Cat¨¢strofes no tan naturales
Es preciso hallar acomodo en la agenda pol¨ªtica a realidades y conceptos vinculados al cambio clim¨¢tico para reforzar la lucha contra el deterioro del planeta
Mientras la alarma por el cambio clim¨¢tico se dispara en el sur de Europa, en la otra ribera de ese mar interior que es el Mediterr¨¢neo empiezan a poner nombre a los refugiados ambientales. Una publicaci¨®n de Instagram mostraba recientemente el contraste de El Max, una barriada de pescadores de Alejandr¨ªa, antes y despu¨¦s de que la subida del nivel del mar ¡ªuno de los efectos del calentamiento global¡ª forzara la huida de sus habitantes: el anverso de ropa tendida y caiques faenando, frente a casas abandonadas como jaulas vac¨ªas sobre un canal que antes procuraba sustento y hoy anega toda esperanza de vida. Son los primeros refugiados clim¨¢ticos documentados en Egipto, pero no los primeros del mundo, as¨ª que su triste sino bien vale para personalizar un drama global que va en aumento: 25 millones al a?o, uno por segundo; hasta mil millones en 2050 en el peor escenario.
Alrededor de un mill¨®n de centroamericanos se desplaza cada a?o por modificaciones de su h¨¢bitat debidas a fen¨®menos naturales (por no hablar del impacto de las cat¨¢strofes mal llamadas as¨ª, cada vez m¨¢s mort¨ªferas); entre ellos, tal vez, muchos integrantes de la caravana de desheredados que desde hace semanas atraviesa la regi¨®n hacia EE UU. El tr¨¢fago desde el ?frica subsahariana a Europa no conoce tregua tambi¨¦n por culpa de una mala cosecha o un pozo seco, igual que el ¨¦xodo del campo a las ciudades en China, donde cada cierto tiempo tifones o corrimientos de tierra debidos a lluvias anormalmente intensas arramblan poblaciones enteras. Ninguna de estas situaciones es fruto del azar, sino consecuencia palmaria del cambio clim¨¢tico, esa amenaza cierta de colapso planetario si no se frena la emisi¨®n de CO?.
El concepto ¡°refugiado clim¨¢tico¡± est¨¢ calando en la agenda pol¨ªtica mundial aunque la convenci¨®n de Ginebra no reconozca a¨²n a sus protagonistas como tales, pero queda mucho por hacer para homologar en la opini¨®n p¨²blica conceptos subsidiarios como seguridad y soberan¨ªa alimentarias, amenazadas por el aumento de la temperatura global; la relaci¨®n entre cambio clim¨¢tico y derechos humanos, apenas esbozada; la medicina ambiental, una disciplina transversal reconocida por el Consejo de Europa en 2009, o, en fin, la salud planetaria, un novedoso abordaje integral de las enfermedades que nos causa el maltrato del h¨¢bitat.
A la aspereza con que algunos critican el cierre al tr¨¢fico del centro de Madrid, por poner un solo ejemplo de los intentos de mitigar el deterioro ambiental, podr¨ªa responderse con el t¨ªtulo del c¨¦lebre cuadro denuncia de Sorolla: ?A¨²n dicen que el pescado es caro! Tan caro como el precio que han debido pagar los pescadores de El Max, desterrados para siempre de su hogar por ese mal absoluto que es el cambio clim¨¢tico.?
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