El Brexit y sus posibilidades
Ya solo hay tres opciones y las tres son malas: aceptar este acuerdo, acabar sin acuerdo o parar
El Brexit se ha estrellado. Las previsiones se han cumplido. El Reino Unido se siente derrotado, y Bruselas y las otras 27 capitales europeas reprimen su schadenfreude para no hacer sangre. Chapeau para Michel Barnier. Los libros de historia lo recordar¨¢n como aquel negociador para la UE serio, firme, elegante, astuto (sobre todo por apoyarse en su lugarteniente, Sabine Weyand, una superclase) y magn¨¢nimo al final del proceso, sabedor de que ha mantenido la Uni¨®n Europea unida e implacable.
Del otro lado, sus contrapartes brit¨¢nicas, David Davis y Dominic Raab dimitieron. Uno en medio de la negociaci¨®n y el otro al final. No hace falta decir m¨¢s para determinar qui¨¦n ha ganado la partida. Tambi¨¦n es verdad que los brit¨¢nicos part¨ªan con unas cartas muy malas. Pase lo que pase en los pr¨®ximos meses y a?os, el Brexit no ser¨¢ glorioso como pensaban Boris Johnson y Nigel Farage, los dos l¨ªderes de los denominados Brexiteers, un t¨¦rmino que suena demasiado cool para la infame causa que han intentado defender.
El Brexit como proyecto ha fracasado. Theresa May ¨C la estoica capitana que no abandona el barco mientras sus oficiales saltan por la borda ¨C lo ha resumido bien. A estas alturas ya solo hay tres opciones y las tres son malas: aceptar este acuerdo (porque no habr¨¢ otro), acabar sin acuerdo o parar el Brexit. ?Vaya panorama! Los tres escenarios son dur¨ªsimos para una naci¨®n que hasta ayer pensaba que era la segunda m¨¢s poderosa del mundo.
Aprobar el acuerdo significa tener que aplicar las reglas de Bruselas sin poder sentarse a la mesa. Es decir, lo contrario de recuperar soberan¨ªa. Si el Reino Unido opta por la heroica, el varapalo ser¨ªa todav¨ªa peor. Una recesi¨®n de caballo (esta vez s¨ª) y las autopistas con kil¨®metros de camiones para pasar aduanas. Incluso Dominic Raab se ha enterado hace poco que el ¨²nico puerto de entrada es Dover. Es obvio que un no-acuerdo ser¨ªa perjudicial para las dos partes, pero mucho peor para el Reino Unido.
Finalmente, dar marcha atr¨¢s al Brexit ser¨ªa tambi¨¦n un ba?o de humildad para muchos brit¨¢nicos. El resultado del refer¨¦ndum de 2016 fue un shock para el pa¨ªs, pero el pragmatismo ingl¨¦s hizo que incluso muchos que hab¨ªan votado remain dijesen, ¡°bueno, si esto es lo que quiere la mayor¨ªa, pues entonces que as¨ª sea¡±. El tan cacareado: ¡°Let¡¯s get on with it¡±. Pero, ahora, de repente reconocer que es imposible salir es muy dif¨ªcil de tragar.
May intentar¨¢ usar este tri¨¢ngulo diab¨®lico a su favor. A los diputados europe¨ªstas les dir¨¢ que, si no votan a favor del tratado empujar¨¢n el pa¨ªs al caos de un no-acuerdo. En cambio, a los brexiteers les explicar¨¢ que, si no la apoyan, lo m¨¢s probable es que no haya Brexit y que Jeremy Corbyn, ¡°el marxista¡±, acabe como inquilino en el No. 10 de Downing Street.
Aun as¨ª, es probable que su estrategia fracase. ¡°Recuperar el control¡± fue un eslogan muy potente. ¡°No nos obligues a elegir entre caos o vasallaje¡± tambi¨¦n lo es. A estas alturas deber¨ªa ser obvio que cualquier escenario fuera de la Uni¨®n Europea es peor para el Reino Unido que estar dentro. May por lo tanto se va a tener que enfrentar con otra fuerza en los pr¨®ximos meses. La de aquellos que le digan: ¡°cuidado con salirnos en marzo que despu¨¦s ya no podemos volver al club con las excepciones que tenemos ahora¡±. Ese movimiento tomar¨¢ todav¨ªa m¨¢s fuerza si al final el Tribunal de Justicia de la Uni¨®n Europea decide que el Reino Unido puede revocar el art¨ªculo 50 de manera unilateral.?
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