Debates avinagrados en el Parlamento
Los diputados de Catalu?a se han comprometido a ser educados y tolerantes y a rebajar la tensi¨®n en los plenos
Dec¨ªa el cient¨ªfico alem¨¢n Georg C. Lichtenberg que cuando los que mandan pierden la verg¨¹enza, los que obedecen pierden el respeto. Algunos representantes p¨²blicos parecen haber olvidado la debida cortes¨ªa que deben a los ciudadanos que los han elegido y se han instalado en la descalificaci¨®n y el descr¨¦dito. De lo contrario, no se entiende el show que cada mi¨¦rcoles se empe?an en representar durante las sesiones de control al Gobierno. La vicepresidenta, Carmen Calvo, y la portavoz popular, Dolors Montserrat, mantienen un perpetuo duelo, como si estuvieran en Falcon Crest y no en el solemne hemiciclo. Han aprendido de sus jefes de filas. Pedro S¨¢nchez anunci¨® en el Congreso que romp¨ªa relaciones con Pablo Casado cuando este le acus¨® de ser ¡°part¨ªcipe y responsable del golpe de Estado que se est¨¢ perpetrando en Espa?a¡±. Y el expresidente Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar echa gasolina al fuego diciendo que Espa?a vive un golpe de Estado permanente del que el Gobierno es c¨®mplice y que estamos ante la peor crisis de la democracia.
Enhebrar declaraciones desabridas es un recurso f¨¢cil, tanto como ampararse en el calificativo burdo y avinagrado para hacerse notar. En 2006, el diputado del PP Vicente Mart¨ªnez Pujalte lider¨® la primera gran bronca en el Congreso. Fue expulsado por el entonces presidente de la C¨¢mara, Manuel Mar¨ªn, durante el debate sobre el refuerzo del contingente espa?ol en Afganist¨¢n. Los populares se emplearon a fondo en boicotear la intervenci¨®n del ministro de Defensa llam¨¢ndole ¡°fascista¡±, ¡°represor¡± y ¡°payaso¡±. Pujalte, capit¨¢n de los vociferantes, recibi¨® tarjeta roja (que Gabriel Rufi¨¢n llame ahora ¡°palmera¡± a una diputada parece cosa menor). A?os despu¨¦s, Jes¨²s Posada expuls¨® de la tribuna de oradores a tres diputados de ERC que pretend¨ªan intervenir en catal¨¢n, y amonest¨® a un representante de Amaiur por negarse a retirar la ¡°ofensa¡± a la Constituci¨®n cometida d¨ªas antes cuando arranc¨® varias hojas de un ejemplar de la Carta Magna.
El enfrentamiento cainita se ha instalado en el mundo pol¨ªtico. En los Parlamentos se escuchan insultos, ofensas y exabruptos. Los diputados de Catalu?a quieren desterrar la crispaci¨®n y recuperar el juego limpio sin perder por ello vehemencia en sus intervenciones. Se han comprometido a ser educados y tolerantes y a rebajar la tensi¨®n en los plenos. ?Lo lograr¨¢n?
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