El deterioro que no cesa
Quiz¨¢s el presidente S¨¢nchez se arrepienta pronto de haber demorado la convocatoria de elecciones
La crisis del poder judicial y el fiasco del repentino pacto de melancol¨ªa bipartidista entre el PSOE y el PP para maquillar la imagen de la justicia confirman el peligroso deterioro de las instituciones espa?olas. ?D¨®nde aparecer¨¢n las pr¨®ximas grietas? Con una mayor¨ªa de gobierno precaria, con los presupuestos en el aire y con una derecha que ha optado por la v¨ªa del griter¨ªo, se vive en una sensaci¨®n de provisionalidad incompatible con la urgencia de actuar sobre el desgaste de los materiales institucionales. El presidente S¨¢nchez insiste, aunque sin grandes precisiones, en su voluntad reformista pero choca con una debilidad parlamentaria que en cualquier momento le puede condenar a la ingobernabilidad. Siempre hay un motivo para aplazar la convocatoria de elecciones, un nuevo hito del que se espera que salga la luz: ahora, Andaluc¨ªa. Pero las estaciones de este v¨ªa crucis se acaban. Y m¨¢s con el juicio al independentismo en el itinerario.
El deterioro institucional es innegable, su gestaci¨®n viene de lejos, el bipartidismo no se enter¨® o no quiso afrontarlo. Es cierto que nuestras trifulcas no son ajenas a lo que ocurre en nuestro entorno; que la democracia liberal vive mal la mutaci¨®n del capitalismo industrial al financiero y al digital; que una globalizaci¨®n acelerada ha generado una contracci¨®n y el estado-naci¨®n que parec¨ªa desahuciado revive ruidosamente; y que las fracturas de la crisis han abierto unas brechas de desigualdad que generan enorme malestar y profunda desconfianza en la pol¨ªtica.
Pero es hora de afrontar las causas espec¨ªficas de la situaci¨®n que viven las instituciones espa?olas: la incapacidad de reformar el r¨¦gimen, ni siquiera en los momentos en que hab¨ªa amplias mayor¨ªas para hacerlo. El desinter¨¦s por resolver las cuestiones que la transici¨®n hab¨ªa dejado pendientes: desde el modelo territorial hasta la modernizaci¨®n de un poder tan determinante como es el judicial. Y la incapacidad de los sucesivos gobernantes y del poder legislativo de anticipar el agotamiento del modelo de gobernanza. Cay¨® el bipartidismo y nadie sabe c¨®mo ha sido. Han sido necesarios dos estallidos: el de la crisis de 2008 y el del proceso catal¨¢n para que las grietas afloraran y el deterioro institucional se hiciera manifiesto. Ni siquiera se entendi¨® algo elemental: que si la cuesti¨®n catalana no se encauzaba pol¨ªticamente, acabar¨ªa afectando al r¨¦gimen entero. Catalu?a pesa mucho. Tuvo que ver con la ca¨ªda de Rajoy, ha acelerado el desprestigio del poder judicial, y se ha convertido en el comod¨ªn de las peleas de la pol¨ªtica espa?ola, como puede constatarse en las elecciones andaluzas.
Quiz¨¢s el presidente S¨¢nchez se arrepienta pronto de haber demorado la convocatoria de elecciones. Hay pendiente una compleja tarea de recomposici¨®n pol¨ªtica, cultural y social y para ello se requiere construir puentes en m¨²ltiples direcciones y la derecha est¨¢ muy embravecida. A la izquierda le toca liderarla.
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