Lecci¨®n polaca
La divisi¨®n geogr¨¢fica del voto en Polonia es un peligroso s¨ªntoma
Los resultados de las elecciones municipales polacas confirman una preocupante tendencia global que refleja una brecha dentro de cada pa¨ªs entre el voto de las ciudades y el de extensas zonas menos urbanizadas. Una diferencia ideol¨®gica que a pesar del progreso material y la democratizaci¨®n institucional ¡ªcomo ha sucedido en Polonia tras la ca¨ªda del muro de Berl¨ªn y su ingreso en la Uni¨®n Europea¡ª se ha ido agrandando durante los ¨²ltimos a?os hasta llegar a convertirse en uno de los puntos de desencuentro m¨¢s notables del mundo democr¨¢tico.
La sexta econom¨ªa de la Uni¨®n Europea ha celebrado el domingo unas elecciones municipales cuyo resultado permite una lectura que va mucho m¨¢s all¨¢ del reparto de alcald¨ªas y concejal¨ªas para las que en principio fueron convocadas. El masivo n¨²mero de votantes ¡ªr¨¦cord desde el final del comunismo¡ª que se acerc¨® hasta las urnas ha puesto al descubierto una profunda fisura ideol¨®gica y geogr¨¢fica en el mapa del pa¨ªs.
El conservador, y enfrentado con Europa, partido Ley y Justicia (PiS en sus siglas en polaco) ha obtenido la victoria en t¨¦rminos generales. Dicho as¨ª podr¨ªa parecer que la opini¨®n p¨²blica polaca ha respaldado al partido en el Gobierno, que es el responsable directo de los procedimientos sancionadores que Bruselas ha iniciado contra Polonia por su legislaci¨®n de corte autoritario. Medidas que afectan, por ejemplo, a la separaci¨®n de poderes.
Pero en absoluto ha sido una victoria clara o c¨®moda. Los ciudadanos urbanos y europe¨ªstas se han movilizado en masa en la segunda vuelta y el resultado ha sido que, en las grandes ciudades, plataformas y partidos europe¨ªstas se han hecho con las principales alcald¨ªas. Los resultados han dibujado un mapa n¨ªtido. En la parte oriental, la menos desarrollada econ¨®micamente, y donde precisamente la poblaci¨®n se ha beneficiado m¨¢s de los programas sociales del Ejecutivo, aparece dominante el PiS. Parad¨®jicamente esos presupuestos que han sido utilizados con fines claramente electoralistas, sembrando un mensaje de recelo hacia Europa, se nutren tambi¨¦n de ayudas procedentes de la UE. Mientras, en la Polonia occidental, m¨¢s desarrollada y europe¨ªsta ¡ªy m¨¢s castigada por el Gabinete ultraconservador¡ª, van a gobernar los partidos liberales y de centroderecha.
Polonia no es sino el ¨²ltimo ejemplo de un movimiento que se va consolidando. Los discursos populistas, que apelan al enfrentamiento y crean ¡ªy explotan¡ª un resentimiento en el electorado bas¨¢ndose en agravios reales o inventados, han encontrado un caldo de cultivo ideal en extensas zonas rurales de pa¨ªses democr¨¢ticos. Se trata de vender soluciones f¨¢ciles y de se?alar como enemigo a esos urbanitas que se benefician de las cadenas de valor de la globalizaci¨®n, frente a los votantes que se sienten cada vez m¨¢s distanciados de sus propios compatriotas porque viven en zonas rurales y tienen un sentimiento de comunidad m¨¢s arraigado y una experiencia m¨¢s traum¨¢tica de los nuevos cambios. Esto se ha podido comprobar en las elecciones de Donald Trump en EE?UU o la victoria del Brexit en el refer¨¦ndum de Reino Unido. Las fuerzas democr¨¢ticas no deben perder de vista esta t¨¢ctica del populismo: la democracia requiere de cohesi¨®n social, y esta se consolida con el equilibrio territorial.
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