Dos a?os m¨¢s de furia
Es dif¨ªcil imaginarse otro Trump, capaz de adaptarse a un escenario de negociaci¨®n con los dem¨®cratas
Quiz¨¢ siempre fue as¨ª: la pol¨ªtica reducida a un ejercicio de demagogia y demonizaci¨®n de aquellos que no comulgan con el l¨ªder. Es visible en las dictaduras y en los reg¨ªmenes autoritarios, algo menos en las democracias. Vivimos tiempos de mutaci¨®n en Estados Unidos, Brasil, Italia, Hungr¨ªa, Polonia... Hubo se?ales de peligro entre las dos guerras mundiales y nadie las tom¨® en serio.
La agitaci¨®n permanente, convertir una caravana de migrantes hondure?os pobres en una amenaza a la seguridad nacional, tiene efectos en una ciudadan¨ªa zarandeada por la crisis econ¨®mica. Perdimos certezas, lleg¨® la inseguridad, el miedo. Es el campo en el que crece la xenofobia. El presidente de Estados Unidos abri¨® la caja de Pandora, sac¨® el odio a pasear. Se ha despertado la bestia, ser¨¢ complicado devolverla al redil.
Es dif¨ªcil imaginarse otro Donald Trump, capaz de adaptarse a un escenario de negociaci¨®n con los dem¨®cratas. Su rueda de prensa del mi¨¦rcoles demuestra que nada va a cambiar. Su narcisismo es patol¨®gico. No act¨²a como un l¨ªder, parece un mat¨®n que amedrenta e insulta a los periodistas que le preguntan. Nos esperan dos a?os de furia.
El supremacismo blanco, rural y cristiano se siente amenazado por la revoluci¨®n tecnol¨®gica, el feminismo y el cambio clim¨¢tico. Seguramente muchos creen que el Big Bang es un invento izquierdista. Representan la Am¨¦rica profunda amante de las armas de fuego. La matanza en la sinagoga de Pittsburg y el env¨ªo de 13 bombas de fabricaci¨®n casera a enemigos de Trump, como Robert de Niro, son consecuencias de la sobrexcitaci¨®n colectiva.
Esta divisi¨®n ya es visible en la comunidad jud¨ªa de EE UU Los m¨¢s conservadores defienden a Trump. Se dejaron engolosinar por su apoyo a Benjam¨ªn Netanyahu, las amenazas a Ir¨¢n y el traslado de la Embajada a Jerusal¨¦n. Otros rechazan a Trump y a Netanyahu por igual. Culpan al primero del clima que hizo posible Pittsburg y al segundo, del descarrilamiento de los Acuerdos de Oslo.
La pol¨ªtica proisrael¨ª de Trump es compatible con su simpat¨ªa por los supremacistas que le votan. Tard¨® un a?o en condenar el ataque de Charlottesville, y cuando lo hizo evit¨® hablar claro, rechaz¨® ¡°todo tipo de racismo¡± y ¡°los disturbios que causaron muertes insensatas¡±. Dijo disturbios, no bandas neonazis.
Muchos de los pol¨ªticos que le acompa?an en este tsunami ultra global son antisemitas estructurales. Ayer, su enemigo eran los jud¨ªos; hoy, son los ¨¢rabes, los migrantes, los homosexuales, las mujeres, el diferente. ?C¨®mo es posible que el primer ministro de Israel se fotografiara con el primer ministro h¨²ngaro Viktor Orb¨¢n? Son a?os de confusi¨®n, desmemoria, mentiras y paradojas. Los palestinos son los que peor est¨¢n, han perdido la tierra y las palabras. Ya nadie recuerda que ellos tambi¨¦n son semitas.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.