El futuro es el pasado
El primer error nos conduce al autoenga?o. El segundo, en el mejor de los casos, a una impotencia melanc¨®lica
Que no puedes repetir el pasado? ?Claro que puedes!¡±, le dice Jay Gatsby a Nick Carraway. La cosa (atenci¨®n, spoiler) no acaba del todo bien en la novela de Fitzgerald, pero es un impulso bastante extendido. Como explica Mark Lilla en La mente naufragada, la esperanza puede verse decepcionada, pero la nostalgia es irrefutable.
La pol¨ªtica espa?ola ha sufrido una gran transformaci¨®n. Pero, quiz¨¢ en parte por esos cambios, no es raro ver gestos nost¨¢lgicos. En ellos se mezclan el diagn¨®stico y el deseo: la idea es que el futuro es el pasado. Pablo Casado intenta alejarse del Partido Popular de Rajoy, y reivindica a Aznar y su derecha sin complejos, m¨¢s combativa ideol¨®gicamente. El Gobierno de Pedro S¨¢nchez recuerda las t¨¢cticas del Gobierno de Rodr¨ªguez Zapatero. Las dos fuerzas parecen sentir que les vendr¨ªa mejor volver a un bipartidismo imperfecto que ya conoc¨ªan.
En Catalu?a, tras el fracaso de la v¨ªa unilateral del independentismo, escuchamos a gente que busca un regreso a los a?os noventa: la traves¨ªa del desierto no llevaba a ning¨²n sitio y habr¨ªa que encontrar el camino de vuelta al oasis catal¨¢n, donde, despu¨¦s de todo, no se estaba tan mal.
Pol¨ªticos m¨¢s j¨®venes no son inmunes a esa tendencia y escogen un momento pasado como edad dorada. Ocurre tambi¨¦n en otros pa¨ªses: Trump combate la globalizaci¨®n econ¨®mica con m¨¦todos del pasado, algunos dem¨®cratas reivindican a Roosevelt frente a una izquierda preocupada por la reivindicaci¨®n de la diversidad y todos hablamos del fin del consenso.
No es patrimonio exclusivo de la pol¨ªtica. Los medios a?oran un momento en el que los modelos de negocio eran m¨¢s claros y la autoridad editorial era m¨¢s respetada. Los novelistas evocan el tiempo en que les hac¨ªan menos entrevistas pero eran m¨¢s importantes. La nostalgia es una industria cultural: en nuestro tiempo acelerado uno casi puede sentir nostalgia del presente.
Es una tentaci¨®n que todos tenemos: aporta orientaci¨®n y legitimidad. Pero presenta sus limitaciones. Por una parte, requiere una simplificaci¨®n a menudo falsaria del pasado. Por otra, la historia nos ayuda a entender algunos problemas, pero las soluciones no pueden ser las mismas porque el mundo al que queremos regresar ya no existe. El primer error nos conduce al autoenga?o. El segundo, en el mejor de los casos, a una impotencia melanc¨®lica.@gascondaniel
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