Campeonas
Si alg¨²n d¨ªa el f¨²tbol femenino se convierte en un negocio, por desgracia todo cambiar¨¢ pero, de momento, le han robado protagonismo a la final madrile?a de Libertadores
Ha pasado en el v¨¦rtice de la insensatez m¨¢s descomunal. Es dif¨ªcil describir de otra manera la extravagancia de traerse a Madrid, a doce horas y pico de vuelo transoce¨¢nico, el partido de vuelta de la Copa Libertadores. Un partido que podr¨ªa haberse jugado en el campo del River Plate a puerta cerrada, en cualquier otro estadio de Argentina con o sin p¨²blico, o en Montevideo, en Santiago de Chile, en Lima, en R¨ªo, a muchas menos horas de vuelo de distancia y sin apenas diferencia horaria. Cualquiera de esas opciones habr¨ªa sido m¨¢s equitativa, m¨¢s l¨®gica, m¨¢s sensata, m¨¢s barata. Pero en el f¨²tbol moderno el dinero manda sobre todas las cosas, y se ha optado por penalizar a los hinchas pobres, incluidos aquellos que ten¨ªan ya una entrada comprada para asistir a un partido que nunca se celebr¨®, para privilegiar a los ricos, esos que pueden venirse de Buenos Aires a Madrid sin pens¨¢rselo, de un d¨ªa para otro, el pasatiempo favorito de los argentinos adinerados de toda la vida. Por eso resulta tan emocionante que precisamente ahora, y s¨®lo ahora, Espa?a haya vuelto a ganar un campeonato mundial de f¨²tbol. La selecci¨®n femenina sub-17, unas cr¨ªas, ha hecho tal haza?a que a la prensa deportiva no le ha quedado m¨¢s remedio que cont¨¢rnosla. Hace una semana, nadie sab¨ªa qui¨¦n era Claudia Pina. Ahora sabemos que marc¨® dos goles en la final, pero su nombre, su punter¨ªa, no valen tanto como las im¨¢genes de la felicidad de unas chicas que juegan al f¨²tbol porque saben, porque son buenas, porque les gusta. Si alg¨²n d¨ªa el f¨²tbol femenino se convierte en un negocio, por desgracia todo cambiar¨¢ pero, de momento, le han robado protagonismo a la final madrile?a de Libertadores. Y eso tiene casi el mismo m¨¦rito que traerse el Mundial a casa.
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