El arriesgado tiquitaca de Pedro S¨¢nchez
En f¨²tbol nos puede dar alegr¨ªas, pero en pol¨ªtica es un rosario de idas y vueltas en el que se echa a perder la credibilidad
?Durante cu¨¢nto tiempo mantenerse en el Gobierno es m¨¢s beneficioso que convocar elecciones? ?Y para qui¨¦n es beneficioso? ?Para tus intereses o los de todos? ?Qu¨¦ algoritmo puede predecir que lo que ganes por la permanencia es mayor que lo que pierdas por tensionar tu propia credibilidad? Son preguntas que sin duda debe hacerse Pedro S¨¢nchez, el primer presidente llegado a La Moncloa mediante una moci¨®n de censura que reuni¨® una coalici¨®n tan leg¨ªtima como trastabillante. S¨¢nchez anunci¨® al comenzar su andadura gubernamental que su primera misi¨®n era ¡°estabilizar¡± Espa?a antes de convocar unas elecciones. Apenas cinco meses despu¨¦s, ¡°la obligaci¨®n es mantenerse¡±, en palabras de su portavoz, Isabel Cela¨¢, sin que nos hayan aclarado si Espa?a se da ya por ¡°estabilizada¡± o es su propia supervivencia en La?Moncloa la misi¨®n primordial de su existencia.
S¨¢nchez ha tenido aciertos apreciables y, sobre todo, ha tra¨ªdo un aire de renovaci¨®n eminentemente higi¨¦nico tras el lodazal de la G¨¹rtel, la corrupci¨®n y su encubrimiento que empa?¨® la andadura del PP. Pero su juego de tiquitaca, sus vaivenes en los grandes asuntos que gu¨ªan la gobernabilidad, le ponen en riesgo de una exhibici¨®n de piruetas tanto m¨¢s est¨¦ril cuanto menos culminan en gol. Los Presupuestos que ceremoniosamente anunci¨® junto a Pablo Iglesias ya no se van a presentar; el delito de rebeli¨®n que ¨¦l mismo consider¨® en mayo que encajaba con la actuaci¨®n de los independentistas ya es un exceso; la pr¨¢ctica de gobernar por decreto que tanto censur¨® en el PP es ahora el proyecto de su mandato; y la ruptura de relaciones con Pablo Casado fue tan s¨®lida como un ¡°ya no te ajunto¡± de colegio que terminaba a la hora del recreo. Poco despu¨¦s apelaba al PP a negociar y aprobar los Presupuestos. Y sendos partidos (PSOE y PP) sellaban un reparto de cromos en el CGPJ digno del peor ejercicio de democracia. Sin hablar de los vaivenes con los restos de Franco, con la Iglesia, con los contratos con Arabia Saud¨ª, las devoluciones en caliente o la defensa del juez Llarena.
En f¨²tbol, el tiquitaca bien llevado es un hallazgo espectacular que nos ha dado grandes alegr¨ªas. Es un rosario de idas y vueltas en el que arriesgas, no a despistar al contrario, sino a tu propio campo. Y, en ¨²ltima instancia, al votante potencial.
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