As¨ª manda una de las pocas hembras dominantes del mundo animal
Las hienas no vencen porque tengan mayor fuerza f¨ªsica, sino por la capacidad para construir coaliciones m¨¢s numerosas
Los humanos tenemos una especial sensibilidad para las jerarqu¨ªas y, por muy opresivas que nos resulten, solemos ser reticentes a hacer algo para revertirlas. Esa intuici¨®n, que se puede atribuir al trabajo de las ¨¦lites para convencer a los subordinados de que asuman su papel de gregarios, tambi¨¦n est¨¢ presente en otros animales que saben que un orden bien establecido reduce la violencia en el grupo. Salvo en situaciones puntuales de crisis, en muchas especies que viven en sociedad, los que mandan suelen imponer su ley sin necesidad de utilizar la fuerza.
Uno de estos animales son las hienas que, adem¨¢s, son uno de los pocos casos entre los mam¨ªferos en los que las hembras ocupan la cima del escalaf¨®n. Hasta hace poco, se atribu¨ªa la preeminencia de este sexo a sus caracter¨ªsticas masculinas. Su tama?o es igual o mayor que el de los machos y hasta su cl¨ªtoris podr¨ªa confundirse con un pene. Sin embargo, parece que la fuerza no es la caracter¨ªstica determinante para alcanzar el dominio en esta especie.
Cuando hay una pelea por la hegemon¨ªa, es habitual que se mate a las cr¨ªas del grupo rival
En un art¨ªculo publicado esta semana en la revista Nature Ecology & Evolution, un equipo internacional de cient¨ªficos explica c¨®mo estudi¨® los enfrentamientos entre 748 hienas a lo largo de 21 a?os en el cr¨¢ter del Ngorongoro, en Tanzania. Despu¨¦s de separar los efectos de diversos rasgos en el resultado de los enfrentamientos, concluyeron que, cuando dos individuos pelean, el n¨²mero de aliados con que cada uno de los contendientes cuenta dentro del grupo es el factor decisivo en la victoria. La hiena que m¨¢s apoyos tiene vence en m¨¢s de un 80% de sus enfrentamientos y esto sucede sin necesidad de que sus aliados participen directamente en el conflicto.
El dominio femenino de los grupos se debe a que en esta especie son los machos los que suelen abandonar su grupo para reproducirse. Las hembras permanecen en el clan donde nacieron y los machos entran en la nueva tribu en la parte inferior del escalaf¨®n. ¡°En los bonobos, por ejemplo, las coaliciones suelen consistir en hembras solas contra machos, pero en otras especies, como las hienas moteadas o los babuinos, las coaliciones pueden estar conformadas por ambos sexos¡±, explica Oliver H?ner, autor principal del estudio y jefe del Proyecto de Hiena Ngorongoro del Instituto Leibniz para la Investigaci¨®n de Zool¨®gicos y Vida Silvestre, en Berl¨ªn, Alemania. ¡°Entre las hienas, los individuos con relaciones familiares estrechas se apoyar¨¢n entre ellos independientemente del sexo y los miembros de un clan se ayudar¨¢n contra los de otro clan, independientemente del sexo¡±, contin¨²a. ¡°En hienas, las coaliciones entre hembras podr¨ªan ser ligeramente m¨¢s comunes que las mixtas o las de machos, solo porque habitualmente los machos abandonan su grupo natal en alg¨²n momento de su vida. Cuando entran en la nueva jerarqu¨ªa, lo hacen desde lo m¨¢s bajo y los individuos de rango inferior tienen menos amigos y reciben menos apoyos de otros miembros en su nuevo grupo¡±, concluye.
Otro aspecto interesante sobre el afianzamiento de las jerarqu¨ªas es que, una vez establecidas, los individuos de m¨¢s alto rango tienen m¨¢s descendientes y los lazos de sangre son los m¨¢s fuertes cuando se busca apoyo en una reyerta. Por eso, cuando la habitual estabilidad de poder en un grupo de hienas se ve sacudida por un golpe violento, no solo la hembra alfa se convierte en objetivo de la familia contendiente. En muchos casos, las cr¨ªas tambi¨¦n son aniquiladas para reducir el tama?o de una futura coalici¨®n de la madre. En algunas luchas menos cruentas, los peque?os son adoptados por los ganadores y se incorporan a su clan.
El control de la familia es clave para las pocas especies de mam¨ªferos dominadas por hembras. Un caso extremo es el de los suricatos, una especie en la que una hembra monopoliza las labores reproductivas y suele reinar sobre un grupo en el que pare al 90% de los cachorros. Si otra hembra se atreve a reproducirse, la jefa del clan y sus secuaces asesinar¨¢n a los reci¨¦n nacidos para mantener su dominio. Aunque el padre de casi todas las cr¨ªas leg¨ªtimas es un solo macho, su papel es completamente subordinado. Si la jefa le retira su apoyo, el rey ser¨¢ derrocado r¨¢pidamente por alg¨²n otro macho del grupo.
Casos como estos, o como los de los bonobos, nuestros parientes animales m¨¢s cercanos junto a los chimpanc¨¦s, se pueden tratar de utilizar para justificar ideas sobre c¨®mo debe ser la sociedad. Los bonobos, en los que mandan las hembras y la violencia parece rara, se han utilizado para intentar justificar que nuestra naturaleza, sin la m¨¢cula de la civilizaci¨®n, puede ser feminista y pac¨ªfica. Sin embargo, como saben los cient¨ªficos que conocen la historia de la primatolog¨ªa, lo que hoy sabemos sobre una especie puede quedar refutado ma?ana por nuevas observaciones.
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