En el Prado
La obra de Bartolom¨¦ Bermejo caus¨® un efecto inquietante entre los m¨¢s j¨®venes
Detr¨¢s de la banderita que enarbolaba el gu¨ªa, un caudaloso grupo de turistas chinos se adentr¨® en la sala donde se expone la severa pintura religiosa de Bartolom¨¦ Bermejo en el Museo del Prado. Todos llevaban instalada en el rostro la sonrisa que en ellos es consustancial. A simple vista parece que siempre sonr¨ªen de la misma forma, pero no es as¨ª. Los chinos tienen sonrisas de agrado, de desprecio, de reproche, de odio, de felicidad, de admiraci¨®n y tambi¨¦n de terror. Se trata de una expresi¨®n milenaria llena de matices que solo ellos saben interpretar. El grupo de turistas chinos, todos con la sonrisa puesta, penetraron en la penumbra de la sala en cuyas paredes colgaban los cuadros terror¨ªficos de Bartolom¨¦ Bermejo, pintados para escarmiento de los fieles. Los chinos contemplaron sonriendo m¨¢rtires descuartizados, Cristos crucificados, espaldas azotadas por los sayones, sepulcros abiertos, muertos vivientes con las carnes tumefactas, calaveras y arc¨¢ngeles vengadores que hund¨ªan su espada en las v¨ªsceras de las v¨ªctimas. Una ni?a de rostro de porcelana quiso saber por qu¨¦ crucificaban, acuchillaban y azotaban a esos se?ores. El traductor de espa?ol acudi¨® en ayuda del gu¨ªa chino y dijo: ¡°Los somet¨ªan a toda clase de tormentos porque eran santos muy buenos y se portaban bien¡±. Esta ruda explicaci¨®n pas¨® de unos a otros y todos los chinos sonrieron al saber que en nuestra cultura cristiana te expones a que te crucifiquen si eres bueno. ¡°?Y si te portas mal?¡±, insisti¨® la ni?a. ¡°Entonces, te dejan tranquilo¡±, contest¨® el gu¨ªa. Todas las sonrisas de los chinos ante las pinturas macabras de Bermejo permanec¨ªan imperturbables y era imposible descifrarlas, pero tal vez la exposici¨®n caus¨® un efecto inquietante entre los m¨¢s j¨®venes hasta el punto que sus ojos rasgados se hab¨ªan vuelto redondos a causa del espanto.
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