Estados Unidos es mucho m¨¢s que Trump
El presidente deber¨¢ aprender que EE UU es un gobierno de leyes y no de personas
?En ¨¦poca de l¨ªderes fuertes y nacionalpopulismos corremos el peligro de confundir a los pa¨ªses con sus dirigentes. Los pa¨ªses permanecen y los l¨ªderes cambian. Las recientes elecciones legislativas en la primera potencia mundial nos ilustran sobre este error. Estados Unidos es algo m¨¢s, mucho m¨¢s, que Trump, como Brasil, m¨¢s que Bolsonaro, o Rusia, m¨¢s que Putin.
El 6N los dem¨®cratas se hicieron con la C¨¢mara de Representantes, propiciando el contrapeso del legislativo y el control de la presidencia, acabando con dos a?os de monopolio de Trump. Los republicanos consolidaron, sin embargo, su dominio del Senado alumbrando un Gobierno dividido, para una Am¨¦rica partida en dos. Regresa el contrapoder constitucional al legislativo y con ¨¦l la posibilidad de limitar los excesos de un presidente exc¨¦ntrico y al¨¦rgico a cualquier control. Trump, por muy excesivo que sea su nacionalpopulismo, no puede llevar a la mayor democracia del mundo a la autocracia.
El resultado prueba que la elecci¨®n del magnate de la construcci¨®n en 2016 no fue un accidente. Trump conserva una base electoral s¨®lida, sobre todo en el inmenso centro del pa¨ªs. Granero de votos alimentados por su defensa racista de la cada vez m¨¢s declinante mayor¨ªa blanca, la Am¨¦rica primero como patrimonio de la identidad ¨²nica. Cuyo favor refuerza tambi¨¦n por su desmedida pol¨ªtica antinmigraci¨®n.
Los dem¨®cratas mejoran resultados con la suma de identidades, la vuelta al edred¨®n de retazos multicolor, que representa mejor la identidad m¨²ltiple de EE UU hoy. Joseph J. Ellis, historiador de la presidencia, reflexiona sobre el gran problema de EE UU: intentamos hacer lo que ning¨²n pa¨ªs ha hecho antes, crear una sociedad aut¨¦nticamente multirracial en una enorme naci¨®n de 325 millones de habitantes. El Partido Dem¨®crata se hace fuerte en las metr¨®polis de la Am¨¦rica urbana y sus suburbios, que no significan lo que los nuestros, sino barrios que acogen a profesionales de rentas medias y altas.
Sin un rechazo masivo a Trump, que no se ha producido, se hace dif¨ªcil creer que el polarizador en jefe cambie de tono y de pol¨ªticas. Pero deber¨¢ aprender que EE UU es un gobierno de leyes y no de personas. Y que EE UU y su Constituci¨®n son mucho m¨¢s que Trump. Ayer, en Francia, donde asisti¨® al centenario del Armisticio de la Primera Guerra Mundial, junto a los l¨ªderes europeos, recibi¨® su primera lecci¨®n de historia: el nacionalismo es la guerra.
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