. Con la mano en la cartera, se invoca el principio encubridor de la realpolitik. Y se restringen las diferencias pol¨ªticas que el mi¨¦rcoles parec¨ªan irreconciliables. El desencuentro responde a un tacticismo que sobrentiende la dial¨¦ctica perfecta entre el Gobierno y la oposici¨®n, prolongada en el liderazgo de S¨¢nchez y Casado a costa de las figuras subalternas (Iglesias, Rivera) y de las extravagancias soberanistas.
El divorcio se consuma en el terreno simb¨®lico y carece de valor pr¨¢ctico. Es verdad que el comunicado de Moncloa recrea un lenguaje de indignaci¨®n y despecho a prop¨®sito del hooliganismo de Casado, pero S¨¢nchez no puede exagerar el victimismo ni permitirse romper con el PP. Le obligan al orden tanto la responsabilidad institucional como la disciplina pol¨ªtica, m¨¢s all¨¢ de los espacios de negociaci¨®n y di¨¢logo tan prosaicos como la financiaci¨®n auton¨®mica, el pacto de Toledo, las eventuales reformas del Estado.
La solemnidad de la ruptura se resiente de su propia inverosimilitud, aunque la ret¨®rica de los puentes rotos contribuye a distanciar al PP y CS de las fuerzas que consensuaron la evacuaci¨®n de Mariano Rajoy. S¨¢nchez necesita convocar el esp¨ªritu de la moci¨®n de censura para estimular la adhesi¨®n a los Presupuestos. Y no solo aislando a Casado y a Rivera en la c¨¢psula de la derechona, sino perseverando en las concesiones a los partidos soberanistas.
Ninguna tan evidente como el replanteamiento del delito de rebeli¨®n. S¨¢nchez era partidario de actualizarlo en sentido m¨¢s espec¨ªfico y punitivo hace apenas cinco meses, pero la amnesia derivada del posibilismo explica que sugiera ahora no endurecerlo sino suavizarlo a medida de la situaci¨®n judicial de los pol¨ªticos presos.
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