La herida de Donb¨¢s
Ning¨²n pa¨ªs europeo puede permitirse ignorar a millones de personas de nuestro continente, como si su destino de rehenes de la geoestrategia no fuera con nosotros
El simulacro de elecciones en los territorios ucranianos controlados por los separatistas prorrusos apoyados por Mosc¨² no resuelve nada en las autodenominadas ¡°rep¨²blicas populares¡± de Donetsk y Lugansk donde m¨¢s de 3,5 millones de personas viven en una fatigosa y desgastadora incertidumbre desde hace m¨¢s de cuatro a?os, durante los cuales han pasado a depender totalmente de Rusia, dado el bloqueo econ¨®mico a que fueron sometidas por Kiev.
El conflicto en el Este de Ucrania es una llaga en el coraz¨®n de Europa, pues desde que estall¨® en abril de 2014 ha causado m¨¢s de 10.000 muertos y convertido a m¨¢s de tres millones de ucranianos en desplazados en su propio pa¨ªs o refugiados temporales en Rusia. Hoy por hoy, ninguno de los sujetos de derecho internacional implicados en el conflicto en el Este de Ucrania parece tener prisa por encontrar una soluci¨®n. Para Ucrania, los territorios secesionistas son el caldo de cultivo de un electorado que en las elecciones presidenciales del pr¨®ximo marzo ser¨ªa mayormente hostil a las opciones hoy representadas en Kiev. Esas zonas industriales y mineras degradadas y empobrecidas requieren adem¨¢s enormes recursos financieros para su relanzamiento econ¨®mico.
Para Rusia el secesionismo en el Este de Ucrania es un instrumento de presi¨®n para influir en el desarrollo estructural de ese Estado y, eventualmente, potenciar en ¨¦l otros separatismos ahora latentes. Tras una reintegraci¨®n estable de Donb¨¢s a Ucrania, si eso fuera a¨²n posible, la atenci¨®n internacional se dirigir¨ªa de inmediato a la anexionada Crimea, algo que tampoco conviene a Mosc¨², que consigui¨® mantener el problema de la pen¨ªnsula del mar Negro en un segundo plano en relaci¨®n a la dram¨¢tica contienda de Donb¨¢s.
Kiev pretende que se trata solo de una guerra con el ¡°ocupante¡± ruso y ve a los secesionistas como marionetas y no como portadores de opciones leg¨ªtimas, mientras Mosc¨² la presenta como una guerra civil ucraniana y niega su participaci¨®n b¨¦lica en el pa¨ªs vecino en apoyo de los secesionistas, en contra de la evidencia. Por ¨²ltimo, para los pa¨ªses de la UE no directamente implicados en el proceso de Minsk (el ¨²nico foro donde participan todos los protagonistas del conflicto, adem¨¢s de Alemania y Francia), Donb¨¢s es un paraje lejano que se prefiere ignorar. Los diplom¨¢ticos europeos se limitan a constatar, como una letan¨ªa hueca, la necesidad de ¡°cumplir¡± los acuerdos firmados el 12 de febrero de 2015 en la capital bielorrusa, sin pensar en c¨®mo contribuir a su cumplimiento real. La llaga de Donb¨¢s supura y nos contagia a todos, y ning¨²n pa¨ªs europeo, en nombre de los valores que nos unen, puede permitirse ignorar a millones de personas, como si su destino de rehenes de la geoestrategia no fuera con nosotros.
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