Perdernos el respeto

Cada vez que un tsunami llamado Bolsonaro, Trump, Orb¨¢n o Salvini inunda nuestras conciencias, buscamos indicadores que nos expliquen el fen¨®meno. Soci¨®logos, polit¨®logas y analistas en general escrutamos variables de edad, clase social, raza o nivel de estudios intentando encontrar la clave, y para ello, sin duda, hay que mirar con instrumentos de precisi¨®n cada vez m¨¢s afinados.

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EDITORIAL | Ante Bolsonaro

?Qu¨¦ es el neofascismo europeo?

Con frecuencia vemos que los perdedores de la globalizaci¨®n tendr¨ªan motivos para apoyar todo aquello que se erige en cielo protector frente a un sistema que les ha abandonado, pero la realidad no es tan sencilla. Los estudios postelectorales indican que hay otras variables. Quiz¨¢, apuntamos como hip¨®tesis, la clave est¨¢ en una alianza entre los poderosos ¡ªlos de verdad¡ª y aquellos que temen ser las siguientes v¨ªctimas de un mundo global, cosmopolita, multirracial y en plena revoluci¨®n tecnol¨®gica.

Mientras avanzamos en el qui¨¦n, conviene preguntarse el porqu¨¦. O mejor, los porqu¨¦s, ya que en sociedades complejas rara vez hallaremos respuesta en un solo factor. La b¨²squeda de seguridad en un entorno inestable es un buen motivo, pero para llegar a esto ha tenido que ocurrir algo m¨¢s grave, algo que es denominador com¨²n de muchos de estos casos: nos hemos perdido el respeto.

?C¨®mo si no puede entenderse el nivel de corrupci¨®n y la cloaca en la que se convirti¨® buena parte del coraz¨®n institucional de este pa¨ªs en los mismos a?os en que la crisis se gestion¨® a golpe de recortes en el sistema p¨²blico y abandono de quienes ca¨ªan en desgracia? Lo peor de la corrupci¨®n no es el dinero robado, ni los 10.000 millones de euros anuales m¨¢s que podr¨ªamos tener si consigui¨¦ramos atajarla. Lo peor de la corrupci¨®n es que demuestra que los que chapotean en el barro lo hacen con una total falta de respeto tanto al conjunto de la sociedad como a s¨ª mismos.

Algo parecido ocurre en la escena internacional. Es necesario haberse perdido el respeto, a s¨ª mismo y a los dem¨¢s, para que, en una Uni¨®n Europea que dice fundamentarse en el respeto a la dignidad humana, la libertad, la democracia, la igualdad, el Estado de Derecho y el respeto a los derechos humanos, algunos Estados no quieren o¨ªr hablar de suspender la venta de armas y plantarle cara al r¨¦gimen saud¨ª pese al esc¨¢ndalo de Khashoggi, los bombardeos indiscriminados en Yemen o las m¨²ltiples violaciones de los derechos humanos all¨ª perpetrados. Y eso, pese a haber adoptado en el a?o 2008 una posici¨®n com¨²n por la que se prev¨¦ la denegaci¨®n de licencias de venta de armas cuando exista riesgo de que se cometan violaciones de los derechos humanos, y tras la aprobaci¨®n en el Parlamento europeo de una enmienda a favor del embargo de armas a Arabia Saud¨ª.

La pr¨®xima vez que la realidad nos haga una impugnaci¨®n a la totalidad, quiz¨¢ debamos preguntarnos cu¨¢ndo empezamos a perdernos el respeto.